Ante la crítica situación con el transporte de pasajeros, algunas personas se han preguntado por qué el país no recurre a los tranvías, a los metros de superficie u a otras inversiones, sin comprender cuán millonarias resultan tales obras y que en múltiples ocasiones no se dispone ni del dinero para enfrentar las necesidades emergentes.
Si un sector siente hoy con crudeza el impacto del criminal bloqueo norteamericano a Cuba es precisamente este, pues como señaló hoy en la Mesa Redonda Informativa de la televisión Eduardo Rodríguez Dávila, ministro del Transporte, a diario sufrimos la falta de combustible, la persecución contra buques y navieras que pretenden traerlo, y el no poder comprar medios y piezas por tener tan solo un 10 por ciento de componentes estadounidenses.
En su comparecencia televisiva, el titular -a modo de ejemplo- explicó que dos aviones que la mayor de las Antillas había adquirido, sus fabricantes informaron la interrupción del contrato debido a lo establecido en esa política, y así pasó también con otras compañías a las cuales se les solicitó un proyecto para el mejoramiento del aeropuerto internacional José Martí y de los talleres ferroviarios, pero ante la Helms-Burton tuvieron sus dudas (o temores).
Por si fuera poco, en 2019 se cancelaron los viajes de cruceros a puertos cubanos, que a su vez constituyeron fuentes de empleo en esas instalaciones y para trabajadores del sector, se suspendieron los vuelos comerciales y chárter a aeropuertos del resto del país, a excepción del de La Habana, y ello trajo consigo un incremento de pasajeros por carreteras, otra demanda que se atiende de manera priorizada, acotó el funcionario.
Pero la cancelación de aviones y cruceros conduce a que sean menos los ingresos en moneda libremente convertible necesarios para mantener en operaciones nuestras flotas, además de que ante el problema con los suministros de combustibles hemos tenido que comprar barcos en zonas distantes, manifestó el ministro para aclarar que ante estas duras realidades se buscan alternativas.
En otra parte de su comparecencia respondió a quejas de la población referente al incremento de los precios por transportistas privados, aun cuando los Consejos de la Administración han determinados las tarifas a pagar por la población y se ha establecido precios más justos, subsidiados, al adquirir el combustible mediante tarjeta magnética.
Particularmente en la capital el 76 por ciento de esos conductores ya solicitó su licencia operativa para trabajar, aun cuando también otros brindan servicios de manera ilegal y hay quienes acortan los tramos en aras de ganar más dinero, habida cuenta no se contentan con los 10 pesos que, como regla general deben cobrar, o hasta 25 pesos cuando el viaje es de un extremo a otro, a largas distancias.
Nuestro interés es sumar, expresó el ministro, en alusión a la labor persuasiva, de comunicación y entendimiento que debe existir en aras de que el mayor número de transportistas particulares, que reúnan los requisitos, continúen en esta actividad y cumplan las disposiciones o regulaciones, aun cuando tienen derecho a también expresar sus preocupaciones.
Ante las dudas de quienes están en la modalidad del llamado servicio Regular de por qué no pueden transportar turistas extranjeros, Rodríguez Dávila abundó en que para ello se necesitaría disponer de otra licencia (seguro internacional), y no es justo que por un lado el Estado les venda a precios subsidiados el combustible y por el otro estén en función de ese segmento para el cual existe una empresa de coches de alto confort, con su correspondiente sistema impositivo.
Ante la sugerencia de un cibernauta de Cubadebate, el ministro aclaró que tanto él como su equipo de dirección periódicamente están en contacto con la población, en la calle, lo mismo como pasajeros para tomarle el pulso a los acontecimientos, o contribuyendo con la recogida de personas en las paradas.
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