De tanto repetirse casi ni es noticia. Mas, aunque parezca contradictorio, lo sigue siendo mientras más se reitere: la sexteta espirituana se convirtió en tricampeona del Sexto Clásico Nacional de Ciclismo y escribió una proeza que otro elenco del territorio no ha logrado en ningún deporte.
Así hizo valer el favoritismo que conocía el resto de los equipos en competencia. Por eso velaron y persiguieron cada pedalazo de los nuestros. Pero ni eso valió. Si bien vigilaban a Carlos Álvarez, el veinteañero que mejor ubicación logró con su cuarto puesto en la clasificación individual; se les iba por el costado Yoandry Freire, el experimentado corredor que tras dos años de ausencia tuvo un buen giro con su quinto lugar.
Cuando la caravana llegó a la capital se consumó lo que todos presumían: 92:50.16 horas, a 13.28 minutos de La Habana, el segundo lugar.
“Diría
que se hizo mejor preparación que el año pasado —comenta eufórico Armando
Valdivia, el entrenador y “arquitecto” de la hazaña— porque hicimos más
entrenamiento de larga duración, trabajamos muy bien la capacidad anaerobia,
con trasmoto en la
Autopista Nacional, buenos trabajos de fuerza en la montaña, los esprines”.
“Se compitió más —alega Mario Pujols, el más feliz de los comisionados—, pues participamos en eventos en Holguín, Cienfuegos y aquí. Pese a renovarse el equipo en un 50 por ciento, los que entraron se acoplaron al colectivo. De hecho, los seis del elenco estaban discutiendo diferentes clasificaciones: el que no estaba en la individual, estaba en la por puntos o la montaña”.
En efecto, además de las ubicaciones de Álvarez (segundo en la Sub-23) y Freire, Joel Solenzal, el campeón del 2018, fue décimo en la individual; Miguel Valido, segundo con 19 unidades en la clasificación por puntos, y Juan Miguel Cabrera, quinto con 13. También hubo destaque en la clasificación de la montaña con el quinto peldaño de Solenzal (11 puntos) y el sexto de Yoandry Freire (8 unidades), en tanto David Molina resultó el mejor en la categoría juvenil.
Dos tramos fueron decisivos: el de Camagüey-Ciego de Ávila cuando llegó el equipo completo, mientras otros se desmembraron, y, al igual que años anteriores, el ascenso a Topes de Collantes definió la diferencia cuando llegaron cuatro entre los 10 primeros.
Dejada la fatiga bien atrás, Andy, el benjamín del conjunto, con sus 17 años, disfruta a lo grande: “Me siento muy contento, es un equipo fuerte, desde que salí me fui con los mayores para hacerlo lo mejor posible. Lo más duro para mí fue la primera etapa Baracoa- Guantánamo, es muy fuerte, de muchos kilómetros y terreno incómodo. Es un mérito haber participado en toda la Vuelta al ser mi primer año; de paso es una preparación que me sirve para los juveniles”.
En el extremo etario, Joel Solenzal, el más veterano del giro, aportó como en sus mejores tiempos. “Los 42 años de edad pesan, pero me he preparado bastante bien”.
Tras dejar el martilleo que le provocó verse tan cerca del podio y perderlo, Carlos Álvarez disfruta el éxito colectivo: “Ser un equipo, eso es lo que vale, estoy contento y más o menos satisfecho al saber que estaba en el podio y caer al cuarto lugar el último día como que me bajó los ánimos, pero los entrenadores me dijeron que era un buen resultado”.
La eficiencia de Sancti Spíritus no solo se mide por el desempeño de su sexteta. “Nosotros aportamos 13 atletas a otros equipos y todos terminaron”, concluye el comisionado. ���
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.