Los fiscales estadounidenses que buscan extraditar a Julian Assange alegaron este 24 de febrero en Londres en el inicio del juicio que las filtraciones de Wikileaks pusieron vidas en peligro, pero admitieron no tener pruebas para sustentar la acusación.
Según expuso el representante del gobierno de Estados Unidos James Lewis en
la audiencia que se celebra en la corte de Woolwich, sureste de Londres, la
divulgación de esos materiales clasificados contribuyó a identificar a
informantes que arriesgaron sus vidas para ayudar al Ejército norteamericano en
Iraq y Afganistán.
El letrado, quien argumentó que el periodismo no era una excusa para cometer
delitos o una licencia para quebrantar la ley, admitió, no obstante, que la
fiscalía no podía demostrar que alguna de esas personas resultara dañada como
resultado de las filtraciones.
La falta de pruebas fue resaltada por el actual director de Wikileaks, Kristin
Hrafnsson, quien aprovechó uno de los recesos en la vista oral que se extenderá
durante toda la semana, para asegurar a la prensa que Washington no había
presentada nada nuevo en el primer día del caso.
Es el mismo discurso vacío de hace más de una década, afirmó el periodista
islandés, quien alertó que no es Assange quién está en el banquillo de los
acusados, sino el periodismo y la libertad de prensa.
Hrafnsson también se quejó de que el juicio de extradición tenga lugar en un
tribunal que apenas puede acomodar a una docena de personas en la galería
pública, y a un reducido número de periodistas.
De esta forma es muy difícil que podamos hablar de un proceso abierto y
transparente, remarcó el directivo de Wikileaks, quien no obstante dijo que
espera tener un juicio justo, en base a las pruebas que presentará la defensa
de Assange a partir de mañana.
Decenas de personas, entre ellas varios miembros del movimiento Chalecos
Amarillos llegados en autobús desde París, se congregaron en las afueras del
tribunal, contiguo a la prisión donde está encerrado Assange desde su arresto
en la embajada de Ecuador en Londres en abril pasado, para exigir su
liberación.
Los cánticos y gritos de apoyo de los manifestantes eran perfectamente audibles
dentro de la sala del tribunal, al punto que la jueza Vanessa Baraitser
preguntó ‘si no se podía hacer algo’ para acallarlos.
De ser entregado a Estados Unidos, Assange enfrentaría una condena a 175 años
de cárcel, como resultado de los 18 cargos que se le imputan, y que incluyen
desde conspiración para cometer espionaje hasta piratería informática.
Los fiscales norteamericanos lo acusan en particular de haberse confabulado con
la exanalista de Inteligencia del Ejército Chelsea Manning, quien le suministró
los miles de archivos secretos que exponen crímenes de guerra y asesinatos de
civiles cometidos por los militares estadounidenses en Iraq y Afganistán.
Wikileaks también publicó entre 2010 y 2011 más de 250 mil cables del
departamento de Estado en el que los diplomáticos hacen valoraciones de
gobiernos y personalidades del mundo.
Según trascendió, la jueza Baraitser escuchará los argumentos legales está
semana, y luego suspenderá el juicio hasta el 18 de mayo, cuando comenzará la
segunda parte de un proceso que podría demorar varios meses, pues se espera que
la parte que pierda el caso apele el veredicto.
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