Cuando Odalis Pérez habla, hasta las columnas que sostienen la EIDE Lino Salabarría tiemblan. Eso me han dicho siempre y también que lleva bien colgado lo de “mano de hierro”.
Esa es tan solo una punta del astro. Las restantes están en el magisterio y el quehacer de esta mujer que hace poco se sonrojó con el premio nacional La Estrella Martiana, que entrega el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte.
La suya brilla en 32 años de labor, desde que con 17 entró con susto a las aulas primarias hasta hoy, cuando lleva las riendas de la subdirección docente de la institución.
“No sé por qué me dicen así, pienso que sea porque me gusta exigir lo que está establecido, si es por eso lo acepto, pero todo lo que digo a los niños, a las personas, lo digo con humildad para educarlos, enseñarlos cómo hacer mejor las cosas y sí me escuchan, no porque quiero imponer, sino porque ofrezco argumentos”.
En la escuela Rafael María de Mendive, antigua formadora de maestros, encontró el amor de su vida: “Tenía varias opciones porque era buena estudiante, pero escogí esta profesión, ese amor se lo debo a mis maestros, lograron que me gustara, incluso me dieron la posibilidad de hacer la licenciatura por mis resultados y ya después me hice máster”.
Y desde entonces su vocación se esculpió entre los ladrillos de la naciente EIDE, allá por el año 1986, y entre muchachos que le doblaban el tamaño: “Los alumnos, que hoy son mis compañeros de trabajo, me decían la Flaca, eran más grandes y fuertes que yo, pero así me enfrenté, con miedo, pero lo fui venciendo porque me gustaba el deporte; no teníamos aula y rotaba por diferentes lugares con unos 40 estudiantes. Rocha, el profesor de baloncesto, era muy exigente y me ayudó mucho en la parte educativa”.
Ese magisterio se le advierte en los ojos húmedos, capaces de esconder a la mujer fuerte que todos etiquetan: “Dirijo las tres educaciones, pero sin menospreciar al resto, soy maestra primaria, cada vez que paso por un aula no puedo resistirme y tengo que entrar, decirles o corregirles algo”.
Nada la electriza tanto como cuando cuestionan a los educadores de escuelas deportivas: “Tienen un concepto equivocado, por aquí han pasado estudiantes que hoy son médicos, abogados, de Relaciones Internacionales, biólogos, profesores, para mí no hay diferencia entre los alumnos de aquí y los del IPVCE, hacen la misma prueba ministerial y la misma de ingreso; incluso los de aquí son más sacrificados, dedican el 50 por ciento de su tiempo a la preparación de un deporte en lo práctico y teórico, además de su programa de estudio. Hay muchas horas de desvelo; es estrés, días compitiendo en una provincia, llegan de madrugada y al otro día tienen que hacer una prueba, dejan de salir, de comer por bajar de peso”.
De los encontronazos, que son miles, también aprende: “¡Uff!, he tenido varios, siempre han sido para exigir cosas buenas, lo mismo en un consejo de dirección, un profesor, un padre o cuando alguien se expresa mal de la escuela, tratamos de que las personas se vayan convencidas si se equivocaron, pero cuando ha sido la escuela, lo hemos asumido”.
¿Y cuando toca con los grandulones?
“Según como se enfrente, también lo hago, siempre con mi pedagogía, espero que se calme, le digo las cuatro verdades; soy fuerte, pero mañana me lo agradecen, lucho mucho con la moda en el uniforme, les he enseñado que para tener novia no hay que pintarse el pelo o tener aretes, eso se queda para las vacaciones, ya choco menos. Les pongo de ejemplo a Mijaín López, Javier Sotomayor…
“Los entrenadores vienen a tratar de imponer su criterio diciendo que esto es una escuela deportiva y les he tenido que decir dos o tres cosas, les digo que el deporte tiene un techo, pero el estudio, la preparación, ser educado, tener valores es para la vida entera. He tratado de hacer cumplir aquella frase de Fidel de que para ser buen deportista hay que ser buen estudiante”.
Y cuando ha tenido que ser “madre” de todos, la coraza de hierro cae: “Trabajé muchos años con niños de Primaria, ahí me sentí más humana, mejor persona con lo que aprendí de ellos, hay diferentes tipos de niños y familias y cada uno lleva un tratamiento diferente. He tenido algunos que he tenido que traerles ropa y zapatos, hasta darles dinero para que no sientan la diferencia; ir con mi hija a una competencia y que nadie sepa quién es, les doy el mismo tratamiento a todos los niños sin importarme su posición social, muchos son de lugares intrincados, son muy humildes, acá tienen que cargar el agua a veces, viajar horas, pero en general se les exige a los maestros que traten a todos por igual”.
¿Cómo penetró la Estrella en la anatomía sentimental de Odalis?
“No me la esperaba, me llegó hondo, después que me la dieron supe que se le había dado a un solo espirituano del sistema deportivo con tanta gente que la hubieran merecido, les agradezco a quienes pensaron en mí, es como demostrar que tengo la Estrella Martiana.
“El mayor reconocimiento lo tengo de las personas que se acercaron o me llamaron de varias partes del país y me dieron las felicidades y me dijeron: ‘Te lo mereces’. Pero cada punta de esa estrella tiene a ese grupo de personas: a mis padres, mis hijas, mi esposo, que me ha ayudado a ser la profesional que soy; mis alumnos, los padres, mis compañeros. Y está la escuela, a la que llego antes de las siete de la mañana y estoy hasta tarde. A veces he dicho: me voy, porque creo que han sido injustos con algo, pero aquí estoy y aquí termino con mis cenizas regadas por todos lados; aquí se criaron mis hijas, la EIDE es parte de mí”.
Fui atleta de tenis de mesa allá por 2000 pasé la primaria en la EIDE tengo muy gratos recuerdos del centro y de la profe tambien. Tengo una foto de la graduacion junto a usted y al profesor Rene Forti, gracias por todo. Felicidades!!!
Me llamo Rudy estepe fui atleta y entrenador de hockey sobre césped mi opinión de Odalis es excelente ,una gran mujer ,trabajadora incansable,mis felicitaciones
Odalis, un abrazo especial y muchas felicidades. Me alegra saber que sigues ahí, donde te conocí cuando estabas en el nivel primario, creo que de subdirectora.
Tú has calado más hondo en muchos atletas niños que algunos entrenadores, lo digo con conocimiento de causa. Un beso en nombre de Zoia.