Al cabo de 20 días de la acción terrorista contra la Embajada cubana en Washington, ni el hecho en sí, ni las reiteradas declaraciones del Gobierno de la Isla en demanda de explicaciones oficiales por parte del país donde ocurrió el peligroso suceso, constituyen la noticia más relevante.
«Hay una noticia importante, al menos la noticia más importante, y es que al cabo de 20 días el Gobierno de los Estados Unidos se niega a emitir un pronunciamiento. Cada día que pasa es un día que demuestra su complicidad. Este silencio es un silencio cómplice», dijo, en diálogo con medios nacionales, el director general para Estados Unidos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Cuba, Carlos Fernández de Cossío.
En la conversación, acontecida en la sede de la Cancillería en La Habana, el diplomático se refirió a la contraproducente inclusión de la Mayor de las Antillas en un listado ilegítimo de naciones «que no colaboran con el Gobierno de los EE.UU. en la lucha contra el terrorismo», asunto sobre el cual apostilló que la potencia del Norte «conoce, como conoce la comunidad internacional, que Cuba tiene una posición vertical y consistente en contra del terrorismo. Cuba ha sido víctima del terrorismo».
Calificó este acto como unilateral, deliberado y deshonesto, que carece de todo valor ante cualquier foro u organismo competente, y que solo se usa como instrumento de presión sobre terceros países en sus posiciones hacia Cuba.
Respecto a la creciente hostilidad de la administración de Trump, Fernández de Cossío afirmó que «este Gobierno se ha empeñado y se ha comprometido políticamente en tomar acciones extremas para ponerle fin a la Revolución Cubana». Abundó en el carácter no convencional de tales posturas, típicas de una guerra abierta, y señaló varios de los obstáculos que pone al desarrollo de las relaciones bilaterales, tanto en el ámbito diplomático, de los intercambios académicos y culturales, como en el de los vínculos directos entre los pueblos a cada lado del estrecho de la Florida.
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