El Taller Chullima es por estos días sitio de encuentros. El antiguo astillero, ubicado en la desembocadura del río Almendares y desde hace dos años “laboratorio” del artista cubano Wilfredo Prieto, es uno de los espacios colaterales más interesantes de la XIII Bienal de La Habana.
Al interior de la inmensa nave, anteriormente repleta hasta el techo de hierros y escombros, confluyen las propuestas de uno de los más reconocidos artistas contemporáneos y de sus invitados, entrelazando disciplinas como la arquitectura, la ingeniería, la gastronomía, el cine y el teatro.
Salta enseguida a la vista la maqueta de una autopista con la forma del símbolo del infinito. Ello guarda estrecha relación con el nombre de un proyecto gestado hace siete años, y que cobra vida a pocos kilómetros de su pequeño pueblito natal de Zaza del Medio (Sancti Spíritus).
“Viaje infinito tiene que ver con las experiencias de cualquier persona, donde los ciclos se repiten y el viajar y el andar te conducen a un mismo punto. Es como una especie de serpiente que se muerde la cola”.
Así resume Wilfredo Prieto el sentido de una “escultura ambiental” que, a todas luces, dejará de ser una obra para convertirse en un proyecto cultural, a la vez que imbrica a científicos, ingenieros forestales y agrícolas, y a los campesinos de la localidad.
“Son 49 hectáreas en el medio del campo, una porción de terreno abandonada por más de 15 años plagada de marabú. Se tuvo que pensar, por tanto, en un proyecto completo de reforestación y para ello unirnos con los especialistas indicados”, explica el artista.
Agradece con humildad la colaboración del Gobierno del municipio Taguasco y del Ministerio de Cultura, quienes han apoyado desde los inicios un proyecto que, por primera vez en la prolífica carrera de Prieto, sale de museos y galerías.
La petición inicial de las autoridades gubernamentales fue buscar las vías para que algo como lo que planteaba el artista fuera sostenible en el tiempo; por ello la urgencia de juntar múltiples saberes científicos que posibilitaran diseñar y crear una infraestructura adicional que no resultara “invasiva” al terreno.
Y como quien ha previsto milimétricamente cada detalle, añade que tan sólo a unos 80 kilómetros del sitio escogido está la Universidad de Las Villas, donde el profesor Fernando Martirena encabeza las investigaciones sobre el cemento ecológico (LC3), que promete reducir las emisiones de gases contaminantes al medio ambiente y que será probado a escala industrial para la construcción de la carretera.
Wilfredo describe con entusiasmo su Viaje Infinito. Se le nota en la voz y en la mirada la pasión por el proyecto, cuyos pasos han sido captados en una primera película del director David Beltrán, a presentarse este martes 23 como parte del programa que ofrece Chullima en el contexto de la Bienal.
Chullima, convertido en laboratorio público
Fue casi por accidente que llegó Wilfredo Prieto a un contexto más abierto como lo es Chullima, su laboratorio. Al artista adaptado a crear, lo mismo en un aeropuerto, terminal o un museo, de pronto le surge la necesidad de comenzar a trabajar con un equipo, precisamente por Viaje Infinito.
“Ya no se trata de la idea romántica del artista en un estudio, donde está pintando a la modelo desnuda y esperando la ´musa´, sino todo lo contrario; aquí estamos generando discusiones, lluvia de ideas con historiadores del arte, físicos, químicos, arquitectos, ingenieros y técnicos”.
Justamente en esta Bienal se ha propuesto mostrar este proceso integrador; por ello, invitó al arquitecto mexicano Alberto Kalach e Infraestudio a repensar espacios públicos de la capital con la pieza Jardines que no existen, otro “work in progress” sustentado en una investigación de un año.
“Pensar La Habana inteligente, una ciudad mucho más adorada, cómoda, con simples cambios y modificaciones que no llevan mucho dinero, sólo inteligencia y capacidad de ´mover´ las cosas”, ha sido la principal inspiración de esta iniciativa que concluirá con un libro”.
A la “revolución” que propone Prieto dentro de Chullima en esta Bienal se añade Cocina Extendida, de la mano de un grupo de chefs que intentan repensar la comida cubana a partir de lo que se tiene a la mano en el país.
Apelaciones a la memoria gustativa de los comensales y la introducción de pequeños cambios que pueden transformar el sentido y disfrute de una comida -con un toque de tecnología-, son las sugerencias al público, pieza clave de esta suerte de “experimento” protagonizada por artistas.
Prieto no deja de mencionar al dramaturgo catalán Joan Baixas y el artista plástico brasileño Cildo Meireles, quienes junto a varios actores y bailarines presentaron recientemente en el taller el performance Dado Redondo.
Resalta esta primera experiencia de convertir su estudio en un laboratorio público, “un proceso de trabajo del cual pasas normalmente”.
“Quería también hacer la mirada al estudio de un artista. Creo que en Cuba, la cual no escapa del boom internacional del mercado, estos devienen galerías y pierden el sentido de la esencia de la experimentación, del error, de la equivocación, de que no esté todo bien. Para mí se trata de todo lo contrario”.
