Siempre la alarma del teléfono a las cinco de la mañana, mientras los gallos despiertan el batey Simón Bolívar de Yaguajay. Luego de 13 años, Ana Ivis Pérez Aldereguía aprendió a prepararle a su mamá los alimentos y la medicación para las 24 horas que permanece fuera de la casa para ocupar su puesto de trabajo como operadora de grupos electrógenos, la única fémina de la provincia que desempeña esa labor en la empresa a la que pertenece y quien estudió técnico de nivel medio en Termoenergética.
Antes, Ana Ivis había laborado en las plantas eléctricas de los centrales Simón Bolívar y Obdulio Morales y, aunque debió superarse tanto en el territorio como en Cienfuegos, rememora que no fue difícil insertarse en ese mundo.
El relevo de operadores se efectúa poco antes de las siete de la mañana, donde la prioridad consiste en medir el combustible restante, mantener la cultura tecnológica de la instalación y permanecer alerta para arrancar los grupos según la demanda del despacho de cargas de la Empresa Eléctrica Provincial, al decir de Pérez Aldereguía.
Siempre que los grupos generen, a las doce de la noche se realiza un primer cierre, pese a que cada una hora los técnicos llenan modelos de lectura para evaluar los parámetros de los equipos. Una comprobación a la agilidad de los operadores se produce cuando el Sistema Electroenergético Nacional reinicia, entonces se paran los motores aislados, y hay que proporcionarle enfriamiento, para que no paren “en seco”, un procedimiento que Ana Ivis conoce al dedillo.
El compromiso y la seguridad con que ella explica los detalles de su labor apuntan hacia lo que ha distinguido la trayectoria de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Sancti Spíritus Grupos Electrógenos y Servicios Eléctricos (Geysel) desde que dejó de ser aquella especie de apéndice de Ciego de Ávila para transformarse en un colectivo que recibió recientemente la condición de Vanguardia Nacional que confiere la Central de Trabajadores de Cuba.
GÉNESIS Y PRESENTE
Recordar aquellos años de inicio de la Revolución Energética, aproximadamente en el 2005, significa retomar la génesis de Geysel, un proceso que el ingeniero mecánico Alberto López Pérez, especialista en el área de Mantenimiento, rememora: “Había que crear una empresa que atendiera los grupos electrógenos para evitar apagones, constituían motores fuel de emplazamiento rápido, mediano y las termoeléctricas a largo plazo”.
Todavía recuerda López Pérez el agotamiento en aquel ir y venir como mecánico montador, porque en Ciego de Ávila radicaba la unidad que emplazaba los grupos electrógenos en ambos territorios. “Casi todo el montaje es mecánico, pero tiene que haber un trabajo estrecho con el ingeniero eléctrico para poder realizar el engranaje”.
Revela el ingeniero otro principio que resalta la profesionalidad del colectivo: “Lo mejor que puede pasarle a un trabajador es empezar en la base. Maniobrar más de 10 tipos de tecnologías conlleva una preparación constante para dominarlas”, destaca.
Sobre los hombros de Alexis Cruz Sánchez, jefe de grupo de Operaciones, pesa la responsabilidad de que se genere energía eléctrica en Geysel, desvelo que además convierte su departamento en columna vertebral de la UEB.
Dirigir más de 70 operadores certificados cada seis meses; controlar las emisiones de sólidos, líquidos y gases a la atmósfera o al suelo; verificar la metrología para que cada instrumento registre a la perfección los parámetros de los grupos según el manual del fabricante; recibir inspecciones y auditorías sobre los portadores energéticos son algunas de las misiones que enumera Cruz Sánchez, convencido de que el equilibrio empresarial se gana con la disciplina individual y el esfuerzo extra.
¿Dónde radica el derrotero de Geysel?, pregunta Escambray a los trabajadores con los que dialoga.
Asaltada por la interrogante, Rebeca Palmero, contadora de la entidad, repasa en voz alta el esfuerzo de los trabajadores de oficina, operadores, mecánicos y eléctricos asidos todos los días al terreno para solucionar pequeñas averías, pero concluye: “Vale destacar la participación de la dirección de la UEB ante una eventualidad, hecho extraordinario, o trabajo de máxima prioridad, porque son los primeros en dar el paso al frente, y eso compromete más a los trabajadores”.
Que el éxito no llega por casualidad lo sabe Dayamy Oliva Pineda, con quien se cierra una especie de circuito, si de valores empresariales se trata. Licenciada en Contabilidad y Finanzas, esta joven lidera Geysel desde el 2010 en su objeto social: montaje, mantenimiento, reparación de averías y puesta en marcha de grupos electrógenos tanto sincronizados como de emergencia.
Conservar la eficiencia técnica de cada motor implica una vigilia sistemática, por eso la directora insiste en el trabajo en equipo. “Contamos con una matriz de mantenimiento para cada tecnología. Diariamente se definen las brigadas para el mantenimiento que sea complejo y los recursos solicitados necesarios para así ganar en tiempo en el horario pico”.
Asegurar la integridad del recurso humano y la automatización de los sistemas técnicos devino binomio crucial para que la UEB que manipula el mayor volumen de diésel de la provincia de Sancti Spíritus hoy carezca de hechos delictivos, según corrobora la directora.
La clave del triunfo de Geysel, acaso combustible adicional, se adivina en la consideración de Alexis Cruz: “La operación diaria es muy rigurosa y cada procedimiento meticuloso, pero, en general, aquí no hay descanso. El que venga para Geysel y no tenga sentido de pertenencia no puede trabajar aquí”.
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