Quien se adentre en la sala de hospitalización del policlínico Rosa Elena Simeón, de La Sierpe, podría pensar que recién estrenaron esa área, a juzgar por la pulcritud del piso y las sábanas; sin embargo, limpieza y organización parecen ser el estado natural de un servicio médico que denota sentido de pertenencia los 365 días del año.
De ello está convencido Avildo Vidaurreta Rondón que, a sus 76 años, jamás pensó que la fiebre y el dolor de cabeza que lo sacaron de su casa en Las Nuevas y lo llevaron hasta las batas blancas de la cabecera municipal lo convertirían en un raro caso para diagnosticar, pues padecía de la enfermedad de Horton, una patología que puede ocasionar la pérdida de la visión si no se trata con urgencia.
El equipo que hace posible una estancia curativa y sosegada en cada cubículo lo integran el especialista en Medicina Interna Rafael Grau Pino y jefe del servicio general, la especialista en Medicina General Integral, cuatro enfermeros asistenciales, igual cantidad de auxiliares de limpieza, la secretaria de la sala y la jefa del servicio de Enfermería.
“Nosotros tratamos de hacer todos los ingresos posibles siempre con las limitaciones de recursos y de especialistas, porque esta es una atención primaria de salud, no obstante, mantenemos el índice ocupacional de las 15 camas prácticamente todo el mes; estudiamos los casos y aprovechamos los especialistas que se trasladan hacia nuestro municipio para interconsultar los casos”, describió Grau Pino.
El servicio hospitalario de La Sierpe se distingue por su calidad dentro de la provincia e incluso en comparación con otros municipios del país, pues ese equipo de trabajo también encontró la estrategia que le permite sin poner en riesgos la evolución del paciente contribuir a la descongestión del Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos, bien tratando las patologías antes de remitir a los enfermos o recibiéndolos luego de un alta precoz en la mayor institución sanitaria de la provincia, donde es conocida y respetada la labor de la pequeña sala; Angiología, Urología y Neurología constituyen las especialidades con mayor frecuencia en las interconsultas.
Grau aseguró: “Es un reto, porque se nos puede complicar un caso, pero nos lleva a esforzarnos más, a estudiar y usar más la clínica. Contamos con recursos que sabemos aprovechar como el laboratorio clínico, rayos X y equipo de ultrasonido; tenemos enfermeras que han cursado diplomado en pie diabético”.
La fama de la sala de hospitalización trasciende los límites del territorio, pues hasta sus coordenadas llegan pacientes provenientes de Sagua de Tánamo —en el oriente del país— con lazos familiares en La Sierpe y quienes coordinan previamente; otros vienen desde el poblado avileño de Majagua e, igualmente, acuden a este servicio pobladores de comunidades jatiboniquenses que colindan con el municipio.
“Los pacientes no tienen que traer nada a este hospital, porque contamos con módulos completos de colchas, mosquiteros, toallas, ropa de cama, piyamas y se ha creado una disciplina con ellos para que los usen. Tenemos mucho apoyo de la lavandería”, afirmó el jefe de la sala, quien también aseguró que cada paciente se alimenta según la dieta que necesita. Porque la gestión para el abastecimiento de la comida se acopia además con la colaboración de las empresas productoras de la zona.
Con 38 años de graduada y cinco al frente del servicio de Enfermería de la sala de hospitalización de La Sierpe, la licenciada Rebeca Rodríguez Beltrán sintetizó sin titubeos cómo se gana la confianza del pueblo. “Hemos tenido que trabajar duramente”, y así se refirió a las dificultades que han sobrellevado con el personal de Enfermería que rota cada 12 horas; problemas familiares y licencias de maternidad que han demostrado la pertinencia de un enfermero franquista en la plantilla de la sala. La opción para cubrir las exigencias de ese vacío: asumir ella misma la jornada de guardia.
Que en La Sierpe cada recurso disponible se explota al máximo lo reafirma la Historia Clínica de Alfredo Ramírez Labrada, porque el susto de verse ingresado fue menor al diagnóstico de una anemia crónica unida al síndrome de Chilaiditi, anomalía del intestino grueso muy poco frecuente, de la que el doctor Grau sospechó apenas vio la imagen del rayos X y le confirmó la Tomografía Axial Computarizada que solicitó al Hospital Provincial.
Ni milagro ni perfección, los resultados de este colectivo emanan del más consagrado profesionalismo, el mismo que armó los fogones de leña durante la contingencia energética para seguir con las camas ocupadas, un equipo que todavía aguarda la distinción de colectivo moral conferido al menos verbalmente por cuanta visita nacional ha transitado por el lugar durante el último lustro, sin que de ello dependa la ejemplaridad que dosifican día a día.
UNA SOLA MEDICINA BAJO EL MISMO TECHO
Merlys Rodríguez decidió tener su segunda hija cuando había cumplido los 41 años, sin embargo, la pequeña Keily ya cumplió sus tres años de vida, saludable y traviesa, porque aquel embarazo no solo se convirtió en preocupación familiar en Mapos, sino también del Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) en el policlínico Rosa Elena Simeón, de La Sierpe, que ostenta una mortalidad infantil de cero por cada 1 000 nacidos vivos.
“Tenemos 168 nacimientos este año, más que el año anterior, y el índice de bajo peso también ha disminuido”, destacó Amarilis Juviel González, asesora del PAMI en este centro de Salud. En convencer a las embarazadas de que se ingresen en Sancti Spíritus aseveró la enfermera que les va parte del éxito alcanzado.
El embarazo a tempranas edades también se mantiene en la mira del personal de Salud y de Educación de la ESBU, el preuniversitario y el centro mixto, al decir de la licenciada.
La consulta a la pareja infértil ha despuntado durante este año y el pasado en La Sierpe. “Se ha estratificado más el trabajo de conjunto y ha aumentado la calidad de la consulta”, subrayó Juviel. La prueba de estos años fecundos remite a 24 embarazos clínicos.
Una llamada interrumpió la entrevista con Amarilis, apenas unas oraciones que apuntaban hacia la exigencia de la rutina que también se incluye en la fórmula del policlínico: “Oye, me debes la discusión de una captación tardía de embarazo”.
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