Con un solo disparo, o la suma de ellos para ser más exactos, la tiradora Eglys de la Cruz Farfán logró marcar dos blancos de lujo: ser la primera y única espirituana en tener ya asegurado el boleto a Tokio 2020 —una de las pocas atletas del país que lo obtuvieron (solo cinco)— y convertirse en la tiradora con mayor cantidad de medallas en la historia de las lides panamericanas con cuatro de oro, igual cantidad de plata y una de bronce.
Dicho boleto lo alcanzó gracias a su medalla de plata en el fusil a 50 metros de tres posiciones, cuando, pese a realizar la mejor tirada de su vida, no llegó a lo más alto del podio, y se quedó a un suspiro de su quinto título continental.
Lejos del estrés limeño lo sopesa mejor. “El nivel estuvo muy alto, ahí estuvo la campeona olímpica y la norteamericana que es la primera del ranking. No estuve bien en la clasificatoria, donde ocupé el séptimo puesto, pero me preparé mejor para la final y salió la medalla. Estoy contenta, pero sabes que siempre salgo inconforme”.
Lo de los boletos es porque con ese subtítulo se ganó el derecho a competir en las dos modalidades: en el fusil a 50 metros de tres posiciones y el rifle de aire a 10 metros. Y aunque solo ello pudiera compensar lo que sobrevino después, a Eglys aún le martilla en el arma y en el alma lo que fue para ella un tiro de gracia que coartó un sueño.
“Fui con el propósito de ganar dos medallas. Lo que pasó en el rifle de aire a 10 metros; cuando hice una tirada de seis es algo inexplicable, como se ha dicho, cuando vi aquello de que no podía ir ni a la final, me dije: ¡Dios mío, qué es esto! Es que durante el viaje los perles se dieron golpes, se escacharon y no nos dimos cuenta.
“En realidad esa era la opción de medalla, porque ya en el mixto teníamos menos posibilidades pues cada vez los atletas se preparan mejor”.
Pero la historia está escrita con su rúbrica, aun cuando no guste mucho hablar de ello. Japón será su quinta participación en olimpiadas.
Y mientras se relaja en sus bien merecidas vacaciones, prepara su mente con un reto colgado en sus vidrieras donde guarda la única medalla de una tiradora cubana en lides olímpicas: la de Beijing 2008. “Tener el boleto temprano te permite concentrarte solo en la preparación; mis objetivos siguen siendo ambiciosos”.
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