Orestes Hermida lleva casi 40 años navegando contra la corriente, contra quienes no reconocen la utilidad de las fuentes renovables de energía, contra quienes al principio y hasta un poco después no supieron apreciar la notable utilidad de su tecnología del biorreactor híbrido para tratamiento de residuales y aprovechamiento del biogás en escenarios productivos.
El aporte, del cual constituye autor principal, obtuvo uno de los premios de innovación tecnológica otorgados este año por la Delegación Provincial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), seguramente a partir de sus múltiples beneficios sociales, económicos y ambientales.
Este ingeniero químico, profesor universitario e investigador asegura que los biodigestores provienen de la antigüedad, pero han evolucionado hasta la actualidad, cuando ya se fabrican los de tercera generación: “En Cuba los más diseminados son los de primera generación, los típicos donde se aplica la tecnología china o hindú, que tienen baja eficiencia, pero cuestan poco y dan un gran beneficio. Pero también se han aplicado los europeos de tercera generación, con un resultado más negativo por dificultades con la transferencia de tecnología. El híbrido nuestro es de segunda generación, donde concurren en una sola planta elementos y variables de varias tecnologías diferentes”.
Hermida recuerda que comenzó este trabajo cuando laboraba en el antiguo Minaz y lo ha ido mejorando año tras año, “del 80 para acá se han hecho centenas de reactores y se han hibridado de acuerdo con el escenario, no hay dos que sean iguales”.
En la argumentación de la propuesta se asegura que este tipo de birreactor mejora el microclima laboral, específicamente de los obreros de las cocinas, al sustituir la madera por biogás, con lo cual se evita su exposición a una sobrecarga térmica y al abundante humo que se genera con la leña, para así favorecer su salud y humanizar el trabajo; además incentiva desde el punto de vista salarial al aumentar la producción por conseguir mayor eficiencia en los procesos.
Por otra parte, desde el punto de vista ambiental contribuye a la eliminación de olores al generar una adecuada disposición y acopio de los residuos orgánicos, con lo que también disminuye la presencia de moscas y otros vectores; sustituye la madera talada que se emplea como combustible y así ayuda a disminuir la deforestación, entre otros aportes.
Además, la contribución económica salta a la vista con la disminución de costos energéticos, lo cual impacta sobre la producción cuando logra reemplazar fuentes energéticas externas por internas, fomentando un ahorro en este sentido. Y, por si fuera poco, el biogás puede generar electricidad de forma sincronizada al Sistema Electroenergético Nacional y aportar energía al país en horario pico.
Orestes Hermida sintetiza las bondades de su híbrido con argumentos más prácticos: alcanza un estadio medio de eficiencia y sus costos se mantienen bajos; por ejemplo, el metro cúbico de reactor cuesta alrededor de 300 pesos, por lo cual uno de tamaño medio se calcula en 3 000 pesos.
Este tipo de biodigestores —que se construye a base de bloques o ladrillos y cemento, con perfiles rectos, fáciles de levantar por cualquier albañil— ya se utiliza en alrededor de 70 unidades agropecuarias de 11 provincias del país, e incluso cinco reactores se han convertido en plantas productoras de electricidad sincronizadas a la red nacional, con la primicia para la ubicada en Guayos.
La Empresa Porcina de esa localidad produce 220 000 metros cúbicos anuales de biogás, a partir de los residuales generados por 3 500 cerdos, 40 vacas, 200 ovinos y agua residual del matadero. Adicionalmente se reúsan en el fertirriego de cultivos 141 000 metros cúbicos del efluente líquido y se generan 127 000 kWh/año de electricidad, así como unas 1 615 toneladas de lodos como bioabonos para los cultivos del centro.
De forma paralela se dejan de emitir gases contaminantes al medio por la sustitución de los portadores energéticos, con el mayor impacto en las lluvias ácidas y gases con efecto invernadero. Y, por si fuera poco, no se consumen cerca de 50 toneladas de petróleo en ese mismo período al sustituir la generación de energía eléctrica con petróleo por biogás; y se dejan de exhalar a la atmósfera 120 toneladas de dióxido de carbono.
“La mayoría de los birreactores híbridos utiliza como materia prima heces porcinas, el mayor contaminante existente en el país. Y tienen otra ventaja, que su cubierta es plana y se puede reutilizar el espacio para aprovecharlo en corrales de animales, una habitación para pienso, sistemas de secaderos u otros usos”, completa su defensa a ultranza el creador de estos híbridos útiles.
Mi saludo efusivo para Orestes, hombre serio, empendedor y responsable a quien conozco hace años y siempre le escuché hablar con entusiasmo envidiable de esa, su propuesta para la innovación tecnológica. ¡Felicidades, químico!
Con tantos aportes por que no se generaliza esta innovación? Luchar contra corrientes opuestas a las alternativas viables ha sido y continúa siendo difícil en Cuba, las razones son disímiles….lo que llama la atención es que los países desarrollados opten por fuentes de energía alternativas a más bajo costo y menor impacto ambiental, y nuestro país; pobre y con pocos recursos desperdicie tantas opciones para el desarrollo sostenible, felicidades para este innovador y ojalá sus investigaciones no queden el olvido o engavetadas en cualquier oficina. He dicho.