El Jurado del Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, correspondiente al año 2020 —integrado por los 15 periodistas al pie de firma de esta declaración—, tras un análisis profundo e íntegro de las 37 candidaturas, presentadas por igual número de delegaciones de base de la Unión de Periodistas de Cuba, y luego de un exhaustivo debate que mostró la cuantiosa valía de los propuestos y permitió, en igualdad de condiciones, apreciar y justipreciar sus méritos, resolvió otorgar la más alta distinción del gremio, a:
Un colega que ha desarrollado su vasta labor profesional, durante más de tres décadas de ejercicio activo, en dos espacios tradicionales de manera simultánea, y en ambas con una sobresaliente y sostenida excelencia estilística y una visión analítica raigal: la prensa impresa y la radial, y se expresa también en el acertado uso de las redes sociales y la comunicación multimediática que caracteriza este milenio.
El reconocimiento de lectores y radioyentes, de sus compañeros en el ámbito provincial y nacional, y el aval de casi 300 premios y galardones en diversos certámenes —que incluyen el Premio Anual Juan Gualberto Gómez en 2008, 2011 y 2016 y Menciones Especiales en 2004, 2010 y 2018—, certifican un desempeño de buen hacer.
Nuestro premiado conjuga constante aprendizaje, maestría, valentía, belleza estilística y sólida preparación profesional en el abordaje —desde todos los géneros del periodismo, con énfasis en el investigativo — de temas complejos y controversiales de la realidad económica, cultural, social e ideológica; un chapuzón diario a cuenta y riesgo en la agenda pública, desde la ética, los principios y la lealtad a la patria cubana, que le permiten desde el coraje personal ver con claridad presente y futuro.
A su quehacer propio une la contribución de modo protagónico al diseño, ejecución y evaluación del modelo de gestión editorial del medio de prensa donde labora; se le estima de igual manera como reportero, director de programas, guionista y analista en los espacios radiales; y se le aprecia en la condición de «maestro» por la permanente disposición a compartir conocimientos con los demás.
En una ocasión, una mano suave, «de caballero, sin aspavientos de poder», estrechó la suya y acompañó el saludo con un «!Vamos bien!, ¡Vamos bien!» para él y el colectivo que representaba. Hoy, acompañamos con satisfacción aquel reconocimiento fidelísimo, y también decimos desde el periodismo cubano, al saber, al quehacer, a la voluntad férrea de un hombre parado firme en Escambray, centro espirituano de nuestra Cuba: Contigo, ¡Vamos bien!, ENRIQUE SANTIAGO OJITO LINARES.
Me ha conmovido esa acta del jurado. Me han conmovido, también, las palabras de mi colega. Digo: hagamos de su segundo huracán de hoy una gran fiesta, para que borre las huellas del primero. Vamos bien, como le dijo Fidel aquella vez; yo los veía de cerca, aunque no escuchaba esa breve plática. Va bien él con nosotros, le digo ahora.
Lo admiro.