La noticia los tomó por sorpresa. Por la humildad de ambos, ante la llegada de esta reportera los rostros de Ana Delia Cabrera Jiménez y Secundino Bienes Pérez se tornaron casi lívidos bajo la sombra de sus sombreros. Sin embargo, poco a poco el diálogo fue fluyendo.
Comenzamos a hablar y este matrimonio de adultos mayores fue desnudando, sin querer, los secretos de su consagrada labor en la parcela de tierra que poseen dentro de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Pedro María Rodríguez, de la comunidad La Lolita, perteneciente al municipio de Yaguajay. Allí, garantizan la alimentación de su familia y también contribuyen al autoabastecimiento local.
Pero, como en todos los intercambios, alguien siempre toma la delantera, en este caso fue la mujer. Después de soltar las ataduras emocionales que la mostraban desarmada, comenzó a explicar lo que hace en su pedazo de tierra, porque nadie mejor que ella para prestigiar el lugar que les da de comer.
“La cama me molesta después de las 5 de la mañana”, dijo Ana Delia con autoridad. Y es que desde esa hora, e incluso, un poco antes, esta señora de 65 años de edad, se levanta para emprender las faenas cotidianas. Una vez preparada para ir hasta el campo, ubicado en las cercanías de su vivienda, no precisa grandes atuendos. Solo necesita un pantalón, una camisa y un sombrero que la proteja del sol. Lo demás, según cuenta, es pan comido.
Lo mismo guataquea, que chapea, riega agua… No importa lo que tenga que hacer, para ella lo más importante es cuidar de los cultivos de lechuga, pepino, plátanos, melones, café, mango, maíz, piña, habichuela, entre otros tantos que posee en sus más de 20 cordeles de tierra destinados a estas siembras. Luego, cuando advierte que todo está en orden, vuelve a casa y allí emprende su otra jornada.
Limpia, lava, cocina…., realiza todos los quehaceres del hogar, y cuando alguien cree que está cansada, se equivoca.
No espera que nada venga hasta ella. Las semillas para la plantación, por ejemplo, las obtiene de sus mismos productos y los medios que necesita para garantizar la seguridad de sus sembrados los ha alcanzado a golpe de sacrificio. Mas, Ana Delia y Secundino no quieren todos estos alimentos solo para la familia, entregan el 10 por ciento de sus cosechas a la CPA a la que pertenecen y al mismo tiempo benefician al Hospital General Docente Joaquín Paneca Consuegra y al Hogar de Ancianos del municipio.
Este matrimonio apegado al campo fija su mente en lo que pueden hacer para ayudar y también incorporan dentro de sus producciones la cría de puercos criollos, gallinas, conejos… Todo gracias a su voluntad de trabajar y de apoyar la tensa situación que vive hoy el país.
“Siempre me ha gustado el campo”, así resume Ana Delia su amor por la tierra.
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