Las puertas y ventanas están cerradas. Nadie aparece en el umbral. Mesas, sillas, escenarios, lunetas, tardes de tertulia y agasajos, conciertos, descargas, ventas, lugares de encuentros viven una soledad que para muchos será irrecuperable. La vida cultural está, en apariencias, detenida. Desde marzo a la fecha más de un cuarto de millón de servicios han dejado de brindarse en la red de instituciones de la cultura en la provincia de Sancti Spíritus. La COVID-19 pasa factura. Durante estos largos meses de incertidumbres humanas, de adaptación a un nuevo contexto, nadie ha escapado a una realidad que ha puesto patas arriba al planeta y reinventarse es un reto tan necesario como difícil.
El mundo de “lo virtual” llegó para quedarse, pero nunca será la opción definitiva, es un elemento que desde antes debió utilizarse más. Hasta ahora nos ha permitido llevar a miles de internautas exposiciones, concursos, recitales de pequeño formato, homenajes y hasta festivales, eventos de profunda raigambre. Pero, ¿todo el público tiene acceso a la navegación por la red de redes? En teoría sí, pero en la praxis cubana, no. Hay que decidir si conectar con la familia o gastar los megas en presenciar un concierto por Youtube o Facebook. Lo presencial ha sufrido demasiado. Su combinación con lo virtual no se puede abandonar más. Que todos vean, disfruten, admiren o reprochen, no importa el ángulo comunicacional de recepción. El #QuédateEnCasa no será eterno, pero sí llegaron para quedarse nuevos estilos de vida, comportamientos sociales y acciones creativas, la promoción eficiente y la capacidad de convocatoria de la cultura.
El tiempo ha sido útil a pesar de todo. Varias instituciones de la provincia se han beneficiado al mejorar sus condiciones para trabajar. En Trinidad, por ejemplo, se reparó el Museo de Lucha contra bandidos (LCB), se renueva el mobiliario del Palacio Cantero que aloja el Museo de Arqueología y se han mantenido los trabajos para por fin entregarles a sus pobladores y visitantes el Teatro Caridad. En Venegas se esfuerzan en convertir el cine local en un Centro Cultural y el Teatro Serafín Sánchez, sede del grupo Garabato, tiene renovado sus falsos techos. Todo se hace con celeridad, puertas adentro y como nunca se ha dedicado un tiempo precioso a la conservación del patrimonio del territorio, que por décadas realiza un significativo aporte al presupuesto de la nación por su dinámica relación con el turismo y lo atractivo de sus valores.
La Escuela de Arte Ernesto Lecuona, que se ha preparado más de una vez para terminar/iniciar el curso académico, ha funcionado como centro de aislamiento para los pacientes sospechosos de portar el SARS-CoV-2. Sus trabajadores han estado ahí, sin detenerse, mientras los profesores de las distintas especialidades de música y danza han sostenido contra viento y marea su relación con los alumnos por WhatsApp o grabando las clases para que los padres puedan copiarlas y seguir la preparación de los futuros músicos y bailarines en sus casas.
Los poetas y escritores de la AHS han inundado las redes, con una mención aparte para Dalila León y Liudmila Quincoses, que han sostenido sus espacios Cuando el río suena y Escribanía Dollz. El Salón Provincial Oscar Fernández Morera, Voces de la República, el Encuentro de Tríos, el tradicional homenaje por el aniversario del natalicio de Serafín Sánchez, el trabajo de los artistas escénicos, del instructor Olisvael Basso en Jatibonico, la artista de la plástica Yudit Vidal Faife en Trinidad o de las direcciones municipales de cultura en Taguasco y Fomento son referentes de voluntad creativa e inspiradora a los que se pueden sumar muchos, muchos más.
En estos meses las 23 agrupaciones musicales subvencionadas en Sancti Spíritus no han dejado de recibir sus beneficios monetarios, en virtud de lo cual el Estado ha invertido unos 300 000 pesos por mes, el equivalente a unos 2 100 000 pesos en total. Los vinculados a la comercialización también se han protegido y se les ha entregado casi 1 800 000 pesos. En conjunto, el talento artístico vinculado a la Empresa Provincial de la Música y los Espectáculos ha recibido 3 850 000 pesos en tiempos de la COVID-19. Puede que los dividendos por sus presentaciones no superen los que antes de marzo recibían, ni tampoco el silencio de las guitarras sea bueno, pero es una verdad que estamos obligados a reciprocar en tanto lo permita esta nueva realidad.
Es cierto que nada sustituye, repito, lo presencial. Pero es justo decir que nadie ha quedado desamparado. ¿Faltan iniciativas? ¿Hay que repensar las acciones a todos los niveles? ¿Es obligación de creadores y funcionarios recuperar los públicos con opciones mucho más integrales? ¿Hay que invertir más en la comunicación institucional? La respuesta es sí. Ya nada es igual, todo ha cambiado. No aceptarlo y atrincherarse en los modelos de gestión que hasta hace unos meses nos alimentaba bien, regular o mal el espíritu sería un error de dimensiones insospechadas, una bomba de retardo. Se abrirán las puertas y ventanas, pero dejemos que entre un aire nuevo, un viento que inspire y se parezca a su época.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.