Este es un añejo encargo editorial que cumplo con gusto. A Tony Simó Ceballos lo busqué más de una vez a orillas del mar, allá por Tunas de Zaza, donde se le suele ver, pescando, su hobby desde que era pequeño. También interpuse recurso de persecución a través del Inder, sus amigos…
¿Las razones? Suculentas. Él fue uno de los artífices del único título de los Gallos en Series Nacionales, hace exactamente 40 años, cuando ganó, al igual que Roberto “El Caña” Ramos, 10 partidos en aquella campaña memorable.
Pero ninguno de los recados parecía llegarle: “Te busca Escambray para entrevistarte”. Mas la historia me llevó a él hace poco a propósito de un encuentro entre veteranos del béisbol de Sancti Spíritus y un equipo de peloteros aficionados de Estados Unidos. Y entendí, en parte, sus reservas para hablar, aunque confieso que el encuentro fluyó de modo diáfano y placentero.
Pero lo primero es escarbar en aquella suerte de talismán que emergió en 1979, luego de unos pocos años en el béisbol. “Empecé en el año 68 en La Habana cuando estaba en el Servicio Militar, era muy joven y era medio aloca’o, después que me dieron la baja, me incorporé a jugar en Sancti Spíritus que cuando aquello no era provincia; integré dos veces el equipo Azucareros y en una oportunidad el de Las Villas, luego vino la División Político-Administrativa y jugué unos años más”.
Y cuenta las enseñanzas de Pedrito Pérez, el artífice de su carrera. “Para mí era y sigue siendo el mejor entrenador que tiene Cuba, domina lo teórico y lo práctico. Corríamos mucho y hacíamos trabajo de piernas en las gradas, él me enseñó todo cuanto aprendí y, sobre todo, a mejorar el control porque cuando aquello yo tiraba duro, pero era muy descontrolado, pero desde que me vieron me llevaron a los entrenamientos para Santa Clara y me gané el equipo”.
Lo recuerda y le brillan los ojos perdidos en la distancia. Se enorgullece de haber compartido con grandes estrellas como Osvaldo Oliva, Antonio Muñoz, Owen Blandino, Lázaro Pérez, Emilio Madrazo, Alberto Martínez… Mucho más en su área, como Aquino Abreu, Rolando Macías, Leonel García, Aniceto Montes de Oca, José Ramón Sastre…
“Ahí casi todo el mundo era bueno. Se quedaban fuera de los equipos peloteros que hoy fueran regulares, era duro hacer equipo, y después era hasta difícil lanzar uno o dos innings”.
Rememora las difíciles condiciones en que compartía el box. “Esos viajes a Tunas de Zaza estaban acabando con mi vida, no tenía dónde dormir, solo cobraba 46 pesos en la quincena y eso no alcanzaba para nada, vivía allá y nunca se me dio la oportunidad de que viniera para acá, pasaba mucho trabajo.
“Eran noches de desvelo, a veces venía de Santa Clara y tenía que quedarme en la terminal de ferrocarriles durmiendo porque no tenía dónde estar cuando venía de Tunas de Zaza para acá para Sancti Spíritus; me levantaba a las tres de la mañana para llegar temprano a los juegos, o sea, que la cabeza mía no estaba para la pelota. Jugué varios años porque me gustaba y le tengo amor”.
Quizás fue ese amor y todo el interés que le puso lo que lo llevó a lanzar su mejor serie de todas, la XVIII: “Cándido Andrade (mánager ganador) me entrenó y me llamó ese año; él y Catalino Ramos me dijeron: ‘Nos hace falta una ayuda’”.
Y Tony vino con todo. Diez ganados y 1.67 PCL atestiguan el tamaño de su aporte, mucho más grande si se tiene en cuenta la concentración de calidad de los bateadores y que la mitad de los 51 juegos jugados fueron en el “Victoria de Girón”, de Sancti Spíritus, conocido como el paraíso de los jonrones.
“Fue lo más grande que me pasó en la vida. El año anterior habíamos quedado en el 14. Caña Ramos era y es mi amigo, pero estábamos discutiendo a ver quién ganaba más, teníamos una emulación entre los dos. Al final de la serie cuando fuimos a Pinar del Río, que estaba pega’ito a nosotros igual que Villa Clara, él tenía nueve ganados, perdió un martes y le dije: te jodiste porque me fui arriba, y gané el décimo ahí, pero él me dijo: ‘Yo te cojo en Guantánamo y aunque tú puedes pitchear allá no lo vas a hacer porque vamos a quedar campeones conmigo ya, y así fue. Quedamos empatados con 10 triunfos de los 39 del equipo; claro, antes se lanzaba cada tres o cuatro días y al final de la serie era libre el pitcheo”.
Otros secretos de la hazaña se los recuerda, a su lado, su amigo de staff y de vida. “Ese año puso mayor interés —enfatiza Caña Ramos— y tuvo más oportunidades. Era de los tres primeros abridores y tiraba 93-94 millas, durísimo, si lo comparamos con lo que se tira hoy, pero cuando aquello no había pistola, creo que nunca se convenció de que tenía condiciones para más, hasta para un equipo Cuba, Pedrito Pérez se lo dijo”.
Influyeron otros pesares en quien solo jugó seis Series Nacionales, ganó 24 juegos y perdió 33, salvó cinco y lanzó para 3.45 PCL: “Salí con 29 años, sin dolor en el brazo ni nada. Me fui el 14 de febrero de 1980. Tuve mi primer chamaco y vivía solo, tenía que buscar un trabajo que me diera más dinero para mantener a mi familia, además de que pasaba mucho trabajo. Me mandaron a buscar a la Selectiva y no fui después de terminar la Serie Nacional”.
Y así termina, efímera, su vida deportiva. Luego vendrían otros desmanes que le marcaron demasiado y que aún hoy cuando los cuenta lo curten tanto como el Sol que lo ha tostado a orillas del mar de Tunas de Zaza o mientras se mueve entre ese poblado y Taguasco, su otra patria chica.
“En ese tiempo muy pocos se acordaban de Tony Simó, incluso nunca me pudieron ayudar para ganar los 400 pesos que creo me tocaban como gloria deportiva y por haber sido campeón, aún espero la respuesta que me prometieron los directivos del Inder. Eso duele porque uno no tiene que mendigar lo que le pertenece”.
Eso sí, nada ha logrado que mengüe ese amor por la pelota. Por eso, sigue a los Gallos y sufre con ellos. Por eso agradece al menos este reencuentro entre amigos que le revuelve los malos y buenos momentos. “Cuando me llamaron me extrañó porque dije: ¿y eso que me buscaron?, pero ahora que pude abrazar a tantos amigos de aquellos tiempos fue muy bueno, aún sigo con la pelota en la sangre”, expresa cuando una lágrima quiere asomar en sus ojos.
Muchas gracias Elsa por ayudar a comenzar a saldar deudas como esta. Algo parecido con el caso de Verdura. Ésas son las glorias que tenemos que rescatar. Fueron hombres de pueblo, vivieron como el pueblo. Fueron sólo 6 series pero con sólo una de ellas daba para ponerlo en el firmamento de nuestro deporte. Mis saludos y respeto para Toni Simo de quien mi padre me hablaba y yo no entendía por que casi nunca se mencionaba en los medios.Honrar honrra….