Pese a invertir enormes recursos, poner su influencia y poder político, diplomático y económico en la empresa y movilizar a sus títeres, Estados Unidos está fracasando en su agresión a la patria de Bolívar
Parecía que para la Revolución bolivariana el 23 de febrero pasado sería el principio del fin, cuando la caravana de camiones con la tan cacareada ayuda humanitaria traspasara la frontera venezolana y los guarimberos convocados por el usurpador Juan Guaidó provocaran los sangrientos incidentes necesarios para justificar la intervención armada yanqui, con el apoyo de Colombia, uno de los más sumisos servidores de Washington en la región.
Lo habían jugado todo —o casi todo— a esa carta, pese a que el Presidente Donald Trump había insinuado que sobre Venezuela tenía, además de un Plan B, un Plan C, uno D y otro E, pero pasada toda una semana, parece que ninguno funciona, porque no depende solo de Estados Unidos, sino de muchos factores que, al parecer, Trump y su banda de halcones habían subestimado.
El primero de ellos fue que pensaron que con amenazas, presiones y chantajes lograrían quebrar la unidad monolítica que hasta hoy ha presentado la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), de casi 300 000 hombres y los cerca de 2 millones de milicianos chavistas que bajo el auspicio de los institutos armados se han estado entrenando y armando en esa nación de 24 millones de habitantes.
Pese a la intensa labor de zapa que ha incluido el envío de mensajes a altos mandos militares instándolos a la deserción y a la traición, así como intentos de soborno y el propósito de hacer cundir el pánico entre la tropa ante un supuesto desplome inminente del Gobierno, lo más que han logrado hasta el momento es la deserción de algunos efectivos del ejército y ninguno de la milicia, como hizo notar Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Constituyente.
Concretamente, el dirigente chavista expresó de manera textual: “De 280 000 integrantes de las FANB, se han ido 7. Peor les ha ido con la Milicia, que de 2 000 000 no se ha ido nadie”.
Entretanto, Estados Unidos, en su búsqueda de una justificación o autorización tácita para intervenir en Venezuela con sus Fuerzas Armadas, auspició el lunes 25 en Bogotá una nueva reunión del llamado Grupo de Lima —apenas a 48 horas de su fiasco en la frontera—, donde, pese a todas sus presiones como observador y titiritero, no pudo imponer un párrafo en la Declaración oficial del cónclave que le diera un resquicio para desatar la agresión.
Ante tal fracaso, Washington convocó entonces una nueva reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, buscando una brecha para imponer una agenda como la que le permitió junto a sus vasallos europeos en 2011 agredir y caotizar a Libia y asesinar ante las cámaras a su líder Muammar El Gaddafi.
Mientras su excéntrico, agresivo e impredecible presidente centraba su atención en la cumbre que sostendría con el líder norcoreano Kim Yong Un, en Vietnam, Elliot Abrams, representante especial del imperio para Venezuela, hacía todo su esfuerzo ante el órgano ejecutivo de la ONU para lograr una resolución o consenso que justificara una acción punitiva contra ese país.
Pero, conscientes de las manifiestas intenciones agresivas de la superpotencia, un grupo de naciones como Rusia, Cuba, China, Sudáfrica, Bolivia y Guinea Ecuatorial manifestaron su oposición a cualquier intento de solución armada a la crisis política interna en el país sudamericano, algo en lo que coincidieron incluso estados como Perú y Guatemala, integrantes del también llamado Cártel de Lima.
A todas estas, el canciller ruso Seguéi Lavrov advirtió este miércoles desde Moscú que el hecho de que Washington “esté declarando públicamente que Maduro tiene los días contados, dice directamente que Cuba y Nicaragua serán los próximos en la lista”.
El diplomático añadió que la Doctrina Monroe “palidece ante la doctrina que ahora se está formando ante nuestros ojos y que, en esencia, significa que los estadounidenses están usurpando el derecho de usar la fuerza donde quieran para derrocar a los regímenes que no les convienen por una razón u otra”.
Rusia, por boca de su titular de exteriores y otros altos funcionarios, incluido el Presidente Valdimir Putin, ha dejado claro que los problemas en Venezuela deben resolverse sobre la base de los principios de integridad territorial, soberanía y no injerencia en sus asuntos internos. Ignorarlo llevaría a una crisis de alcance mundial, pues la potencia euroasiática se consideraría con derecho a responder en Europa del Este o en otras partes, al igual que China en su área geográfica.
A medida que pasan los días, nuevas voces se unen a quienes se oponen a la agresión en marcha contra Venezuela, como la afamada actriz norteamericana Pamela Anderson, quien criticó a la congresista demócrata de origen colombiano Alexandria Ocasio-Cortez, quien, a la par que se declara progresista, apoya los aprestos agresivos del gobierno de Trump contra el país suramericano.
La Anderson escribió en un tuit que la Ocasio-Cortez “se equivoca al decir que Venezuela es un ‘fracaso de la democracia’ en lugar de decir que Estados Unidos está organizando un golpe sangriento. ¿Abogó por la intervención?», se pregunta.
Algo también debía pesar la nueva evidencia de que Guaidó es un mentiroso redomado, cuando señaló que militares y altos funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro están buscando refugio en Turquía, lo que fue desmentido por el Presidente turco Recep Tayyip Erdogán, quien expresó a la prensa: “No hay nadie que haya huido de Venezuela a mi país”.
Erdogán reiteró todo su apoyo a Nicolás Maduro “mientras esté caminando con su pueblo”. Maduro, a su vez, ha señalado que juró defender la Constitución de su país, con la vida si es necesario y recordó que asumió el cargo el 10 de enero del 2019, luego de haber ganado con casi el 68 por ciento de los votos de los electores en los comicios del 20 de mayo del 2018.
El también primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, convocó al pueblo en su último programa televisivo Con el mazo dando a estar unido, movilizado y alerta ante los aprestos agresivos de Estados Unidos y la quinta columna representada por la oposición extremista de derecha, los que no se resignan a aceptar la derrota.
Cabello dijo que “aquellos que llaman a una intervención militar en Venezuela deben ser tratados como enemigos de la patria”. Según un cable de Prensa Latina desde la capital bolivariana, el reputado dirigente señaló —dirigiéndose a las instituciones y amplia base de masas del Gobierno— que la receta para enfrentar las acciones del adversario es la gran movilización y una enorme victoria popular. “Tenemos que estar unidos como nos enseñó nuestro Comandante Hugo Chávez”, subrayó.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.