No tiene nada de asombroso que sujetos de baja catadura moral, en el papel de inquisidores, lancen injurias, a través de Internet, contra el país donde nacieron. Menos aún, que sus mentiras, habitualmente burdas, sirvan de anzuelo para incautos o enemigos jurados que les ríen las gracias y se solazan en su odio cuando solo el amor debiera unir.
Sin embargo, llega a preocupar que gente conocedora y usualmente amiga de esta nación se vaya, como se dice vulgarmente, con la de trapo y emprenda acusaciones contra uno de los gobiernos que con mayor efectividad ha llevado su estrategia frente a la COVID-19.
Humanista y solidaria, Cuba ha desplegado todas sus armas en una batalla contra el virus SARS-CoV-2 no solo dentro de sus fronteras, sino también fuera de ellas. Controlada la enfermedad, puso en práctica un plan de medidas para la etapa pos-COVID-19, a la postre no exenta de rebrotes, y planeó milimétricamente los pasos que debían seguirse para la recuperación de la economía.
Sin embargo, la “magia” de las llamadas redes sociales, muy en boga en los últimos años, ha mareado a no pocos y hasta cubanos residentes en otras latitudes que ayer vivieron junto a los de acá la realidad isleña —plagada, no debe olvidarse, de trampas con cuño estadounidense para hacer caer al gobierno constitucional— repiten el libreto concebido para confundir y hostigar.
Si usted está ajeno a lo que sucede en este país y hace una búsqueda en Internet puede que se espante al leer o escuchar. Que si en Cuba la gente se está muriendo de hambre, que si los enfermos los disimulan y los muertos los esconden, que si las medidas pensadas para oxigenar la economía no favorecen más que a quienes las adoptan, que si la oposición cobra fuerza y la ciudadanía arremete contra los agentes del orden. La peor nación de todas, diríase.
Si, en cambio, se mira desde dentro a lo que sucede en las calles y centros laborales (no digo los de estudio porque aquí, en un intento máximo por preservar a los menores y evitar contagios masivos, las clases se suspendieron en abril y no reiniciarán hasta septiembre), podrá apreciarse que nada es como se pinta.
Cuba es un mosaico de gente, formas de ser y ver las cosas, pero está libre de las divisiones que corroen a otras tierras. Acá los meses de mayor tensión por la enfermedad fueron de unión, solidaridad, crecimiento espiritual por parte de los jóvenes, y de una heroicidad que no cesa por parte del personal no solo médico y paramédico, sino también de otros muchos sectores que han colaborado en esta batalla.
En Cuba se buscan alternativas para producir cada vez más y depender cada vez menos de las importaciones, ya que ni siquiera en estas circunstancias hubo un PARE al bloqueo económico, comercial y financiero que obstaculiza nuestro comercio externo.
Ni uno solo de los trabajadores de la Salud, ni una embarazada o un niño murió aquí de COVID-19 en estos cinco meses, y eso es ya un indicador clarísimo de cuán fino se ha hilado en el empeño de poner al ser humano en el centro de todos los esfuerzos. Si faltase alguna prueba, bastaría con esgrimir el incremento de aproximadamente 1 000 millones de pesos en el presupuesto nacional, destinados a Salud Pública, los centros de aislamiento, los alimentos, el transporte y las garantías salariales.
Pero Cuba no tiene recursos infinitos, por lo que debe ser cuidadosa en cada paso que da. Algunos de esos pasos, por cierto, resultan amargos y sería ideal prescindir de ellos, más se tornan indispensables para la sobrevivencia. Cuba es ya experta en cuestiones de subsistir y salir a flote y esta no ha sido la excepción, debido justamente a esa experiencia y a que aquí nadie se cruzó de brazos.
Con un potencial humano grande, el país, no obstante, se ha dolido todo este tiempo de quienes no han obrado con la necesaria responsabilidad a la hora de cuidar su salud, que es casi como decir también la de otros; y de los que se han aprovechado de las carencias para lucrar.
Hablo de esas multitudes que, desoyendo indicaciones o recomendaciones, han permanecido a la caza de cuanto sacan en las tiendas, en aglomeraciones propicias para el contagio, sin el necesario distanciamiento y, a veces, hasta sin la mascarilla protectora. Acoto: no siempre los ha movido la imperiosa necesidad que alegan.
