De la política en general se ha dicho que es algo sucio, debido a las mil y una actuaciones corruptas y poco éticas de políticos tradicionales en muchos países del mundo; sin embargo, tal enfoque frisa en la injusticia al meter en un mismo saco a todos los que se dedican a ese peculiar oficio. Diríamos entonces que hay individuos que simbolizan, por su actuación, toda la podredumbre moral de la clase política de un país, por ejemplo, Donald Trump.
Para los cubanos mirar e interesarse en la política interna de los Estados Unidos debería ser algo más bien coyuntural, dado que cada estado tiene sus propios problemas y es en su solución que cada nación debe centrarse, pero ocurre que, según todo indica, Cuba es un asunto de política local para la superpotencia vecina, obsesionada con quebrar la resistencia de su pueblo para provocar un cambio de régimen a toda costa y costo.
Por todo esto y quizá por aquello de que “si tú no te metes en política, la política se mete contigo”, los habitantes de esta isla les deparan los peores augurios al actual presidente de los Estados Unidos y su cohorte, empecinados en hacernos cada día más difícil la vida cotidiana con medidas de estrangulamiento en la guerra económica más larga desarrollada contra país alguno en la historia del planeta.
Ocurre que, en los últimos tiempos y con demasiada frecuencia, los cubanos nos levantamos con una mezcla de aprensión y curiosidad acerca de cuál nueva medida contra Cuba habrán dictado Trump y comparsa, encaminadas a complicarnos la existencia.
En un compendio publicado el pasado primero de noviembre en el sitio digital Cubadebate, bajo el título “¿Qué el bloqueo contra Cuba es un asunto bilateral?”,se ofreceuna muestra impresionante de hasta qué punto de ofuscación criminal ha llegado el actual gobierno de la nación norteña para doblegar mediante medidas extraterritoriales de asfixia a una isla de solo 11 millones de habitantes que cabe 80 veces en su territorio.
Allí, en apretada relación, aparecen infinidad de ejemplos de la persecución contra las operaciones financieras y comerciales cubanas por parte de los mecanismos regidos por la Oficina de Control de Activos del Gobierno de los Estados Unidos, que incluyen desde grandes transacciones por cientos de miles o millones de dólares, hasta ridículas cuentas que parecen de caja chica.
Saltan a la vista también los matices entre las compañías y entidades, donde algunas parecen acatar muy a su pesar las medidas de bloqueo, mientras otras lo hacen de manera tan obediente y expedita que parece como si lo disfrutaran. Ante estos casos uno no puede evitar preguntarse si no se pudiera hacer una lista de esas favorecedoras del bloqueo para excluirlas, una vez vencido ese engendro, de las empresas que pueden hacer negocios con Cuba.
Desde luego que una respuesta de esa magnitud solo podría llegar por la vía de un cambio de política radical de Washington hacia Cuba o, en su defecto, por el surgimiento de un campo económico —puede además ser político— formado por naciones que hayan sustituido al dólar por el patrón oro o por otras divisas, porque la moneda estadounidense ha devenido ha mucho, herramienta de chantaje económico y político del imperio contra el resto del mundo.
De momento, estimula saber que Rusia, China, Irán, Turquía, Bielorrusia, Kazajastán y otros países vienen trabajando en esa dirección con acciones para cambiar la cotización del petróleo por oro, yuanes, rublos y otras divisas, a fin de evitar el chantaje que Estados Unidos ejerce sobre la economía mundial con el dólar como pivote.
Ello explicaría más claramente por qué a los cubanos nos interesa más que a otros no norteamericanos quién ocupa la Casa Blanca y quién tiene más posibilidades de resultar electo en las próximas elecciones, así como la suerte del proceso de impugnación política recién iniciado contra Trump por una de las muchas barbaridades cometidas por él al frente del ejecutivo de ese país.
Si en algo ha ganado en los últimos tiempos el pueblo de Cuba es en cultura política. Ya son pocos los que culpan al gobierno por errores reales o supuestos, que son sin embargo penalidades derivadas del bloqueo. Para todos están claros los ingentes esfuerzos de la nueva dirección del país en aras de resolver, o cuando menos paliar, las enormes dificultades que crea ese engendro en el cumplimiento de los planes de desarrollo, e incluso, para la sobrevivencia del proceso.
Pareciera como si Trump, sometido a fuego desde varios flancos, intentara desquitarse con Cuba por los reveses que sufre a diario en su país y en la arena internacional. No obstante, el bloqueo no lo inventó Trump, sino que existe desde los tiempos primigenios de la Revolución cubana, solo que, al parecer, él quiere elevarlo a la quinta potencia por compromisos políticos con la ultraderecha nativa y la cubanoamericana.
El presidente de la superpotencia está en apuros por sus muchos crímenes de lesa política y hoy podemos expresar que estamos seguros de la sobrevivencia de Cuba como nación independiente y soberana, pero no apostaríamos un comino por la suerte de Trump frente a tantos enemigos internos y externos, convertido en punching bag de tanto pescozón político suelto, de tanta intriga y de tantos intereses diversos, en un país donde el dinero dicta la última palabra.
Cuando Obama puso en práctica la política de acercamiento a Cuba no significaba la renuncia del gobierno de los Estdos Unidos a destruir a la Revolución cubana. Significa slo un cambio de táctica. A muchos nos preocupó la reacción de algunos, no pocos cubanos, que consideraban a Obama un Presidente que sí tenía buenas intenciones y que que ría ayudar a Cuba. Muchos se dejaban engañar con sus «buenas intenciones». Cuando Trump asumió el poder y comenzó su locura contra Cuba, y no solo contra Cuba, no furon pocos los que pensamos, vino a salvar a la Revolución cubana. Y así es, como no nos conocen y nos subestiman han creído que desde posicones de fureza lograrán lo que no han logrado en 60 años. La dignidad que nos acompaña tiene más fuerza que todo el arsenal de armas de todo tipo con que cuentan, olvidan que «antes que cejar en el empeño de hacer libre y próspera a a patria se unirá el mar del sur al mar del Norte y nacerá una serpiente de un huevo de águila». Hoy el pueblo cubano está mejor preparado y conoce mejor a su enemigo número uno. Gracis Trump, a tí y a tu cuadrilla