El perfil de Facebook de Yasiel Elizagaray Cárdenas se ha convertido en una galería virtual. No solo se cuelgan allí sus creaciones bajo el sello del abstraccionismo, sino que comparte todo el proceso de la obra con su nuevo público, alejado en la geografía, pero tan cercano como cuando recorre una institución. Ha sido su fórmula exacta para no dejar escapar la musa en tiempos de coronavirus.
“Busco con cada publicación alentar a todos los profesionales que combaten ese virus. A veces, no les damos el valor a quienes escogieron estar en un sector tan humano como el de la Salud. Además, es también mi tributo a las personas fallecidas en el mundo, principalmente, a los adultos mayores, el grupo más vulnerable cuando se habla de la COVID-19”, responde vía WhatsApp, desde su casa-taller en Desengaño, una de las arterias principales de Trinidad.
Justo allí pasa todo el tiempo, embarrado de pinturas y acompañado de constante música, según su estado de ánimo. No ha dejado de crear ni un solo día. No importa cuándo volverá abrir las puertas del pequeño espacio donde expone y comercializa. Ahora el reto está en cuidarse y no perder las motivaciones.
“Me interesa ayudar a los conectados que se dan fuerza mediante las redes sociales. Creo que debemos aprovechar mucho más este tiempo para repensar la vida, a fin de ser mejores seres humanos. La unidad nos llevará hacia ese camino”, acota.
¿Qué valor adquiere para usted el arte en tiempos tan complejos como el que atraviesa gran parte del planeta?
Pienso con total seguridad que el arte sana, cura y nos ayuda a sobrellevar situaciones tan terribles como el caos de desesperación que hoy tienen muchas de las ciudades, donde las muertes se multiplican por segundos. Es también alimento espiritual.
Incluso, he comprobado en estos días que no solo los artistas, los habituales consumidores de arte y galerías han mostrado interés por mis propuestas y otras que llegan a las redes sociales. Muchas personas me han escrito comentándome que nunca habían ido a una exposición y que hoy el bombardeo visual que les llega los motiva a reflexionar, eso es también importante si queremos cumplir con nuestra responsabilidad social.
En su carrera ya había incursionado en el diálogo con internautas, ¿qué diferencias ha percibido en relación con estos tiempos?
“Lo primero es que por estar en casa todo el tiempo he asumido el escenario digital de forma más responsable. Antes solo llevaba hasta allí las fotos de los cuadros y ahora incluyo videos, donde muestro la parte más íntima de mi proceso creativo y eso, por supuesto, me ha permitido una comunicación más estrecha con esos públicos”.
Nacido en Jarahueca, espirituano por adopción y ahora con Trinidad como escenario, este joven, egresado de la tercera graduación de la otrora Escuela de Instructores de Arte Vladilslav Volkov, se distingue por crear metáforas visuales que dibujan la multiplicidad de seres humanos en sus constantes relaciones sociales.
“Ha sido muy curioso que este nuevo contexto ha propiciado la creación de muchos grupos que bajo el hashtag el #ArteSana nos hemos unido y aportado, según nuestras tendencias. Esperamos, que después que todo esto pase podamos mostrar en un espacio físico las obras nacidas en tiempos de coronavirus”, dice mediante un mensaje de voz, que permite estrechar distancias en esta obligada forma de hacer periodismo sin salir de casa.
¿Qué estrategia de trabajo se ha trazado para evitar los golpes bajos de la ausencia del mercado artístico, tan fuerte en Trinidad?
“Nuestra proyección, desde hace un tiempo, ha sido exponer tanto en el país como en el exterior, lo que nos ha visibilizado en el mercado internacional. No solo se muestran en las galerías trinitarias lo comercial, sino que creamos espacios, donde invitamos a otros artistas y nos vinculamos a la comunidad”.
En estos momentos Yasiel Elizagaray Cárdenas vuelve una y otra vez a sus primeros años, cuando corría por los trillos de Jarahueca, y se deja acompañar de la inocencia de su hijo Bian Elizagaray Triana, de seis años de edad.
“Esta cuarentena creativa, para llamarle de alguna forma, nos deja espacio para aprovechar la familia. Las dinámicas del trabajo, en ocasiones, nos hacen perdernos momentos. Él también crea junto a mí y lo comparto en las redes, lo que ha tenido muy buena aceptación por los internautas. Le dan Me Gusta y comentan. Le leo lo que dicen y eso lo mantiene muy entusiasmado para seguir tranquilo en casa”, cuenta.
Entre los acordes musicales que nacen de su guitarra de juguete, Bian conoce de memoria que debe lavarse las manos, toser tapándose con el codo y no hacer visitas.
“Le hemos explicado cuál es la situación. Nos pregunta por qué no nos visitan o nosotros no salimos, pero al ver que tampoco lo hacemos, lo ha sumado a sus rutinas”, refiere.
Y con esas nuevas rutinas Elizagaray Cárdenas sigue aferrado a la creación que intenta dominar un entorno complejo y repleto de vericuetos. Contribuye así a construir la memoria histórica de un contexto que nos une bajo una misma preocupación: ayudar y sanar al planeta.
“Vuelco en los lienzos y a su vez en las redes sociales las propias vivencias que encuentro en esos espacios, gracias a toda la agresión de noticias ya sean positivas y negativas. Al final, todo esto quedará en el recuerdo”, concluye.
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