Para Wilfredo, el hecho de encerrarse en los laboratorios de arte a buscar la perfección “puede ser contraproducente, porque la estética puede borrar el mensaje, acabar con el lenguaje”.
“Por eso me gusta la idea de mostrar el error, ese proceso de intercambio más que nada”, añade un artista en cuya trayectoria ha acumulado numerosos premios de prestigiosas instituciones a nivel internacional como el museo Guggenheim, de Nueva York, o la Fundación de Arte Kadist, de París (Francia).
“El artista tiene que ser esclavo de su tiempo”
Luego de mostrar al detalle cada uno de los espacios de Chullima y todo cuanto se “mueve” en ese escenario como parte de la programación de la Bienal de La Habana, Wilfredo habla más pausado, mirando por momentos las aguas del Almendares.
El creador espirituano de 41 años, identificado con la vertiente conceptualista y cuya obra ha sido calificada como “provocadora”, es del criterio que el artista tiene que ser esclavo de su tiempo y su contexto global, y no en cómo influyen los reconocimientos, el mercado, la prensa o la crítica, sino en la necesidad de comunicar, desde la experiencia.
“El peligro está en ser igual, en hacer lo que está ´correcto´, cuando tu aporte es repetitivo o estéticamente estás cumpliendo con determinados criterios de gusto, o comunicando lo que la gente necesita escuchar, creo que ahí está el problema, porque no aportas nada diferente o no estás dando una visión honesta, sino estás siendo un repetidor. Entonces se pierde el sentido de creador”.
Con su arte quiere transmitir lo que vive a diario, las cosas compartidas por cualquier persona con preocupaciones son similares, independientemente de la edad o la ubicación geográfica.
“Creo que la creación o el lenguaje artístico son comunes, donde de alguna manera estás resolviendo tus problemas personales cotidianos, o tus preguntas en un contexto social, político, filosófico y económico.
“Para mí se ha convertido en muy importante que la obra sea eficiente en su recurso comunicativo, no sólo en qué decir, sino en cómo lo digo”.
Atribuye parte de su formación a un sistema de enseñanza esplendoroso, incomparable. “No existe mejor en ninguna parte del mundo que conozca, no he encontrado algo mejor en mis años, incluso en los del Período Especial, que siempre digo que es uno de los momentos de mayor lujo en que he vivido”.
Todas las dificultades generadas entonces se revirtieron en función de su sensibilidad. “Fue una riqueza extrema donde te estabas planteando si estabas haciendo las cosas porque querías o lo sentías, y no por qué sería en el futuro”.
Cuba, inteligencia y sensibilidad para emerger…
Wilfredo Prieto se graduó del Instituto Superior de Arte en 2002, y gracias a su talento, mereció en 2006 la beca John Simon Guggenheim; dos años después, su obra Línea ascendente obtuvo el Cartier Award.
Sus creaciones han sido respaldadas por el aval de la crítica y el público en galerías como Nogueras Blanchard, en España, o Kurimanzutto, de México, y ha participado en las bienales de La Habana, Venecia y Estambul, Sao Paulo y Lyon.
Sin embargo, Cuba es recurrente en él, “una ecuación: Isla aislada geográfica, política y económicamente”. Este país, a su modo de ver, no escapa del fenómeno internacional de la cultura basura.
“Las bienales mundiales se están convirtiendo en ferias de arte, donde entran intereses comerciales y las presiones de las galerías de poder, o donde hay países que insertan a sus artistas por intereses particulares. Después el mercado, la información, las noticias, la moda, están tendiendo un poder: eres más importante como artista si vendes más caro, no por la calidad del arte.
“La Bienal de La Habana tiene la oportunidad de emerger de esto con inteligencia y sensibilidad hacia el arte, más allá del punto económico.
“No se trata de crear una estructura económica mayor, que también es importante. El 90 por ciento para resolver el problema está en la sensibilidad para crear un tipo de paradigma artístico diferente, o movilizar formas de comunicación diferente, y no seguir a la inercia internacional.
“Cuba tiene la oportunidad de crear un evento diferente al mundo, aunque es lógico que no puede escapar de un fenómeno tan grande, fuerte y decepcionante.
“A los países socialistas se les acusa de ser populistas en el arte, y ser popular es una cosa diferente. Que el arte tenga un alcance masivo es muy interesante, pero sin que baje el nivel de calidad, y esto es una contradicción porque el arte es elitista, no en materia económica, sino de sensibilidad e inteligencia.
“El arte sí puede salir del museo, estar en la calle, pero tiene que tener la mejor calidad, como si estuviese en el mejor museo del mundo. Una calidad que pueda llevar a una reflexión, tanto estética como conceptual, si no, no tendría sentido”.
¿Qué viene después de la Bienal de La Habana? Es la pregunta sin respuesta para Wilfredo.
“Siempre es una sorpresa, no sé qué vendrá porque una obra te encadena con otra y la experiencia te lleva a otro lugar. Por eso me gusta disfrutar el proceso, momento en el que no sabes lo que viene; creo que el día que sepas lo que viene sería muy aburrido.
“Lo bueno es que como mismo puedes generar un giro de 180 grados, puedes dar un paso de un milímetro, y lo interesante es que no sepas qué viene”.
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