Convocados por la Cátedra de Radio del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, radialistas de todo el país asistimos al coloquio virtual La radio cubana ante la COVID-19. Durante unas cuatro horas estuvieron sobre la mesa muchas de las experiencias que en estos meses de pandemia se han acumulado. Una de ellas, sin dudas, es este propio encuentro que tenemos todos los miércoles en Escambray, en el cual un programa de radio encuentra imagen, voz y escritura más allá de su señal tradicional.
La radio sigue siendo el medio más rápido y directo para comunicar. Su capacidad innata para construir imágenes y adentrarse en las historias, la utilización de las nuevas tecnologías, la pasión de sus periodistas y comunicadores, hacen que el medio no sucumba ante la despiadada competencia que se vive hoy en internet y las redes sociales.
Pero más allá de esa realidad, está el cambio en las rutinas productivas y en la manera de hacer, como expresara la Dra.C. Ana Teresa Badía. En estos meses de crisis sanitaria mundial, muchos periodistas y realizadores del país han vivido experiencias que les han marcado la piel al punto de estremecer a sus oyentes, conmover, hacerlos parte de una tensión inusual, tomarlos de la mano y mostrarles una realidad que duele.
La tendencia más clara evidenciada en el coloquio fue la utilización de los sitios de redes sociales, la mensajería instantánea, el uso de otras redes como WhatsApp y Telegram, la digitalización de los procesos, el trabajo en equipo, el empleo de las historias de vida como centro de los relatos radiofónicos. Nuestra colega Elsa Ramos Ramírez daba fe de ello cuando expresaba: “Entramos en la zona roja desde la tecnología. Muchas personas prefieren la televisión, pero logramos imponernos, al punto de obligar a las autoridades a desmentir las falsas noticias llevándolas a comparecer ante nuestra audiencia”.
A nivel mundial, la COVID-19 impuso a la radio (y, por lógica, al resto de los medios de comunicación) un reacomodo de las audiencias, logró que más gente se conectara y junto al uso de las redes, trajo también muchas noticias falsas o Fake News. A diario pululan desde esperanzas de curación inciertas hasta el desprestigio del Sistema de Salud cubano y sus profesionales. Y ante esa realidad se elevó la cohesión de los periodistas, realizadores y emisoras de todo el país, se potenció la eficacia comunicativa, se incrementaron los niveles de creatividad a nivel individual y organizacional, como bien asegura Ivón Albelo, de Radio Rebelde. Y ello fue posible por la manera de contar historias en audio real, matizadas con ruidos ambientales, relatos de resistencia personal, interrupciones propias de una comunicación por WhatsApp a la distancia, muchas veces a miles de kilómetros, en opinión de Zenaida Costales.
Hemos vivido y tenemos aún por delante días de mucha incertidumbre cuando de COVID-19 se trata. La radio sigue siendo una aliada difícil de sustituir por esa capacidad de mutación única, pero ha demostrado la fuerza de la obra profesional de sus hacedores. Bolivia Tamara Cruz, corresponsal de Radio Progreso en Villa Clara, cuando dijo en el coloquio que nuestra obra profesional desde la radio cubana es la forma directa e inmediata de educar a un país, estaba en lo cierto. El resultado es un aumento notabilísimo de la credibilidad del medio, pero también ha sido una prueba de fuego para todos. No fue necesario imponer. El respeto que se ha ganado el sistema de salud cubano, sus profesionales, viven su mejor día y eso se debe también a las narrativas contadas desde la objetividad, la verdad y las mutantes y necesarias armas de las tecnologías.
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