Estos días de cielo con nubes negruzcas y lluvias a cualquier hora, me remontan a Bacuino y a la noble casa de tabla de palma y tejas, levantada por mi papá al borde de la antigua carretera que enlazaba a Sancti Spíritus con El Jíbaro. Cuando venía un ciclón o un temporal, la única señal de anuncio eran las lluvias intensas o las fuertes rachas de viento. Entre aquellas cuatro paredes no había un radio y, mucho menos, un televisor. Así fue hasta 1972, cuando emprendimos camino hacia la naciente comunidad de La Sierpe.
Traigo la remembranza por una razón muy concreta: desde hace varios días, Cuba y, más en específico, el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil le sigue el paso a Eta mucho antes de que, como depresión tropical, saliera al mar por el golfo de Honduras este jueves.
Hoy este fenómeno meteorológico continúa su avance por el mar Caribe y se acerca aún más al archipiélago cubano. Obviamente, la Defensa Civil no le pierde ni pie ni pisada; desde el 5 de noviembre, ese órgano emitió un aviso de alerta temprana sobre Eta, difundido por los medios de comunicación y las redes sociales. Varios modelos de pronósticos vaticinan que Cuba será blanco de las precipitaciones de ese sistema tropical.
Con ese actuar, la Defensa Civil demuestra su principal elemento distintivo: la previsión. Pocos lo pondrían en tela de juicio. Prever con dos objetivos cardinales: la salvación humana y la protección de los bienes económicos.
Y la evidencia de cómo se ha actuado históricamente, usted la ha tenido en los reportes periodísticos acerca del paso de huracanes anteriores, los cuales sembraron la tragedia humana en la región del Caribe, donde dejaron cientos, miles de muertes; en tanto, en la Mayor de las Antillas no se reportaban fallecidos por esa causa o, si los hubo, las cifras fueron mínimas.
¿Quién le imprimió la visión humanista y previsora al proceder de la Defensa Civil de Cuba? Indudablemente, el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, y, de seguro, la mayoría de ustedes coincidirá conmigo.
Cada vez que los ciclones arremetieron o “contagiaron” con sus lluvias esta parte del archipiélago, Sancti Spíritus estuvo en la agenda del Comandante en Jefe. De prisa, citemos los huracanes Gilbert en 1988, Lily en 1996, George en 1998, Irene en 1999, Michelle en 2001 y Dennis en 2005.
Ante estos fenómenos meteorológicos, Fidel tuvo siempre las orientaciones precisas para los espirituanos. Como nadie, seguía el comportamiento del agua embalsada por la presa Zaza y las evacuaciones de los pobladores de Tunas de Zaza y El Médano, asentamientos ubicados aguas abajo del mayor acuatorio del país. Se preocupaba por sus vidas y la protección de sus bienes personales.
Bajo tales premisas, obra la Defensa Civil, que suma más de 58 años de existencia. Mientras Eta continúa aproximándose a Cuba, valen las remembranzas. Y, por supuesto, tome usted todas las providencias posibles, como lo ha indicado el Consejo de Defensa Provincial en Sancti Spíritus, porque, como suelo recordar, más vale “un por si acaso”, que un “quién lo hubiera sabido”.
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