No es que le acomode ni que le convenga, pero el pelotero espirituano César Hernández, uno de los prospectos de este deporte en Cuba, trata de sacarle provecho al impasse deportivo.
Tiempo le sobra y motivaciones, también. La COVID-19 tronchó el final del Campeonato Nacional Juvenil, pero su protagonismo quedó en las estadísticas que lo reafirmaron como uno de los mejores bateadores, al llevarse varios liderazgos para convertirse en puntal de su equipo Sancti Spíritus, ganador por primera vez de una medalla de oro en esa categoría.
César hizo lo que quiso con el bate: fue líder en average ofensivo con 443, en hits (54), anotadas (37), dobles (11), slugging (598). OPS (1 180), OBP (582) y bases robadas (27). Además, fue cuarto en carreras impulsadas con 28, conectó dos jonrones y un triple.
No le acompaña un gran somatotipo, pero sí talento y mucho entrenamiento. “El pasado año me adelanté un poco y jugué como 24 partidos con los juveniles sin ser de esa categoría. Creo que algo que influyó en esos resultados es que en la temporada pasada me mandaron para el entrenamiento con los Gallos y me pasé un mes y medio con ellos, eso me sirvió de mucho. Los entrenadores me hacían adaptaciones: si los grandes hacían siete tandas de batistín, yo hacía cinco; si daban seis o siete vueltas a la pista, yo daba cinco”.
Lo otro es su disciplina para concentrarse en lo suyo en el terreno y trata de mantenerse lejos del “opio” del celular. “Estudio al pitcher, sé lo que me va a tirar, cuando entro al cajón de bateo; desde que mi director David me da la seña, me concentro en el lanzador, es lo fundamental”.
Lo mismo aplica a la hora de robar bases. “Siempre estoy corriendo bases y entreno el robo, vigilo al pitcher, cómo hace el movimiento; desde el banco lo voy mirando”.
No es tampoco una casualidad para quien ha sido líder de sus equipos en todas las categorías. Por eso siente como un regalo del destino el título juvenil: “Fue algo lindo, llevamos desde la categoría 11-12 años intentando ser campeones con ese mismo equipo, hemos ganado plata, bronce y esta vez fue atípico, queríamos discutirlo porque tenemos esa espinita con Santiago que nos ha ganado otras veces, pero bueno, igual lo disfrutamos porque esa medalla dorada es el resultado del esfuerzo en la etapa clasificatoria donde cada juego contó”.
Por ese influjo y porque piensa que el “deportista tiene que mantenerse en forma”, ha convertido su casa en un estadio. “Puse una valla, me puse a batear con pelota y todos los implementos que me prestó David Luna (junior). Hago batistín, todo lo físico con planchas, barra, ligas, y en todo ese trabajo me acompañan mi hermano Mauro y mi primo Josué”.
En eso se pasa casi toda la tarde, después que sigue las teleclases para cuando todo pase terminar su onceno grado.
De entrenadores tiene a su mamá Maylín que, de tanto seguirlo y seguirlo por cuanto estadio juega en Sancti Spíritus y otras provincias, ya sabe el abecé de la preparación. También a su papá Julio, quien lo guía desde Venezuela, donde cumple misión. “Desde allá me dice lo que debo hacer”.
Adaptarse a este impasse le cuesta menos trabajo porque habitualmente por esta fecha lo hace tras finalizar los campeonatos nacionales. Sueña, asimismo, con que pueda realizarse el Panamericano Premundial y así seguir engordando su hoja de servicios, que con apenas 17 años ya es gruesa e incluye dos mundiales y un Panamericano.
Y que significa batistin??
Bien por el muchacho los que luchan se imponen