¡Gracias! Siete letras han sido suficientes para estremecer el alma. Siete letras que hablan de ejemplo, entrega, orgullo, compromiso, temores y también esperanzas. Siete letras que se han vuelto esencia y raíz del sentimiento de un pueblo entero que no ha dejado de sufrir, de sentirse orgullosa y vivir junto a ellos cada paso, desde el 22 de marzo, cuando partieron rumbo a la región de Lombardía los primeros 52 colaboradores integrantes de la Brigada Henry Reeve para contribuir en el enfrentamiento a la COVID-19.
El pasado 8 de junio, cuando finalmente los tuvimos de vuelta en casa, los estrictos protocolos sanitarios impidieron al Presidente Díaz-Canel llevarles junto al pecho el abrazo agradecido y orgulloso de toda Cuba. Era la promesa pendiente que en la mañana de este sábado, tras cumplir la cuarentena establecida, les llegó para arroparlos.
Tengan la certeza “del orgullo que sentimos de que en nuestra Patria haya hijos como ustedes”, les aseguró emocionado el Jefe de Estado en un salón del Centro Internacional de Salud Las Praderas, donde como en un torrente fluyeron anécdotas, emociones y múltiples experiencias vividas durante aquellos difíciles días, que son de una valía inestimable también para el sistema nacional de Salud.
Uno a uno fueron presentados nuestros colaboradores por el ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda. En sus ojos se adivinaba una mezcla de emociones, y poco a poco, entre la serenidad de unos y la jocosidad de otros, comenzaron a evocar las historias.
La intensidad del desafío se hizo evidente, no importa si para algunos fue su primera misión internacionalista o si ya sumaban otras tantas, para todos “fueron días de trabajo intenso, de profundo intercambio de experiencias y el riguroso cumplimiento de protocolos sanitarios que nos fueron dando más seguridad en el trabajo”, aseveró el doctor Carlos Ricardo Pérez, jefe de esta brigada médica.
El doctor Leonardo Fernández Fernández rememoró entonces cómo al llegar, sus colegas italianos los veían con cierta reserva, pero “poco a poco nos fuimos ganando la oportunidad de opinar, de sugerir, de aportar nuestros criterios”. Independientemente de la alta tecnología y preparación profesional les faltaba la “parte que nos enseña Cuba”, la atención no solo médica, sino también humana y clínica que nos permite muchas veces detectar padecimientos sin necesidad de acudir siempre al empleo de la tecnología.
Sesenta y siete años tiene el doctor Leonardo, especialista de primer grado de Medicina Interna y segundo grado en Urgencias Médicas y Terapia Intensiva, varias misiones internacionalistas, en situaciones también complejas lleva ya sobre sus hombros, tal vez por eso sus palabras a los jóvenes se me antojan uno de los mayores reconocimientos que podría hacérseles.
Nuestra brigada tuvo una combinación genial de fuerza joven y otra más experimentada, subrayó. Y cuando todo eso se junta y existe un mando único, “es imposible que las cosas salgan mal”. La alta calidad científica, técnica, humana y revolucionaria de los jóvenes fue un empuje tremendo; su energía y su quehacer una de las grandes fuerzas que tuvimos tan lejos.
Para ellos en Italia, detalló el joven galeno Rubén Martínez Artiles, “no es posible que un médico especialista tenga 27 años”, pero con el paso de los días, con nuestro actuar cotidiano, las dudas se fueron despejando. La experiencia fue difícil, la “llegada a ese primer cuerpo de guardia saturado de enfermos fue agobiante”, es algo que asegura no va a olvidar nunca; “por primera vez sentí miedo”, confiesa ahora.
Como él, también otros supieron sobreponerse a los temores; a la intensidad del clima; a las distancias; a los horrores nunca antes vistos de hospitales colapsados; a tecnologías de avanzada que solo eran conocidas por los textos; al sonido escalofriante de las sirenas en las calles y a mucho más, sin fórmulas mágicas o corazas protectoras para ello.
Prometieron salvar vidas y regresar a salvo: ¡y aquí los tenemos! Durante su estancia en Crema, por dos meses y 17 días, realizaron 5 mil 526 atenciones médicas, 3 mil 676 procederes de enfermería y salvaron 219 vidas.
