Para Mariano Miguel Díaz Castillo, coordinador del Movimiento 26 de Julio en Sancti Spíritus de enero a julio de 1959 (*), “1957 fue un año bastante sombrío porque había un estado de terror permanente. La dictadura de Batista desarrollaba una represión casi generalizada mientras en la Sierra Maestra el joven líder Fidel Castro, al frente de la guerrilla, caminaba hacia la consolidación de un territorio libre después de fracasos iniciales como Alegría de Pío y otros traspiés que todo el mundo conoce.
“En ese contexto, recuerda Mariano, el 13 de marzo de 1957 ocurre el asalto al Palacio Presidencial y a la emisora Radio Reloj. Aquello fue impactante, conmovedor, porque los estudiantes de la capital estaban librando una lucha sin cuartel contra el régimen, guiándose por lo enunciado en la Carta de México suscrita por Fidel y José Antonio Echeverría.
Según su criterio, ¿cómo se manifestó o cómo influyó en Sancti Spíritus esa acción heroica?
“Bueno, no solo en Sancti Spíritus, sino en toda Cuba.Creo que uno de sus principales efectos fue que el asalto al Palacio y la represión que le siguió con el bárbaro asesinato de Fructuoso Rodríguez y otros tres revolucionarios en Humboldt 7 ayudó a formar en el pueblo una conciencia en contra de los responsables de esos atropellos. Fructuoso era el segundo de Echeverría en la FEU y en el Directorio Revolucionario Estudiantil. Aquello fue una masacre.
“Ocurrió que el estado de terror implantado en La Habana, se empezó a sentir aquí, a donde vinieron en busca de refugio algunos de los participantes en lo del 13 de marzo. Puedo afirmar que, como respuesta al hecho tremendo del ataque al Palacio, en Sancti Spíritus hubo una reacción de admiración por aquellos jóvenes y de solidaridad con ellos, y que la población tomó conciencia de la necesidad de apoyar a la Revolución y participar más activamente en la lucha contra la tiranía.
“Quiero expresar mi opinión de que el incremento de la represión y de los hechos de sangre derivados del asalto al Palacio tal vez habrían podido doblegar a otro pueblo, como ha ocurrido en otras partes, pero nunca al pueblo cubano, que se creció ante sus enemigos y los fue derrotando en todos los frentes hasta alcanzar la victoria final en enero de 1959”.
¿ECHEVERRÍA EN SANCTI SPÍRITUS?
La indagatoria de Escambray para la realización de ese trabajo estuvo matizada por un feliz descubrimiento, y fue la relación familiar de Olga Santos Lara y de su hijo, Alberto Bianchi Santos, con José Antonio Echeverría Bianchi, artífice principal de los hechos del 13 de marzo de 1957.
Olga, hoy octogenaria, pero entonces una joven maestra relacionada con muchos revolucionarios espirituanos, como las hermanas Suárez, las Brizuela y las Chacón, entre otros, entró en la familia de José Antonio a partir de su matrimonio con Rogelio Marcelo Bianchi Rodríguez, primo de Manzanita, como le decían al combativo joven cardenense, lo que le permitió conocer detalles de la vida y la lucha que libró contra el régimen criminal de Fulgencio Batista.
La exprofesora de inglés de segunda enseñanza recuerda que, poco antes de la muerte de José Antonio Echeverría, líder del estudiantado revolucionario cubano, había fallecido un hermano suyo en una situación confusa, después de haber estado vinculado con actividades del Directorio Revolucionario Estudiantil en La Habana.
“Mi esposo, que fue al entierro, me contó que cuando iba a salir el cortejo fúnebre para el cementerio, José Antonio, que estaba muy perseguido por la Policía, dijo: ‘Yo voy detrás de ti’. Después vino lo del asalto al Palacio presidencial y ya él tenía planeado lo que iba a hacer, por lo que algunos de sus más cercanos familiares allí presentes lo comentaron posteriormente. Se dice, apunta Olga, que hubo una señora de toda su confianza, según la cual, José Antonio le confió que pensaba asaltar el Palacio.
¿Pero usted, conoció personalmente a José Antonio Echeverría?
Sí, lo conocí por aquella época, más precisamente en 1955 o 1956 y me lo presentó un primo suyo que era compañero de nosotros de bachillerato. Él vino aquí a participar en la inauguración del Club Deportivo, hoy Los Laureles, que pertenecía a la Sociedad El Progreso. Él asistió a esa fiesta.
“No me imaginé que iba a pasar lo que luego ocurrió. En esa época había un apoyo casi unánime a la lucha contra la tiranía y puedo afirmar que el asalto a Palacio contribuyó a que la gente tomara conciencia de la trascendencia de la lucha que se libraba contra el tirano”.
EN BUSCA DE JOSÉ ANTONIO
Alberto Bianchi Santos, hijo de Olga, hoy con 52 años, siempre se ha sentido atraído por la personalidad de José Antonio Echeverría, su primo segundo, y ha averiguado sobre los lazos familiares y el papel de José Antonio en las luchas revolucionarias del estudiantado cubano. Él aclara: “Yo me crie en una familia donde se hablaba mucho de él. Mi papá, mi tío, todos lo mencionaban con frecuencia. Mi tío José Bianchi, que tiene 93 años, todavía está vivo en Camagüey.
“En mi caso particular, no tuve relación directa con José Antonio a quien no conocía por ser de generaciones distintas, ya que cuando yo nací ya él había fallecido, pero tuve la oportunidad de visitar la vivienda de su familia en Cárdenas y también la casa de una tía de nosotros —donde él se crió—, en La Habana, que se llama Ketty Bianchi.
Después se mudaron para Neptuno, casi esquina a Agramonte, y más tarde para Belascoaín, que es donde estaba el cuartico de fotografía mencionado en algunas ocasiones, que era un inmueble con una pequeña habitación arriba, que él escogió para poderse escapar de los cuerpos represivos, pues los esbirros siempre andaban detrás de él tratando de matarlo.
Se ha mencionado aquí que algunos miembros de la familia de José Antonio se radicaron en tierra espirituana. ¿En qué lugar fue y cuál era su parentesco?
“Bueno, aclaro que la madre de José Antonio y el abuelo mío eran hermanos. Vivían en Cárdenas, de donde era la familia Echeverría Bianchi. Algunos de sus tíos vinieron para Tuinucú a hacer trabajos y allí se quedaron. Esos que vinieron para Tuinucú se llamaban Alberto, Ricardo y Máximo Bianchi. Ellos eran descendientes de una familia de italianos. Otros se fueron para La Habana, y José, que está en Camagüey.
¿Qué sabes de lo que ocurrió en Palacio y en general ese día?
“De Palacio lo sé todo. Si aquel asalto hubiera tenido éxito, la historia de Cuba hubiera sido otra. José Antonio sabía que era muy difícil que no lo mataran y por eso se consideraba una bandera de lucha de su pueblo contra la tiranía de Fulgencio Batista. Por eso plasmó en su testamento político una frase que quedó para la historia de Cuba: ‘Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad”’.
(*) Mariano Miguel cesó en el cargo cuando las llamadas Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) asumieron las funciones políticas en julio de 1959.
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