No hay peligro de tsunami para Cuba. Así lo informó por la cadena televisiva Telesur el jefe del Servicio Sismológico Nacional, quien radica en el Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas de Santiago de Cuba.
La certeza viene a representar algo así como un cordón de seguridad, arrojado sobre los centenares de habitantes cubanos que a lo largo de la isla se alarmaron en la tarde de este martes 28 de enero, cuando un movimiento telúrico despabiló los ánimos y puso a correr a no pocas personas residentes en edificios altos.
El sismo alarmó particularmente a gente que habita en territorios poco entrenados para movimientos de tierra, como Sancti Spíritus: “El balcón, como que se me movió, yo pensé que tenía un mareo de la cervical y entonces nos mandaron a bajar del edificio”, contó a Escambray una joven del llamado 12 Plantas, ubicado en la barriada de Los Olivos, en el sector norte de la capital provincial espirituana.
“De momento el sofá empieza a vibrar”, explicó Estela García Companioni, Cuqui, una auxiliar de limpieza y mensajera de la misma zona, que tampoco demoró mucho en cerrar la puerta y coger las escaleras para mirar su casa en contrapicada dese de la acera del edificio.
Según un parte sobre el evento, al que tuvo acceso Escambray, el movimiento fue de magnitud 7.1 en la escala de Richter, se produjo a 19,34 grados latitud Norte y 78,79 grados longitud Oeste, a una profundidad de 20.7 kilómetros, exactamente a 123,6 kilómetros al Oeste Suroeste de Cabo Cruz, en la provincia de Granma.
Un custodio del Puerto de Casilda daba un reporte al menos tranquilizador: “Desde aquí lo veo: el mar está tranquilo, con un leve movimiento de olas, pero no tanto”.
Fuentes especializadas explicaron que el evento fue perceptible en Jamaica, Bahamas, Islas Caimán, Haití, Honduras y Cuba, aunque hasta el momento no se conocen víctimas.
Hasta Escambray llegaron reportes de la percepción del movimiento telúrico en Siguaney, La Sierpe y Casilda, además de la ciudad cabecera, sitio este último donde vecinos de los edificios más altos abandonaron sus hogares en busca de seguridad.
Mi gente en Bayamo, por primera vez en eventos de este tipo, sostiene que sintió una fierte sensación de mareo, que persistía incluso en algunos a horas del suceso.