Desde el día que apostó por la Ingeniería Informática, no hace otra cosa que descubrir los aciertos y las incógnitas de esta profesión. Detrás de los ordenadores encuentra la mejor manera de sentirse útil, y quizás por ello se enrole en análisis de datos, en la creación y administración de proyectos informáticos, en la confección de videojuegos…
Mas, probablemente, Neyler Frank Echemendía González nunca imaginó que su espectro fuera más allá. Este joven, estudiante de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez, apoya las labores de saneamiento en el centro de aislamiento que se ubica en dicha instalación académica de predios espirituanos.
Allí, se adentra en la Zona Roja y sortea los riesgos de contraer esta enfermedad que no cree en razas, edades, profesiones y, mucho menos, en límites geográficos. Detrás del teléfono contaba su historia. Traía un pueblo en su voz. Se sentía seguro, desenfadado, y traslucía disposición en sus palabras.
Tras el llamado de su universidad para contribuir con el trabajo en estos sitios, poco tiempo pasaría para que él y otros más de 20 jóvenes confirmaran su presencia.
“En un primer momento nos sentimos nerviosos, pero de inmediato nos repusimos de ese estado. Y aquí estamos. Somos todos del municipio cabecera, porque como la provincia se encuentra en fase de transmisión autóctona limitada, se torna difícil involucrar a otros estudiantes del resto de los territorios. No obstante, hay una representación de alumnos de dos facultades: Ciencias Pedagógicas y Ciencias Técnicas y Empresariales”, detalla.
Licenciados en Cultura Física, Contabilidad, Ingeniería Industrial y Geografía, estudiantes de Logopedia, así como profesores y directivos se imbrican para brindar solidaridad en tiempos de la COVID-19. “Somos los responsables de mantener la limpieza de los cuartos y los pasillos de la Zona Roja. También, nos encargamos de llevar los alimentos a los más de 40 pacientes que permanecen ingresados como casos sospechosos. Recogemos la ropa de las personas, la ubicamos en un tanque de agua clorada durante 15 minutos, al igual que las bandejas que se utilizan en el almuerzo y la comida, con el propósito de evitar la transmisión del virus.
“Hasta allí llegamos con las batas, sobrebatas, con nasobucos, gorros, guantes, caretas, botas de tela por encima de los zapatos…, en fin, nos cuidamos mucho para no contagiarnos”, cuenta Echemendía González.
Desde hace días, este grupo—integrado por 10 jóvenes—, labora en este centro de aislamiento: “Hicimos una rotación para que nadie se sobrecargara de trabajo. Conformamos dos equipos de cinco personas: uno trabaja en la mañana, y otro, en la tarde. Así, nos ayudamos entre todos”, refiere.
En este lugar las nuevas generaciones de espirituanos seguirán hasta 14 días. En todo este tiempo, hacen de los hospitalizados una familia. “Es increíble la gratitud de estas personas hacia nosotros. Vivimos la alegría del alta médica, la tristeza de los casos confirmados como positivos y, a pesar de las situaciones más tensas, ofrecemos nuestro corazón y brindamos fuerzas, porque a cualquiera le puede tocar este momento”, confiesa el joven.
Sin embargo, en medio de estos altibajos emocionales, Neyler y sus compañeros encuentran iniciativas para superar estos días en la Zona Roja. “En el tiempo libre hacemos ejercicios físicos y hasta hemos celebrado cumpleaños virtuales, para darles un toque de felicidad a estas jornadas. Claro, las medidas de protección siempre como escudo”, subraya.
Esta fuerza joven que irradia hoy a Sancti Spíritus tampoco deja ocultar su sensibilidad, porque “rodeados de amigos no nos sentimos solos”, dice el universitario, a quien le sobran razones para asumir esta función. “Trabajar en un centro de aislamiento ha sido como cumplir una misión internacionalista, y qué mejor que dentro de nuestra propia tierra. Me he sentido orgulloso de poder contribuir con mi país”, alega el también presidente de la Federación Estudiantil Universitaria en la casa de altos estudios.
Y así, entretejiendo sueños, Neyler Frank Echemendía González espera que se cumplan sus 14 días en este centro de aislamiento, para después aislarse en una institución y también en casa. Luego, tras recibir el resultado de los exámenes PCR, retomará su vida habitual.
Conquistará entonces su período lectivo —que retornará cuando la situación epidemiológica lo permita—, y encauzará su proyecto de tesis, esa investigación que lo hará volver a su mundo de ordenadores y nuevas tecnologías, virado patas arriba por la presencia de un bicho microscópico que aterrizó en predios espirituanos.
Mucha sensibilidad por parte de esos muchachos, ellos son un componente esencial en esta lucha cubana contra la COVID-19 y eso el mundo debe saberlo.
¿No podrían indicar en algunas de las fotos cuál es el entrevistado, para conocerlo? Gracias.