Con varios vaticinios rotos, la finalísima de la Serie Nacional de Béisbol será definitivamente inédita y, por tanto, la pelota cubana tendrá un nuevo campeón.
Pese al marcador de la mayoría de los partidos, la semifinal terminó antes de tiempo en los dos pareos y serán Camagüey y Matanzas los encargados de discutir el título más ansiado de la pelota nacional, un privilegio que ninguno de los dos, al menos con ese nombre en la actual estructura, ha logrado tener hasta hoy.
Los dos llegaron por caminos dispares: Los Toros de la Llanura arrasaron a los Leones de la capital en una barrida impensada en tres partidos, y Matanzas le ganó 3-1 a Las Tunas, algo que no concuerda con lo reñida que fue la campaña, en la que los cuatro primeros de la tabla terminaron casi iguales: Camagüey quedó a solo un triunfo de los tres restantes, que concluyeron abrazados.
No puede leerse de otra manera, por más que se reconozca la lucha de Industriales partido a partido, pero la realidad dice que los agramontinos no dejaron respirar a los giraldillos con un juego agresivo, alegre y compacto que tomó por sorpresa a un equipo que iba, para muchos, con etiqueta de favorito, sobre todo por la historia, por la superioridad en la fase regular (ganaron nueve de 12 desafíos) y por empezar en casa.
Pero la tropa de Miguel Borroto no creyó en los fantasmas del “Latino”, que finalmente se tragó a sus propios hijos. Les favoreció el coraje de unos muchachos que le entraron sin complejos ni miedos al templo del béisbol cubano para acallar a más de 55 000 almas, atónitas ante lo que parecía increíble: dos derrotas contundentes y quizás su graduación colectiva.
Con esos resultados Camagüey lanzó una clara señal de que iría a por todas al “Cándido González”, que vivió un desborde descomunal. Pero además de una garra y una paridad en el juego, el elenco sacó mejor provecho de su pitcheo superior y pudo contar los tres días con abridores certeros: Lázaro Blanco, Yosimar Cousin y Yariel Rodríguez; para colmo de suerte, también tuvo cerradores eficientes.
Y en eso de traer a Blanco como primer refuerzo no le tembló nunca la mano a Borroto, que quiso afianzarse aún más con el mejor pitcheo de la campaña y así lo usó de abridor el primer día y de cerrador en la tercera jornada, cuando los Leones intentaron rugir en el último inning de la semifinal.
Camagüey mostró que no por gusto fue el primer lugar del grupo, sin contar que los refuerzos le funcionaron de maravillas, atenazados también con estrellas propias como Leslie Anderson y Alexander Ayala. Quizás como mejor simbolismo de la garra agramontina quede para la historia la atrapada espectacular de este último en tercera base para sellar una barrida épica.
A los Azules no les funcionó sobre todo el pitcheo, pues con la excepción de la joya lanzada en el tercer partido por el jovencito Bryan Chi, los abridores Vladimir Baños y Erlis Casanova no pudieron caminar sus partidos, y mucho menos su cerrador estrella Andy Rodríguez pudo cumplir su cometido al dejar perder la ventaja en las dos oportunidades en que fue llamado al box.
Por ahí se le fue el play off a Rey Vicente Anglada, a quien tampoco le funcionaron los refuerzos a la ofensiva y a la defensa, excepto el espirituano Frederich Cepeda, quien lideró el bateo y le produjo la mayoría de las carreras, mientras por los propios solo Yordanis Samón pudo sacar la cara.
En el otro extremo del play off, Matanzas se ganó el derecho a estar nuevamente en una final al reaccionar en cadena tras la primera derrota en suelo tunero. Los Cocodrilos no creyeron en la casta del actual campeón y desplegaron una ofensiva oportuna y rápida, liderada por el súper veloz César Prieto, el desbordado Ariel Martínez y el eficiente Yurisbel Gracial, quien al fin justificó en casa los galones ganados en Japón a fuerza de batazos.
Desde el box Yoanny Yera celebró a lo grande sus 1 000 ponches en Series Nacionales y se hizo justicia por los suyos, luego de tantas salidas baldías en postemporadas anteriores que le han costado a Matanzas más de un título. Eficiente también fue el trabajo de Freddy Asiel Álvarez, Noelvis Entenza y del espirituano Yamichel Pérez, muy certero como cerrador y salvador de dos juegos, después de rendir una gigante faena como abridor con ocho ganados sin perdidos en la fase regular.
Los leñadores no pudieron blandir su hacha como de costumbre y su lanzador estrella, Carlos Juan Viera, no pudo en el último partido corresponder a la clase mostrada en la fase regular, cuando lideró el promedio de carreras limpias, con 2.37.
La finalísima, pactada a siete juegos, iniciará este sábado por el estadio Cándido González a la una de la tarde y, según se ha informado, todos los partidos serán a esa hora.
Con una final inédita, dos equipos con similar grado de inspiración y garra sobre el terreno, además de nóminas muy completas, una predicción se torna compleja, mucho más después de perder por partida doble mis vaticinios de la semifinal.
Algo debe estar garantizado de antemano: la rivalidad y el espectáculo, además del desborde de los estadios y el disfrute de un país entero.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.