No hizo falta un altoparlante que anunciara su deceso para que los espirituanos, acostumbrados a escuchar su nombre en cada evento de rodeo, salieran a las calles al paso del féretro rumbo al cementerio de la barriada del Kilo-12 para dar muestras de cariño que él jamás hubiera imaginado. Porque la modestia era algo innato en su persona. ¡Ese es Gustavito, el del Rodeo!, ¡Ahí va Gustavo, el de la Feria!, ¡Qué clase de entierro el de Gustavo!
Así expresaron los que aprendieron a admirarlo cuando con solo 13 años debutó en la monta de toros y desde entonces no hizo otra cosa que vivir para dar satisfacción a los amantes del deporte de los lazos y los caballos.
Maestro de decenas de jóvenes que durante su activa carrera deportiva se formaron bajo su sombra, Gustavo Arias, el delegado del Rodeo en Sancti Spíritus, el presidente de la Asociación de Rodeos y Vaqueros de la provincia, el vaquero imparcial, que sufría lo mismo cuando uno de sus discípulos fallaba sobre las arenas de competencia que cuando lo hacían los del equipo contrario, el espirituano que prefirió irse a apoyar la lucha del pueblo angolano antes de seguir con su carrera deportiva, el trabajador de la Feria Agropecuaria Delio Luna Echemendía nos dijo adiós, pero su legado seguirá vivo por los años de los años.
Gustavo siempre fue el guía, el motor impulsor de los vaqueros espirituanos dentro y fuera de la isla. Así pasó desde que en 1986 asumió la dirección del equipo y luego el asesoramiento en general, llevándolo hasta el lugar cimero y manteniendo su título por mucho tiempo.
Por sus méritos, más de una vez fue seleccionado para representar a Cuba al frente de los jinetes que asistían a diversas competiciones en Costa Rica y Guatemala.
Su actuar, su consagración, su disciplina, su desempeño, su justeza, su sabiduría o cualquier otro calificativo resultarían insuficientes ante la figura de Gustavo Arias, quien por ser un espirituano de las botas al sombrero recibió múltiples reconocimientos, como el Premio Nacional Jorge Barrameda in memóriam.
“Mi mayor satisfacción es el rodeo —dijo alguna vez—, ese que me hace vivir, al igual que los caballos, la Feria, las cuadras llenas de animales, ese ajetreo que se forma en medio de cada espectáculo. A veces cierro los ojos, pero no me imagino fuera de todo esto”.
Después de haber leído el escrito del amigo de nuestra familia, prestigioso amigo de nuestro primo Gustavito, no nos queda mucho que escribir. Le agradezco amigo sus reflexiones que en ningún caso ha sobredimensionado las cualidades de Gustavo. Muy acertada su propuesta de que comparta el honor póstumo de designar la pista de rodeo con su nombre quedando así a la luz de quien fuera para él fuente de inspiración, el honorable Delio Luna. Solo me queda sugerir que de aprobarse sea incluida en ese acto a la compañera que por muchos años lo acompañó,
Gracias Omar siempre voy a recordar a Gustavito como siempre fue hombre y gran amigo un abraso grande para ti y la familia saludo a los desmochadores jaja los quiero que mi dios me los cuide nos vemos pronto ??
Querida periodista y lectores de este articulo.
Nunca en la vida hubiese querido tener que ser autor de este comentario, porque la persona que se nos ha ido físicamente, además de significar una verdadera e irrepetible leyenda en el deporte de la ganadería y especialmente en el rodeo de la provincia de Sancti Spiritus, al cual consagro su vida desde la edad de adolescente, fue también para mí un apreciado hermano y un verdadero paradigma muy querido por mis hijos y demás familiares.
Los que no tuvieron las oportunidad y el honor de conocer personalmente a Gustavo, deben saber que fue un hombre que consagro toda su vida al deporte del rodeo, primero como excepcional vaquero y por cuya trayectoria fue merecedor de incontables trofeos en ferias provinciales y nacionales y puedo asegurar que no solo escalo a los planos estelares por su maestría y técnica como jinete de toros, derribos de toros a mano, enlaces y ordeño de vacas, en todos los cuales brillo y subió incontables veces a lo más alto del pódium por ser el más destacado, sino también, por su inclaudicable ejemplo como vaquero, capitán del equipo durante muchos años y finalmente como presidente de la federación de vaqueros de la provincia de Sancti Spiritus.