Me refiero también a quienes acaparan y revenden, con lo cual acentúan la percepción de carencias que no son tales o no poseen las dimensiones que se les atribuyen. Coleros existieron siempre, aunque ahora se pasaron de castaño oscuro; revendedores, también. Pero se convierte en infractor de la Ley quien se aprovecha de la fragilidad del entramado sanitario para lucrar con lo que se comercializa en un intento de distribución equitativa.
“A veces creo que tener lo poco que tenemos, pero que es mucho más que lo que otros tienen, ha hecho que seamos ciegos e indolentes, que nos creamos que nos merecemos todo”, escribía una connacional bajo un post de esta autora en su perfil en Facebook. Otra espirituana, residente en el gigante suramericano, apuntaba: “Si vivieran en Brasil y vieran la cantidad de muertos, y a la gente cavando donde quiera la tierra, abriendo fosas, porque los cementerios no alcanzan, y al presidente riéndose de la situación, se cuidarían más”.
Entonces, ¿es la Cuba que pintan esta que vemos palpitar usted y yo? Lo invito a sacar sus conclusiones.
Me ha gustado que la autora interactue con los lectores y responda a cada uno de ellos. Aunque no este de acuerdo con muchas de las cosas que ella escriba, esto es MUY POSITIVO. Enrique Ojito, que es un gran Periodista y hasta ha ganado premios, en su ultimo articulo no le responde a nadie. Esto es negativo para el Periodista y para Escambray. Esto es como «hablar con una pared».
La felicito, Sra Proenza
Por desgracia esta peor de como la pintan, no se puede tapar el sol con un dedo y no son ingratitudes; como lo llama ud. Cuba es nuestra Patria, y la Patria se lleva siempre en el corazón para donde quieras que vayas. Tampoco Cuba, es un partido, un líder o una ideología; eso seria negar su esencia e historia. Llamar las cosas por su nombre y sin miedos es un modo de ver a Cuba tal y como es, sin tonos edulcorados. Por desgracia va de mal en peor, aunque se quiera ocultar. He dicho.
Rigo, he estado por responderle, pero no había podido. Le sugiero, en lugar de leer mis argumentos como periodista y lingüista, que lea los de Pedro de Jesús López Acosta, miembro de la Academia Cubana de la Lengua Española. Solo le adelanto: el uso del vocablo coleros se justifica. Gracias por leer. Disculpe que solo ponga el enlace: no se me dio copiar y pegar el texto mismo.
https://www.facebook.com/100011630025974/posts/1098566440541013/?app=fbl
Delia aunque tarde le voy a dar mi opinion, ni la pintan ellos ni la pintamos nosotros ni la reparamos, ni le pasamos las manos, camine por la ciudad nuestra, que es parte de nuestra Cuba y mire como esta el techo de la Tienda el Cañonazo, El Liana cerrado, y asi las calles sucias, minivertederos en las esquinas, La Plaza de Jesus de Nazareno y su Iglesia, calles sin barrer, salideros de aguas albañales y salideros….nada, que aunque nos la pienten……… ni se parece.
Si se fija, mi reflexión sobre Cuba y lo que se dice de ella dentro y fuera de sus fronteras va mucho más allá del buen estado o confort de edificaciones y calles. Todo cuenta, es cierto, y abogo porque no sea como son las cosas que usted señala. La intención, no obstante, es ir a algo más esencial, sustancioso y determinante. Un saludo.
mientras sigas escribiendo asi, nuca vas a comprar con tu salario en las tiendas de MLC
Pepe, no aspiro a comprar con mi salario en tiendas en MLC; no por lo pronto, con la situación económica de mi país; tal vez nunca pueda, pero eso no me desvela.
Estaré entre los que nos beneficiaremos de los recursos que el país logre conseguir con el dinero recaudado allí. Por curiosidad, ¿Cuál es el modo de escribir que usted me sugiere?
Eso es lo único que vas a criticar? No entendiste nada de lo que nuestra amiga Delia escribió. Que pena…
Por dios, es un periodico, la palabra colero no define al que hace filas, sustituyanla, ponganla entre comillas o definanla ante de usarla aunque sea a lo cubano