El sistema judicial de Estados Unidos vive un fin de semana surreal.
Todo comenzó el viernes en la noche, cuando de forma abrupta y sin explicaciones, el fiscal general William Barr anunció la renuncia de Geoffrey Berman, el fiscal federal de Manhattan, uno de los puestos más importantes y de mayor rango dentro del sistema judicial del país.
La noticia generó rápidamente titulares, pues desde que tomó el cargo en 2018, Berman ha encabezado investigaciones de presunta corrupción contra figuras cercanas a Donald Trump, entre ellos su exabogado Michael Cohen y Rudy Giuliani, su abogado personal.
Y también porque solo par de días antes, medios estadounidenses publicaron fragmentos del nuevo libro del exasesor de seguridad nacional de Trump, John Bolton, en el que asegura que el mandatario presionó a la oficina de Berman para que detuviera una investigación sobre el banco turco Halkbank en un intento por llegar a un acuerdo con el presidente Erdogan.
Sin embargo, poco después del anuncio de Barr, Berman publicó un comunicado en el que anunciaba que no había renunciado y que no pensaba hacerlo y que sus investigaciones «sobre importantes asuntos» continuarían como de costumbre.
La respuesta creó una situación sin precedentes dentro del Departamento de Justicia, que ha sido objeto de frecuentes críticas en los últimos tiempos por parte de quienes consideran que Barr ha politizado las decisiones de su cargo en beneficio de Trump.
Pero el rifirrafe no terminó ahí: este sábado en la tarde, Barr anunció que el presidente había tomado la decisión de despedir a Berman, dada su negativa a dejar el cargo.
«Debido a que usted ha declarado que no tiene intención de renunciar, le he pedido al presidente que lo despida de manera inmediata y así lo ha hecho», escribió Barr.
Sin embargo, pocos minutos después del anuncio, Trump se desligó del caso y aseguró que no había participado en la decisión.
«Ese es su departamento (el de Barr), no el mío. Pero tenemos un fiscal general muy capaz, así que eso depende de él. Yo no estoy involucrado», dijo a periodistas.
Según el corresponsal de la BBC en EE.UU., Anthony Zurcher, incluso aunque Trump hubiera dado la orden, su legalidad estaría en tela de juicio, dado que Berman fue designado para el cargo por un tribunal, por lo que no está claro si el presidente Trump tiene la autoridad legal para destituirlo.
No obstante, Breman anunció después que dejaría el cargo «con efecto inmediato».
«Ha sido el honor de toda una vida servir como fiscal de Estados Unidos en este Distrito y custodio de su orgulloso legado», escribió.
¿Qué dijo Barr?
En su declaración del viernes, Barr anunció que Berman estaba «renunciando» después de dos años y medio en el cargo.
Indicó que el fiscal había «hecho un excelente trabajo», logrando «muchos éxitos en asuntos civiles y penales consecuentes», pero no dio explicaciones sobre su renuncia.
Según Barr, Trump tenía la intención de nominar para el cargo al presidente de la Comisión de Intercambio, Jay Clayton, quien nunca ha servido como fiscal federal ni tiene experiencia alguna en las responsabilidades del puesto.
«La experiencia de gestión de Clayton en regulación financiera le dan una base ideal» para dirigir la Oficina del Fiscal Federal para el Distrito Sur de Nueva York, dijo Barr.
El anuncio de Barr pareció sorprender incluso al presidente del Comité Judicial del Senado, el republicano Lindsey Graham quien dijo que la nominación de Clayton tendría que ser aprobada por los dos senadores de Nueva York, Chuck Schumer y Kirsten Gillibrand.
Sin embargo, ninguno de los dos demócratas aprobó la idea.
«Este despido del viernes por la noche huele a una posible corrupción en el proceso legal. ¿Qué es lo que enoja al presidente Trump? ¿Una acción previa de este fiscal de Estados Unidos o una que está en curso?», escribió Schumer.
Luego, este sábado Barr cambió el tono y acusó a Berman de preferir el espectáculo público que el servicio público.
Y, aunque propuso la noche anterior a Clayton, indicó que la adjunta de Berman, Audrey Strauss, se convertiría en la fiscal interina y que serviría en esa capacidad hasta que se nombre un sucesor permanente.
¿Qué dijo Berman?
En su declaración el viernes, Berman indicó que se había enterado de «su renuncia» a través del comunicado de Barr.
«No he renunciado y no tengo intención de renunciar a mi cargo», dijo.
El Fiscal Federal, que tiene uno de los puestos de mayor importancia en su ramo en EE.UU., indicó que fue nombrado para el cargo por los jueces del Distrito Sur de Nueva York y solo renunciaría cuando el Senado confirme a un candidato designado por el presidente.
«Hasta entonces, nuestras investigaciones avanzarán sin demora o interrupción. Aprecio todos los días que trabajo con los hombres y mujeres de esta oficina para buscar justicia sin temor ni favor, y tengo la intención de asegurar que los casos importantes de esta oficina continúen sin obstáculos», agregó.
Este sábado, tras confirmar su salida del cargo, dejó entrever, según medios de EE.UU. que la aceptaba dado que era su sucesora quien ocuparía su puesto.
«Sé que bajo su liderazgo (el de Audrey Strauss), los incomparables investigadores, asistentes legales y personal de esta oficina continuarán salvaguardando la duradera tradición de integridad e independencia del Distrito Sur», agregó.
¿Quién es Berman y en qué otras investigaciones ha estado involucrado?
Berman, de 60 años, fue nombrado en enero de 2018 luego de que Trump despidiera a su predecesor, Preet Bharara, quien también se había negado a renunciar.
Berman es un donante republicano desde hace mucho tiempo, incluso para la campaña presidencial de Trump.
Según los informes, está investigando los negocios del abogado personal del presidente Trump, Giuliani, quien solía trabajar para el mismo bufete de abogados que Berman.
Su nombre sonó en días pasados luego de que en su libro Bolton revelara que Erdogan le pidió a Trump presionar a la oficina de Berman para que dejara de investigar el banco turco.
El fiscal está también a cargo de la investigación del escándalo de violaciones y abusos del fallecido multimillonario Jeffrey Epstein, así como de algunos otros de los más relevantes casos de corrupción y escándalos financieros del país.
De acuerdo con Zurcher, una de las dudas que deja esta situación son los motivos detrás del despido.
«Se cierne sobre esto la cuestión de por qué el presidente y su fiscal general se sintieron obligados a despedirlo ahora, solo cinco meses antes del día de las elecciones», señala.
«La brusquedad del despido, junto con el hecho de que Berman está supervisando una investigación sobre el abogado personal del presidente, Giuliani, en medio de otras investigaciones de corrupción, ya está provocando acusaciones de irregularidades», agrega.
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