COVID-19 en Cuba: Gratitud a la italiana

Mientras hay quienes desbarran sobre Cuba, el italiano Emilio Artioli, ejecutivo que interviene en la construcción de un hotel en Trinidad, da su versión de cómo la isla caribeña enfrenta la pandemia

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Artioli participa en el programa inversionista turístico en la península de Ancón. (Foto: Cortesía del entrevistado)
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Artioli participa en el programa inversionista turístico en la península de Ancón. (Foto: Cortesía del entrevistado)

Al italiano Emilio Artioli no hay quién le haga un cuento sobre Cuba; conoce hasta la saciedad que en este mundo sobran los medios de comunicación y perfiles en las redes sociales que desbarran en torno a la realidad de la isla, más todavía en época de pandemia.

Aun así, con resolución decidió regresar a Trinidad; aunque sus seres queridos y amigos allá en las regiones de Véneto y Lombardía le imploraron que desistiera de retornar a sus labores en la construcción del hotel Meliá Trinidad, en esa lengüeta de tierra que lame el Mar Caribe, bautizada como península de Ancón.

Y el 24 de marzo, el director técnico de la Asociación Económica Internacional (AEI) Construcciones Trinidad bajaba por la escalerilla del avión en el Aeropuerto Internacional José Martí, de La Habana, para luego pasar 14 días en cuarentena en un centro de aislamiento por disposición del Gobierno cubano.

Al poner pie en tierra a las 8:30 p. m. de ese martes comenzó su historia de gratitud. Desde que arribó a la terminal habanera constató una “organización impecable”, que incluyó el chequeo médico de rigor, la garantía de la comida a todos los pasajeros del vuelo y el traslado en taxi o guagua a las provincias de destino con “la máxima observancia de las normas para evitar el contagio con el coronavirus”, precisó Artioli.

En el trayecto a Sancti Spíritus en taxi debió pensar en los suyos, en su Italia que malvive a causa de la pandemia. Una vez en tierra yayabera, todo funcionó como un reloj: primero, al Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos para verificar sus signos vitales; después, a la villa Rancho Hatuey, concebida como centro de cuarentena destinado a extranjeros.

A la vuelta de los días, Emilio prodiga elogios: “Me sentí en casa en todo momento gracias a la amabilidad y la cortesía del pueblo cubano”, y a seguidas pondera la profesionalidad de la enfermera, del médico, la camarera, del director del hotel. “En momentos como ese, uno necesita la palabra no solo de un profesional, sino de un amigo, y allí la encontré”, comenta el italiano, quien debió pasar aislado 14 días más en otra institución, acorde con los protocolos.

Por no llevar los ojos vendados, Artioli reconoce que “Cuba, a pesar de no ser un país rico, ha puesto todos los recursos necesarios para salir de la situación creada por el coronavirus de manera mejor que naciones ricas”.

Lamenta los infaustos episodios acaecidos debido a la COVID-19 en Italia, donde dos brigadas médicas cubanas dan la pelea contra la enfermedad en Crema, Lombardía, y Turín, Piamonte, ante la mirada agradecida de Emilio y sus conciudadanos. “Ese gesto es muy apreciado por los italianos”, asevera.

Ya en sus funciones en la ejecución del hotel Meliá Trinidad, expone que no le extraña la solidaridad de la isla caribeña: “Trabajé mucho tiempo en África, y en cada lugar donde estuve, siempre encontré a médicos y otros profesionales cubanos”.

Emilio alberga la esperanza de que el coronavirus evolucione sin mayores calamidades para Cuba por la forma en que el Gobierno, presidido por Miguel Díaz-Canel, enfrenta el SARS-CoV-2. Sobre ello a Artioli no hay quién le haga un cuento, porque lo vivió en los días de cuarentena en Rancho Hatuey, donde el personal sanitario devino prácticamente su guardaespaldas; en tanto sus colegas de la AEI, de la empresa TosCuba y la gerencia de TOMA Spa tampoco le perdían ni pie ni pisada desde la distancia.

En tiempos de esta pandemia, que ha convertido el planeta en una tumba inmensa, no faltan quienes intentan desacreditar la batalla de las autoridades cubanas contra la enfermedad, con resonancia en los medios y redes sociales, y es entonces cuando Emilio tira mano al refrán: Hace más ruido un árbol que se cae que un bosque que crece. “Con mi agradecimiento, yo quiero hacer sentir el silencio del bosque que crece”.

Enrique Ojito y Ana Martha Panadés

Texto de Enrique Ojito y Ana Martha Panadés

Comentario

  1. una vez más se demuestra que nuestro sistema de salud es unico en el mundo así lo veo yo, cubano de a pie trinitario de corazón, estoy convencido que saldremos victoriosos, estoy con ustedes mi primer secretario del Comité Central General de Ejercito Raúl, mi Presidente Díaz-Canel que con la guia de ustedes volveremos enseñar al mundo quienes son los cubanos Cuba salva- Cuba salva el amor

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