La Revolución cubana, socialista, fidelista y martiana implicó un cambio radical, político, económico y social sin precedentes en la historia de Cuba, subdividida por los estudiosos en colonia, república y etapa de la Revolución, a la que una versión “arqueológica” incorpora la etapa precolombina, a la cual, por ciencia y por derecho, corresponde un lugar en nuestro devenir.
El choque en extremo ríspido de los primeros años de la Revolución en el poder con el régimen y las prácticas preexistentes, y la voluntad de revisarlo todo, cambiarlo todo, reinterpretarlo todo, a los ojos de “los nuevos tiempos”, trajo diferentes proyecciones y enfoques no siempre atinados, no siempre científicos, que dañaron la comprensión de la historia como ciencia, sobre todo por el abordaje sesgado del período republicano comprendido entre mayo de 1902 y diciembre de 1958.
Se abrió paso entonces una tendencia hacia la negación en bloque de lo que se nombró República Mediatizada o Pseudorrepública, que tuvo como manifestaciones principales la pérdida de la objetividad a la hora de analizar figuras y acontecimientos de aquella etapa y menospreciar inmuebles o monumentos erigidos a instancias de personas o dedicados a personalidades de la época, o cuyo destino fue el asiento de instituciones a veces reprobables que databan de los antiguos gobiernos.
Esta tendencia, muy arraigada en Cuba en las décadas de los años 60, 70 y —pudiera decirse— hasta los años 80 del siglo XX, hizo mucho daño y, felizmente, perdió fuerza con el transcurrir del tiempo, dando paso de forma paulatina a la voluntad de “hacer justicia” a la historia verdadera, objetiva y científica, como una forma de reconciliar al país con lo mejor de su pasado.
No fue casual entonces que el colega Pedro Martínez Pírez entrevistara hace siete años al eminente historiador recientemente desaparecido Eusebio Leal Spengler, y que la primera pregunta fuera: ¿República Mediatizada, Pseudorrepública o simplemente República la cubana que nació el 20 de mayo de 1902 y terminó el Primero de Enero de 1959?
A esta interrogante nada sencilla, respondió Eusebio con la que sería la primera oración de un extenso análisis histórico: “Creo que república, y que, además, es una república que nace bajo las circunstancias de no ser la hija legítima de la Revolución, sino su aborto”.
Recordó Leal que a la Constituyente, reunida en el habanero teatro Martí, Estados Unidos la pone ante la disyuntiva de que, si no hay Enmienda, tampoco hay república. “Y a la Constituyente —expresa Eusebio—, que tenía como único objetivo preparar una base constitucional para la República futura, le impone el deber de legislar sobre cómo serían las relaciones futuras entre Cuba y los Estados Unidos, y le impone la Enmienda Platt, que no solamente merma, sino mutila todos los atributos de soberanía de la República que nace el 20 de mayo de 1902”.
Más adelante el entrevistado exterioriza un criterio aparentemente contradictorio: “Sí, fue una República, fue reconocida por las grandes potencias, por España, por los Estados Unidos; fue reconocida por Europa, por Japón, por China. Ahí tenemos las cartas de reconocimiento de todas aquellas personalidades. Fue reconocida por todos los pueblos iberoamericanos; pero en realidad la República, como tal, no existió, porque desde el punto de vista jurídico, el gobierno de los Estados Unidos podía intervenir en Cuba sin consultar al Congreso ni al Presidente.
Empero, ¿dados los elementos aportados se puede negar en bloque la República a medias nacida el 20 de mayo de 1902 luego de cuatro años de ocupación militar norteamericana? Desde luego que no, y Eusebio reflexiona sobre ello. Los cubanos de las primeras generaciones luego del triunfo revolucionario de enero de 1959 fueron testigos de excesos que llegaron por parte de ciertos funcionarios a tratar de desconocer documentos legales emitidos en aquellas seis décadas, incurriendo en el grotesco caso de que, entonces, ellos mismos no existían o vivían en la ilegalidad porque sus inscripciones de nacimiento no eran válidas, y ni siquiera sus casas, escrituradas en el período anterior, les pertenecían…
Eusebio, un reconocido creyente católico, hace sobre el tema un análisis dialéctico que entra en contradicción con las prácticas generalmente inconscientes de funcionarios administrativos que actuaban de forma maniquea, dada su falta de preparación teórico-conceptual y el desconocimiento de las raíces profundas de nuestra historia.
Quizá estaba el hecho de la gran impresión causada por la hazaña patriótica reciente de la Revolución fidelista y sus héroes vivos y muertos, sobre la historia de un período menospreciado por algunos historiadores y directivos, lo que, en alguna medida llevó a perder de vista los grandes valores acumulados en todos los terrenos en el período venido a menos.
