Los flujos de remesas hacia América Latina y el Caribe se aproximarán este año a los 96 mil millones de dólares, un descenso del 0,2 por ciento respecto al año anterior.
De acuerdo con los pronósticos del Banco Mundial, la crisis económica inducida por el impacto de la COVID-19 podría ser larga, profunda y generalizada cuando se mira a través de una lente migratoria.
‘Los efectos de la COVID-19 son de gran alcance si se consideran desde el punto de vista de la migración, ya que afectan tanto a los migrantes como a sus familias, que dependen de las remesas’, afirmó la vicepresidenta de Desarrollo Humano y presidenta del Grupo Directivo sobre Migración del Banco Mundial, Mamta Murthi.
Ese organismo económico internacional precisó en sus últimas estimaciones que por primera vez en la historia reciente, es probable que la población de migrantes internacionales disminuya en 2020, ya que la nueva migración se ralentiza y la de retorno aumenta.
Significó que aunque las actividades económicas y el mercado laboral en todo el mundo se han recuperado en diversos grados de los niveles negativos alcanzados en el segundo trimestre, aún están lejos de los anteriores a la crisis sanitaria, por lo que las perspectivas a corto plazo siguen siendo inciertas.
En su reseña sobre migración y desarrollo, el Banco Mundial señala que esto sucederá en la medida que siga propagándose la pandemia de COVID-19 y continúe agravándose la crisis económica.
Según las previsiones, el dinero que los trabajadores migrantes envían a sus hogares disminuirá un 14 por ciento en 2021 con respecto a los niveles de 2019, pues no se puede descartar una recurrencia de las fases de la COVID-19 acompañadas de bloqueos, prohibiciones de viaje y distanciamiento social hasta bien entrado el próximo año.
Entre los principales factores que influyen en la disminución de las remesas figuran el escaso crecimiento económico y los bajos niveles de empleo en los países que reciben migrantes, la debilidad de los precios del petróleo y la depreciación, con respecto al dólar estadounidense, de las monedas de los países de origen de las remesas.
No obstante, esos envíos a Colombia, El Salvador y la República Dominicana registraron un crecimiento interanual positivo entre junio y septiembre, tras haber caído bruscamente en abril y mayo.
Mientras hacia México, el principal receptor de la región, se mantuvieron en parte porque los migrantes trabajaban en servicios esenciales en Estados Unidos y porque los que reunían los requisitos podían beneficiarse de algunos programas de estímulo implementados en ese país.
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