Desde el primer día que irrumpió en la historia de la añeja villa del Yayabo, el 15 de julio de 1839, el Teatro Principal ha sido testigo de los principales sucesos de la urbe. Ni en los tiempos que cambió su objeto social o perdió su primera belleza por un fuego intenso, dejó de ser un lugar admirado y respetado por los hijos de esta tierra.
Y quiso la COVID-19 también sumarse a esas calamidades que resguarda en su trayectoria. Mas, el intento de ahogo en el silencio falló, pues una vez más se ha levantado, impulsado por quienes como celosos centinelas no dejan que su telón cierre definitivamente.
“Durante estos meses hemos aprovechado el tiempo para que no pierda su belleza e higiene. Para ello han sido trascendentales las labores de mantenimiento”, dijo Ana Betancourt Hernández, directora de la institución.
Precisamente, una de las acciones que más movimiento han generado es la recuperación de la cubierta. Era necesaria su reparación ya que en el falso techo estaban visibles las huellas de las goteras.
“Tras la llegada de las tejas se ha venido trabajando de forma muy rigurosa para evitar la chapucería y para que se mantenga en el tiempo. Ha sido preocupación de muchas personas y hemos sentido el empeño por parte de las máximas autoridades políticas, gubernamentales y de nuestro sector”, acotó.
Igualmente, se han resanado las paredes en el interior del coloso, ubicado en una de las márgenes del río Yayabo, para lograr un mayor confort. “Se lleva a cabo la construcción de un clóset para áreas de servicio, donde se van a guardar los útiles que se utilizan en cada actividad. Afortunadamente no es mucho porque tenemos como máxima que al detectar cualquier fisura intervenimos para que los daños no sean mayores”, añadió.
A la par de estas labores, la dirección del Teatro Principal ha diseñado una estrategia de capacitación para todo su colectivo, siempre a partir del plan de energía eléctrica asignado.
“Tras declararse Sancti Spíritus en segunda fase por la COVID-19 abrimos nuestras puertas con las medidas higiénico-sanitaras establecidas. Actualmente, dejamos entrar solo a 150 personas y los ubicamos dejando una luneta por el medio, así como exigimos el uso del nasobuco y la desinfección de manos y pies. Al concluir cada actividad volvemos a higienizar la sala”, aseguró Betancourt Hernández.
La directora reconoció que han tenido mucho impacto las escasas actividades que desde entonces han podido acoger, sobre todo dedicadas al público infantil y galas nocturnas.
En estos momentos el escenario del Teatro Principal es tomado cada día por los 13 estudiantes de la Escuela Elemental de Arte Ernesto Lecuona que harán el pase de nivel en Danza.
“Aprovechamos mucho las redes sociales para visualizar todo lo que hacemos ya sea en propuestas culturales como algunas de las labores de mantenimiento”, concluyó su directora.
En ese constante ajetreo transita la vida interna del Teatro Principal, institución que jamás se ha doblegado ante los obstáculos impuestos en sus 181 años e insiste siempre en descorrer su telón.
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