Béisbol: Y habrá sexto juego en la final

La finalísima de la Serie Nacional en su versión 59, tendrá un sexto juego y eso es salud para el espectáculo.

 Cuando todo parecía indicar que Matanzas levantaría la copa de su primer título, llegó Camagüey y mandó a parar, aunque no sin sustos. De paso mandó para el “Cándido González” la decisión definitiva.

Conscientes de lo que significaba ese partido de vida o muerte, los agramontinos se mostraron agresivos desde la primera entrada para respaldar a un Lázaro Blanco que lució inmenso hasta el séptimo capítulo al mantener en un puño a la batería rival.

 A esa altura ya su equipo había fabricado las carreras suficientes para ganar, tantas como nueve a base de varios racimos que hicieron saltar del box, primero a Freddy Asiel Álvarez y después a cuanto lanzador mandó al box Armando Ferrer.

 Y menos mal que fueron nueve pues a partir del séptimo se produjo una rebelión de Cocodrilos que levantó de sus asientos a todo el “Victoria de Girón”. Fue en el séptimo cuando marcaron cuatro y luego en el noveno otras dos.

 Pero las tensiones se dispararon cuando en el inning del cierre, los yumurinos llenaron las bases con lo que le parecía el empate del juego. A esa hora Miguel Borroto echó mano a la única opción que tenía delante: Yosimar Cousin, un muchacho de 21 años con corazón de hombre.

 Fue la solución mágica. Con un out en la pizarra y en turno dos de los mejores bateadores de Matanzas: Yasiel Santoya y Erisbel Arruebarruena, este último líder jonronero del torneo. Entonces Cousin se echó al estadio en un bolsillo, o en su brazo y les propinó dos soberanos ponches que enfriaron a los miles de aficionados matanceros y avivó las palmas en los agramontinos.

 Así revivió la finalísima. La Serie salió del pantano y va para la llanura.  La afición del país podrá disfrutar de una fiesta que quede a la altura de un torneo que fue reñido de principio a fin. Queda fiesta por ver.