“Salvar vidas fue precisamente entonces, como siempre lo han hecho, el propósito de esos días, y más reconfortante aun que los resultados y las cifras que ustedes lograron materializar, han sido el cariño y el respeto que ganaron del pueblo de Lombardía”, reconoció el ministro de Salud Pública, José Angel Portal Miranda.
“Cumplieron lo prometido de regresar sanos, con el orgullo de las vidas salvadas, de la atención prestada y, sobre todo, de la ayuda humanitaria que brindaron y que tanto ese pueblo necesitaba, cuando fue el epicentro de la pandemia en su momento más complicado”, valoró.
Para muchos fueron jornadas de más de veinticuatro horas, días difíciles en los que tuvieron que aprender a convivir entre la esperanza y la muerte, con la satisfacción de recibir de sus pacientes mensajes como el que dejó Abelina a uno de nuestros colaboradores: “Ustedes se convirtieron en nuestros ángeles de la guarda, estarán siempre en nuestros corazones. Gracias a ustedes, a su familia y a su pueblo por venir a cuidarnos”.
Esas son, de alguna manera, palabras que también se convierten en símbolo.
Nuestros profesionales de la Salud saben bien cómo hacerlo, es práctica cotidiana llegar también al alma de sus pacientes. “Lo hicimos de la manera más humana, de la manera más sencilla, de la manera más honesta”, afirmó el doctor José Luis Sánchez Pérez. En sus palabras había un remolino de emociones diversas con las que agradeció a Cuba por la infinita confianza depositada en todos ellos.
“Nosotros estamos aquí y vamos a seguir aportándole al país y a la humanidad desde nuestros modestos esfuerzos”.
A todos agradeció el Presidente de la República, con la sencillez de quien habla a un hijo, a un hermano, a un amigo, o a un padre, con el agradecimiento eterno de un país que los admira. Las experiencias que hoy nos han contado, y las que de seguro harán luego –confesó- son sumamente aportadoras para nuestro trabajo aquí, y muchas de ellas ya las hemos ido implementado.
Con profundo orgullo comentó también la sabiduría con que nuestros colaboradores se comportaron al relacionarse con sus colegas italianos. Ustedes son una muestra –aseguró- que desde la modestia, el rigor, y sustentados en los conocimientos y la preparación que tienen, es posible ganar en coherencia y fortalecer las relaciones, basadas en el comportamiento ético y humanista que nos distingue.
El mayor aporte de ustedes es que salvaron vidas. La manera en que lo hicieron ha elevado el prestigio de la medicina cubana y también convierte en una realidad que nosotros, además de enfrentar el egoísmo con solidaridad, ponemos el ideal socialista por encima del mercado, dijo. Con esa solidaridad, también salvamos vidas y anteponemos la vida a la muerte; ese es el resultado más integrador, más enaltecedor de la labor que ustedes han desplegado, destacó.
Sientan que “han crecido como personas, como revolucionarios, como ciudadanos cubanos, y han crecido sobre todo por eso, por el ejemplo, por la entrega, por el humanismo con que se entregaron a la causa que fueron a defender junto al pueblo italiano”, apreció.
Casi al final del encuentro, otra vez las emociones, los reconocimientos. El Presidente Díaz-Canel, en nombre del pueblo de Cuba, les hizo llegar una postal personalizada con su firma y una bata sanitaria, que justo a la izquierda del pecho luce la Marca País, el orgullo de las cuatro letras que dignifican nuestra Patria.
En retribución, el jefe de la brigada médica entregó al mandatario la enseña nacional con que fuera abanderada la Brigada Médica a su salida de Cuba y que los acompañó durante toda la misión, y el reconocimiento que al concluir les fuera conferido por las autoridades italianas.
Allí estaban este sábado, con la Patria toda queriendo abrazarles, estremecidos por las emociones de tantas experiencias; sencillos y únicos, como solo nuestros galenos saben serlo; con la serenidad que siempre cargan a cuesta los valientes, aunque a veces no lo sepan. Nuestros héroes ya están en casa, y ahora sí, Cuba entera los abraza.
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