Yo tuve el doble privilegio y el honor de ser su amigo durante más de 40 años y también, siendo dirigente de la agricultura en la provincia, el de haberlo recibido junto a otras personas queridas, cuando regreso de cumplir honrosamente su misión internacionalista en Angola donde permaneció durante más de 2 años y de que, apenas transcurridos pocos días después de su regreso, designarlo al frente de la actividad de rodeo en Sancti Spiritus y puedo aseguran que a partir de haber asumido esta importante responsabilidad, Gustavo se dedico en cuerpo y alma a trabajar sin descanso y sin importarle los sacrificios para que este deporte se siguiera fortaleciendo y con ello darle alegría a un pueblo que acumula ricas tradiciones históricas y verdaderos arraigos en esta actividad desde la primera mitad del siglo pasado y que con el triunfo de la revolución alcanzo dimensiones exponenciales no solo a instancia de las ferias agropecuarias del país, sino, que también fue fuente de inspiración para este deporte a nivel de Municipio, empresas ganaderas y bateyes, contribuyendo de esta manera a un movimiento masivo que en la práctica se ha convertido en fuente insustituible e inagotable de producción de talentos que, en distintas etapas, han transitado por la selección del equipo espirituano y han dado gloría a este deporte en la provincia, en la nación e internacionalmente.
Al mismo tiempo, no debemos de olvidar que por la autoridad adquirida, su acumulada experiencia, conocimientos, meritos y ejemplaridad en la actividad, fue acreedor del respeto y la admiración de sus vaqueros y merecedor de haber sido capitán del equipo de rodeo de Cuba que, bajo su indiscutible conducción, alcanzo y fue merecedor de premios y trofeos que enriquecieron el prestigio del País en esta esfera deportiva a nivel internacional. Tampoco puedo dejar de expresar que, por sus innumerables cualidades, también, fue acreedor del prestigio y el respeto de sus dirigentes y de los organismos administrativo, políticos y de masa vinculados directa o indirectamente a la actividad de ferias agropecuaria.
En un momento de tanta tristeza y recordación que, con mi humilde comentario, pretendo hacer honor a la memoria de Gustavito, como cariñosamente muchos le decíamos, no puedo pasar por alto el mencionar a otros grandes ejemplos que, juntos a él, como deportistas activos primero y como dirigente después, lo acompañaron en grandes e incontables batallas deportivas y que desafiando limitaciones y dificultades de todo tipo, se supieron sobreponer a las mismas para mantener activamente este deporte y poder brindarle siempre el merecido disfrute a nuestro querido pueblo y en este sentido debo ser justo mencionando los nombre de Luis Quintero, los hermanos Castros y Pedro Obregón, por solo citar algunos ejemplos, quienes bajo su indiscutible liderazgo lo apoyaron incondicionalmente.
Su Adiós es solo físico, porque como lo grandes y los verdaderos ejemplos ante la vida, su recuerdo será imperecedero y perdurara en el corazón y el sentimiento de su pueblo y especialmente de su familia, discípulos, compañeros de trabajo, amigos y personas que, como yo y mi familia, lo tendremos siempre como un ser muy querido y ocupando un lugar especial en lo más profundo de nuestros corazones.
Termino expresando que, en sus honras fúnebres, he estado pensando y reflexionando con personas allegadas, acerca de cómo rendir, justamente, tributo póstumo a la memoria de Gustavo Arias y aunque estoy seguro que las autoridades de la provincia sabrán cómo hacerlo, interpretando el sentir de decenas de miles de espirituanos, me permito la atribución de proponer a la dirección del partido, del gobierno y del Ministerio de la Agricultura, que la pista de rodeo de la prestigiosa instalación de la feria de Sancti Spiritus, que lleva el honroso nombre de “Delio Luna Echemendía” bautice con el nombre de GUSTAVO ARIA a la pista de rodeo de dicho recinto, por ser un emblemático lugar donde él regalo tanta gloria y alegría al heroico y estoico pueblo espirituano, convirtiéndose de esta forma este sitio en un inexorable homenaje a un grande entre los grandes y motivo de inspiración para las nuevas generaciones del rodeo y constituirá un merecido homenaje de recordación a quien consagro toda su brillante vida al deporte de la Ganadería de Cuba.
Descansa en paz querido amigo, porque, como los grandes te fuiste lleno de gloria y con la tranquilidad de que tu fructífera obra no fue en vano y quedaras para siempre en el recuerdo y el corazón del pueblo que te vio nacer como un verdadero paradigma y un ejemplo a imitar como hombre cabal, revolucionario, deportista y amigo.