A veces pienso que el azar me trajo al periodismo y a Sancti Spíritus para que coincidiera con él en tiempo y espacio. Que me colocó allí en Banao, en aquel recorrido de finales de septiembre de 1996, cuando presentó su cariño y respeto a la gente de esta tierra por el esfuerzo de todo un año, justo para tenerlo a metro y medio de distancia.
A veces pienso que no se puede ir contra las leyes de la Física, como no pude ir en contra de aquel magnetismo que me impulsaba hacia él, pero a la vez me retenía clavada en el mismo punto. Es de humanos, me digo para consolarme, aquella sensación que me paralizó cuando lo que en verdad quería era abrazarlo y darle muestras de mi admiración.
Ya había sentido su influjo cuando de niña se dijo que Fidel estaba en Guisa, el pueblo de mi infancia, y un tío paterno llamado Saulo, que andaba en la comitiva, se acercó a nuestra casa vestido de verde olivo. Esa vez no alcanzaría a divisarlo, aunque sí otro día posterior, cuando se inauguraba el poblado de Vado del Yeso y fui allá, de manos de una vecina, sobre un vehículo, a escuchar su oratoria.
Se estrenaba noviembre 20 años atrás, mientras se celebraba el II Festival Nacional de la Prensa Escrita, y la dicha me sonrió al integrar la delegación de Sancti Spíritus que asistió a las sesiones en La Habana. Sin siquiera una grabadora, apuré sobre el papel los apuntes de sus palabras: Fidel definía la misión de los medios impresos cubanos.
Orgullo fue escucharlo hablar del periódico como la artillería gruesa del periodismo, como la constancia gráfica, la guía, el archivo donde prevalece la noticia; lo que queda. Recuerdo que elogió los incipientes avances en Internet e hizo una exhortación cuya necesidad fundamentó con creces: hacer muchísimo más con el uso de esa herramienta, que según su criterio parecía pensada para nosotros.
Intuyo que nadie en aquel recinto imaginaba entonces las dimensiones de lo que sobrevendría, excepto él, que ya en 1963 había afirmado: “El que necesita las armas es el imperialismo, porque está huérfano de ideas”, y que tantas veces advirtió sobre la manipulación de la realidad por parte de los círculos de poder estadounidenses.
Después de aquel encuentro con uno de los gremios dentro de los cuales se sentía como uno más, Fidel reiteraría de manera enfática la necesidad de emplear la fuerza de las ideas nuestras en las redes de internet, y pondría ejemplos de cuánto se podía hacer en dicho sentido.
Hablaba de contrarrestar la desinformación imperante, de abrirle los ojos al mundo, donde prácticamente no se conocía otra verdad que la inoculada a los pueblos carentes de herramientas para concluir por sí mismos; de ser creativos y difundir a los cuatro vientos la obra humanista de Cuba.
Al borde de los 94 años de su nacimiento en Birán, Holguín, la vida no hace otra cosa que darle la razón a Fidel. Y cuando las injurias sazonadas de mentiras, medias verdades y tergiversaciones enfiladas a abortar los progresos de Cuba inundan las redes digitales, el país se crece y cohesiona, en otra muestra del aprendizaje derivado de sus advertencias.
“A un plan —dijo José Martí— obedece nuestro enemigo: el de enconarnos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan; enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo, hacer por fin a nuestra patria libre. Plan contra plan”. Releo al Apóstol y me parece estar escuchando a su más fiel discípulo. Por eso considero un premio de la vida el haber estado y estar aún, por medio de Sancti Spíritus y del periodismo, en la órbita de Fidel.
Fidel siempre con nosotros,nunca nos dejara,sacrifico toda su vida,por la patria, por el pueblo,sigue estando en su espacio en la trinchera,al lado del obrero,del profecional,del campesino,del estudiante,dela mujer,para combatir y conquistar victorias ,siendo un soldado mas,con sus grados de comandante,el mayor monumento de FIDEL esta en corazon de cada cubano digno y patriota.