La presa Zaza, el mayor embalse del país, se encuentra en jaque y hoy apenas acumula unos 185 millones de metros cúbicos de agua, que representan solo el 20 por ciento de su actual capacidad restringida de almacenamiento de 920 millones.
Por su parte, la presa Tuinucú, que abastece de agua a buena parte de la ciudad espirituana y de Cabaiguán, resulta la de mejor situación en estos momentos: acumula más de 48 millones de metros cúbicos, que significan el 85 por ciento de su capacidad de llenado, cifra suficiente para garantizar sin dificultad el suministro de líquido a ambos poblados.
Yusliadys Lorenzo Coca, subdelegada técnica en la Delegación de Recursos Hidráulicos, comentó a Escambray que en general los embalses de toda la provincia apenas acumulan unos 338 millones 600 000 metros cúbicos de agua, es decir, menos del 30 por ciento de la capacidad de almacenamiento existente, con la situación más crítica en las presas Zaza y La Felicidad, que apenas cubre el 17 por ciento de su espejo.
El resto de los embalses del territorio también manifiestan las consecuencias de la sequía: Lebrije se mantiene con alrededor del 55 por ciento de su capacidad de llenado, Dignorah apenas rebasa el 35 por ciento; Aridanes se encuentra en la mitad de sus posibilidades, Banao supera el 60 por ciento, mientras que Higuanojo y Siguaney presentan un mejor panorama con alrededor del 75 por ciento de su vientre cubierto de agua.
Durante este período seco las precipitaciones han resultado bien escasas y, por ende, los escurrimientos han sido mínimos en las cuencas hidrográficas y hacia los ríos que abastecen a estos acuatorios.
Por ejemplo, el pasado mes de enero resultó el más seco del último decenio con lluvias bien esporádicas en una lámina a nivel provincial de apenas 6.8 milímetros, valor que representa el 17.2 por ciento de la media histórica.
Y hasta ahora febrero lleva el mismo o peor paso en materia de sequía, pues solo ha caído el 5 por ciento de las precipitaciones habituales para el segundo mes del año.
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