Pese a los esfuerzos de la dictadura de Fulgencio Batista por hacer de los sucesos del 26 de julio de 1953 en la antigua provincia de Oriente, una página aislada en el enfrentamiento popular contra su gobierno, la tranquilidad aparente experimentada en 1954 y en 1955 en el país, y específicamente en Sancti Spíritus, estuvo matizada por una sorda lucha contra el régimen.
Este periodo bianual —1954-1955— fue consignado por quien fuera Historiador de la ciudad de Sancti Spíritus, Orlando Barrera Figueroa, como de auge de los garitos de juegos prohibidos, bares y burdeles.
A este estado de cosas se opuso lo mejor de la sociedad civil y, sobre todo, obreros y estudiantes, en sucesivas huelgas reivindicativas por mejoras económicas, y en marchas y manifestaciones de protesta contra la represión ejercida por el batistato. Tales choques y acciones contra la dictadura fueron incrementándose a medida que avanzó el año 1955, cuando a la satrapía no le quedó más remedio que dejar en libertad el 15 de mayo mediante amnistía, a Fidel Castro y sus camaradas, debido a la presión popular.
EL 26 EN SANCTI SPÍRITUS
Recién liberado de su encierro, Fidel y un grupo de sus compañeros fundan en La Habana el 12 de junio de 1955 el Movimiento 26 de Julio, que llegaría a ser la organización revolucionaria más influyente de Cuba.
Apenas pasado un mes del surgimiento del 26 de Julio, el doctor Faustino Pérez, uno de sus dirigentes principales, crea a su vez el 15 de julio, en Cabaiguán, la primera célula de la flamante organización, la cual quedó encabezada por su hermano, Carlos Pérez Hernández. Se inicia entonces un período caracterizado por el crecimiento de esta formación clandestina y su estructuración en los niveles provincial, municipal y de barrio.
En general, nunca dejó de haber diversas manifestaciones de repudio popular al dictador, quien se esforzó por simular un clima de normalidad y tranquilidad ciudadana. El 10 de septiembre de 1955, de nuevo está Batista en Sancti Spíritus y, como en su primer arribo 15 años atrás, también en función proselitista con vistas a la farsa electoral que se traía entre manos.
Después de cumplir una apretada agenda de actividades en su honor, que incluyeron —entre otras— un banquete en la Feria Exposición Ganadera, así como un concierto en el parque Serafín Sánchez amenizado por la Banda del Ejército del Distrito Santa Clara y por la cantante chilena Ella, todo quedaba listo para el baile de gala organizado en la Sociedad El Progreso, acompañado por un show.
Pero aquel sarao, última actividad de las contempladas en la jornada por los políticos locales en homenaje al dictador, terminó como la célebre fiesta del Guatao, cuando, reunida con Batista la flor y nata de la burguesía citadina en el neoclásico edificio de la Sociedad El Progreso, ya pasadas las 11 de la noche, se escuchó una fuerte explosión que hizo vibrar los cimientos del sólido inmueble y provocó que, llenos de pánico, los guardaespaldas del dictador lo sacaron corriendo del lugar.
Pero, ¿qué había sucedido? La juventud revolucionaria espirituana, ofendida por la presencia indeseable del tirano, decidió “solazar” su estancia con un sabotaje en la parte trasera del cine Renacimiento, a una cuadra escasa del lugar del agasajo al hombre de la “bala en el directo”, con daños tan contundentes que tuvieron a esa instalación cinematográfica medio año fuera de servicio.
HERVIDERO REVOLUCIONARIO
Con Fidel en proceso de instalarse en México para preparar la expedición del Granma, la noche del 12 de octubre de 1955 llegan a Sancti Spíritus los revolucionarios Ciro Redondo, Severino Rosell y Julito Díaz, los tres, asaltantes al cuartel Moncada, quienes tenían la misión de contactar con las células del M-26-7 en esta parte central de la isla para darles orientaciones de la Dirección Nacional y asignarles tareas concretas en la lucha contra el régimen.
Días después, el 29 de octubre, los alumnos del Instituto de Segunda Enseñanza y los de la Escuela de Comercio tomaron esos planteles para protestar contra la represión de que eran objeto los estudiantes de La Habana. Según el historiador Orlando Barrera, una extraordinaria manifestación de estudiantes —a la que se unió el pueblo— se lanzó a la calle y destruyó grandes carteles en los que se apreciaba la inscripción Batista construye.
Los cuerpos represivos arremetieron contra la muchachada y golpearon y detuvieron a varios de ellos. Luego presionaron a la Dirección del Instituto hasta obtener la expulsión de Elcire Pérez González, Braudilio Casillas, Manuel Moreira y Manolito Guillot Pérez.
La cosa no quedó ahí, pues el 29 de diciembre, debido a la reclamación que se hacía del pago del Diferencial Azucarero, a lo que se oponía el ex líder sindical amarillo del autenticismo Eusebio Mujal Barniol, colaborador del batistato, estudiantes y trabajadores declararon a Sancti Spíritus como ciudad muerta, movimiento huelguístico que fue respaldado masivamente por el pueblo, viéndose el cuadro inusitado de calles bloqueadas con diversos obstáculos, el comercio cerrado y la industria paralizada, mientras en distintos puntos aparecían carteles del 26 de Julio y se escuchaban consignas contra la dictadura.
Naturalmente, el gobierno respondió con atropellos de todo tipo y detenciones de manifestantes que desembocaron en un proceso judicial conocido por la Causa 330 por delito de huelga ilícita, del 31 de diciembre de 1955. En la interminable relación de acusados figuraron los nombres de los principales líderes obreros del paro: Amado Antúnez García y Armando Acosta Cordero, ambos del Partido Socialista Popular; así como Nieves Morejón López, Enrique Villegas Martínez, Pedro Jover Valdivia y Alberto Luis Fernández, entre otros.
El escenario quedaba listo para el incremento notable en 1956 de las acciones de rechazo contra el régimen criminal y ladrón de Fulgencio Batista, con una unidad creciente de las fuerzas opositoras lideradas por el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario Estudiantil, que harían sentir cada vez más al inquilino de Kukine la fuerza concentrada del pueblo. No se debe olvidar que ese año sería el de las Pascuas Sangrientas, pero también el del desembarco del Granma. En Sancti Spíritus y en todo el país se respiraba revolución.
Soy un revolucionario de 85 años,conoci a Braulio Casillas , Manuel moreira y mi entrañable amigo Manuel Guillot Pérez,con quien desde Xalapa Veracruz lo acompañe en la lucha revolucionaria.» Patra o muerte,»