El eminente historiador refirió la circunstancia de que, nos guste o no, de una forma u otra, con los aciertos y errores de aquella República estuvieron vinculados influyentes nombres de nuestra historia, como los de Tomás Estrada Palma, Gonzalo de Quesada, Enrique José Varona y otros cubanos, algunos de los cuales —es el caso de los dos primeros— colaboraron con José Martí en los aprestos de la Guerra Necesaria.
Muy relacionados estuvieron también Juan Gualberto Gómez, Manuel Sanguily, Cosme de la Torriente y otros de limpia ejecutoria, y si bien la Enmienda Platt hubo que aceptarla por fuerza mayor ante el dilema de tener República a medias o ninguna República, compatriotas nuestros no dejaron de luchar durante décadas hasta que, en 1934, echaron por tierra las bases jurídicas de ese engendro que nos ataba a los Estados Unidos y recuperaron para Cuba la soberanía sobre la Isla de Pinos.
Enfocar el tema de otra manera lleva a un callejón de salida y Eusebio se lo expuso así a Martínez Pírez, cuando expresó que “tanto en el Gobierno de Estrada Palma como en los posteriores, participa un conjunto de figuras de gran relevancia para Cuba que no pueden ser, en forma alguna, borradas y tijereteadas de la historia. Nos quedaríamos sin nadie si no somos capaces de situar lo que usted ha llamado la luz y la sombra de un proceso”.
PERSONAS E INSTITUCIONES RELEVANTES
Leal Spengler explicó al periodista las complejidades de ese proceso de la formación republicana y el valor del surgimiento de figuras que, como las de Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y Antonio Guiteras, tuvieron un papel principal en lo que se ha dado en llamar la Revolución del 30, en la cual los dos primeros eran definidamente comunistas, mientras que Guiteras, por su ejecutoria, clasificaba, indudablemente, como un hombre de izquierda.
Pero también destacó el papel de otros líderes como Jesús Menéndez, Miguel Fernández Roig o José María Pérez, Aracelio y Margarito Iglesias; comunistas o socialistas de limpia ejecutoria que dieron sus vidas en el empeño, “verdaderos dirigentes, extraordinariamente queridos por el pueblo”.
Ya en el campo de las instituciones, surgidas entre 1902 y 1958, y los movimientos políticos o culturales, Leal Spengler citó al Partido Comunista creado entre otros por Mella, Baliño y José María Pérez, español canario, como doña Leonor, la madre de Martí; incluye además a la Federación Estudiantil Universitaria, la Protesta de los 13 y el Grupo Minorista, el grupo de Avancey la Sociedad Pro Arte Musical, entre otros.
Eusebio Leal afirmaba que no se puede borrar de un plumazo todo lo mucho de valor surgido en los campos del arte, la cultura, las instituciones y el movimiento político en ese período por una interpretación acomodaticia de la historia. Él planteaba que “hubo un movimiento de cambio, de transformación, una generación que tuvo articulistas brillantes, caricaturistas brillantes como Conrado Massaguer, por ejemplo; revistas espléndidas de pensamiento cubano como Social, hasta llegar al momento crucial, ya en el 30, con una generación aún más joven que viene detrás.
“Por ahí llegaremos a Nuestro Tiempo, por ahí llegaremos a Orígenes, por ahí llegamos a toda la pintura cubana de esa época; por ahí andamos del brazo de músicos como Amadeo Roldán, de Alejandro García Caturla. Entonces, simple y sencillamente, te diré que esa República fue extraordinariamente fecunda, en todos los aspectos”.
Luego, a instancias de Martínez Pírez, Eusebio Leal abordó las personalidades y la labor de historiadores como Ramiro Guerra, Herminio Portell Vilá, Leví Marrero y Emilio Roig de Leuchsenring… sobre los cuales, con gran conocimiento de causa, Leal Spengler hizo un cuidadoso examen y reconoció la obra y ejecutoria positiva tributada en su momento, aún a quienes como Vilá y Marrero dan después las espaldas a la Revolución y, como es el caso de Herminio, se convierte en un acérrimo detractor.
En resumen, Eusebio insistía en que, “en ese período hay una serie de cosas de una importancia tal, que no podríamos entender la Revolución sin la República”.
Es la objetividad, el enfoque ético y a la vez científico de alguien que siguió los pasos de ese gigante del mundo moral que fue José Martí, convencido de que, rindiendo culto a la verdad y a la justicia histórica, hacía justicia para las presentes y futuras generaciones.
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