En las líneas de las manos se resguardan las huellas de los intensos días junto al barro. Horas y horas frente a la tierra mojada resultan difíciles de borrar. Cada rastro lo devuelve al esfuerzo que significó darle vida a una obra que dejó de ser propia para convertirse en la de muchos.
Bien lo sabe Víctor Hugo Suárez Toledo, quien apostó por regalarle a su centro laboral un mural sui géneris.
“Quise dejar algo como muestra del cariño que siento por la escuela y por su colectivo, sobre todo por quienes me formaron. Pensé qué hacer y me di cuenta de que le faltaba esto y por eso me dediqué primero a esbozarlo y luego le di forma”, cuenta, junto al rostro de Federico Engels, el escritor y filósofo alemán que le da nombre al plantel, donde aprendió a leer y a escribir y hoy labora como instructor de arte.
Justo en la gran pared que le ofrece la bienvenida a quienes cruzan hacia el interior de la escuela, el rostro del autor del Anti-Dühring da la bienvenida. Arrugas, vellos faciales, una mirada profunda… delatan un trabajo minucioso, en busca de adueñarse de cada detalle que las fotos le permitieron captar.
“Aproveché la etapa de confinamiento para hacerlo. Primero, dibujé en el piso cada una de las siluetas y luego, lo rellené con barro, respetando cada momento de la técnica: secarlo, quemarlo, llevarlo mediante albañilería a la pared y, por último, pintarlo”, narra con detalles.
La ausencia de sus alumnos y el poco tránsito de los trabajadores por los pasillos de la escuela primaria, enclavada en el Consejo Popular de Colón, de la ciudad del Yayabo, le permitieron que la musa tomara alto vuelo.
“Muchos de mis compañeros me han felicitado. Algunos estudiantes, también. Pero la gran sorpresa será cuando reinicie el curso, pues con anterioridad sólo conocían de este rostro por pequeñas fotos que se cuelgan en los murales de las aulas. Incluso esta obra puede convertirse en una vía más intimista para que descubran la magnitud del legado de Engels. Además, se convertirá en un estímulo, pues verán materializadas en gran tamaño algunas de las cuestiones de las que hablamos en los talleres de creación”, refiere.
Y es que para este miembro de la Brigada de Instructores de Arte José Martí resulta imprescindible disfrutar cómo los rostros de sus alumnos se llenan de luz ante cada descubrimiento con los colores o la plastilina. Regresa a aquellos días en que la Casa de Cultura Osvaldo Mursulí, de Sancti Spíritus, supo que las artes plásticas eran su mejor forma de expresión.
“Allí también me hablaron de la carrera de instructores de arte y no dudé en matricularla, pues fusionaba dos cosas que me encantan: crear y enseñar”.
Desde su egreso ha laborado directamente en el proceso docente-educativo, mas, la Enseñanza Primaria resulta la etapa que prefiere para acompañar a quienes tienen habilidades para adentrarse en el mundo de las artes plásticas.
“En las primeras edades es muy fácil lograr resultados, pues no están contaminados de tendencias y estilos. Desde la inocencia crean mundos fabulosos que con la guía de un instructor se va perfeccionando, pero sin que pierdan su autenticidad”.
Precisamente, ese goce que siente este joven espirituano de 29 abriles, inquieto por naturaleza, le hizo retornar al sistema educacional, tras un breve tiempo en que se dedicó solo a la creación.
“A esa etapa también le debo el haber podido crear este mural ya que hice otros en el taller de alfarería en que laboré. Al regresar aposté por venir hasta esta escuela como agradecimiento a la formación que recibí aquí”.
Víctor Hugo Suárez Toledo ha aprovechado muy bien todo este tiempo en que la COVID-19 nos ha obligado a moldear nuestras actividades sin tantos vínculos sociales. Además de soñar cómo será la presentación masiva del mural, ya tiene en agenda gran parte de sus talleres planificados para seducir a sus estudiantes en el fascinante mundo de la creación.
“Me siento muy cómodo en esta escuela y en mi estrecha relación con la Casa de Cultura del municipio. En ambos espacios me considero útil y eso es importante porque te da energía para seguir soñando y, más tarde, materializar esas creaciones que nacen primero en tu mente”.
Y con esa filosofía de vida se le ve a menudo por el plantel a este joven que se asegura de pasar, aunque sea por el lado de la cerca, para disfrutar desde lejos de su más reciente obra, una con carácter especial porque se hizo con las huellas del agradecimiento por el lugar que le permitió tocar con sus manos el umbral de los conocimientos.
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