Pese a la actual mortal pandemia de la COVID-19, que hace perentoria una concertación global para combatirla; por desgracia, cada día aparecen en la prensa nacional e internacional reportes acerca de nuevas medidas de asfixia de Estados Unidos contra Cuba, y de estigma contra su sistema sanitario y sus misiones en el exterior, y ello pese al crédito muy bien ganado por la medicina cubana en decenas de naciones, lo que fue reconocido incluso por la administración anterior al más alto nivel.
Hoy miércoles primero de abril el mundo ha amanecido con la noticia de que el importante conglomerado económico chino Alibaba no pudo enviar a Cuba un importante donativo destinado a combatir la COVID-19 por impedírselo el bloqueo norteamericano contra la isla, ya que esa gran compañía posee fuertes inversiones en territorio norteamericano que sin duda serían afectadas.
Todavía están en las mentes de muchos conciudadanos las expresiones de reconocimiento hechas a Cuba y su contribución médica por decenas de naciones a raíz de la epidemia de ébola en tres países del noroccidente africano, que sus galenos ayudaron a combatir, lo que fue admitido por el entonces presidente Barack Obama y otros altos funcionarios de su gobierno, así como por medios de prensa tan relevantes como The New York Times.
Pero Donald Trump es harina de otro costal. Notorio por sus exabruptos contra amigos y adversarios, sus gestos estilo Mussolini, su carácter imprevisible y su proyección ultra reaccionaria; de este multimillonario se puede esperar cualquier cosa —siempre que sea negativa, claro—, y de ello da fe su actuación frente a la pandemia, con reacción tardía, menosprecio del peligro y énfasis en priorizar la economía y los negocios por encima de la seguridad ciudadana.
Por algo, la jefa de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi, acaba de acusar a Trump de “estar jugando” con la epidemia mientras “la gente se muere”. De las últimas horas datan los cálculos espeluznantes de Trump en el sentido de que la COVID -19 podría saldarse en su país con unos 200 000 muertos, cifra que algunos expertos ya sitúan en 260 000 y más, dada la magnitud y letalidad del presente morbo.
Y ello cuando el mandatario había subestimado públicamente el peligro, tachando a la enfermedad más o menos como su homólogo brasileño Jair Bolsonaro, de una “gripecita” que pasaría pronto, por lo que se negó hasta último momento a adoptar medidas urgentes, como la cuarentena, la asignación de fondos para pruebas clínicas, medios y fármacos con qué combatir la infección, y la creación de capacidades adicionales para la hospitalización y atención de los enfermos en los 50 estados de la Unión.
De hecho, el propio Trump acaba de vaticinar que las dos semanas próximas “serán muy dolorosas” para su país. Lo cierto es que el Presidente, llevado por la fuerza de los acontecimientos, no aparece como el comandante en jefe que pretende ser, sino que se percibe cada vez más en su faceta del oportunista, calculador e irresponsable mandatario que busca pescar en el río revuelto de la desgracia que se abate sobre sus compatriotas con vista a las elecciones de noviembre.
No de balde, quien había negado la posibilidad de solicitar ayuda a otras naciones ante la presente emergencia nacional, acabó pidiéndola a países de Asia y Europa, y quien había rechazado con gesto despectivo la posibilidad de recibir asistencia de Rusia y China, ha terminado por acoger en territorio norteamericano envíos respectivos con material sanitario desde Moscú y Pekín, lo que él personalmente ha reconocido ante los medios.
Lo impactante en este caso es que, en medio del caos que se le está creando, Donald Trump encuentre tiempo para acusar sin pruebas al presidente venezolano Nicolás Maduro y a otras importantes figuras de su gobierno por los cargos de narcotráfico y terrorismo.
Ridículo, irónico y sarcástico, además, es que ofrezca una recompensa millonaria por su captura, cuando es precisamente Estados Unidos (*) el país más beneficiado por el tráfico de estupefacientes, manejado a través de la Agencia Antidrogas, y que hoy esa superpotencia aparezca como paradigma del terrorismo de estado a nivel planetario, con sus guerras interminables y sus agresiones constantes a diestra y siniestra.
Al mismo tiempo, Trump y su entono cavernícola no cejan en su esfuerzo por poner en entredicho y desacreditar el nivel de la medicina cubana y la importancia de sus prestaciones en los cuatro puntos cardinales del planeta, campaña en la cual ha intervenido incluso en fecha reciente la embajada que mantienen en La Habana, la que ya prácticamente no cumple ningún cometido.
Y ello ocurre a pesar de los llamados de Naciones Unidas y otros organismos mundiales y regionales, así como de destacadas personalidades de distintos países, para que la confrontación y el uso de sanciones económicas como arma de guerra sean sustituidas por la colaboración entre los estados y a nivel de instituciones, como medio más eficaz y ágil para poner fin a la presente pandemia que amenaza la vida de millones de personas en el planeta.
Ojalá un cerebro tan obtuso y retrógrado como el de Donald Trump, sea capaz de captar —aunque sea por una vez— la gravedad del momento y proceder de manera racional y ética ante la actual coyuntura, que desde ya deviene mayor reto sanitario y existencial en el largo devenir de la humanidad. (*) Debe recordarse el caso Irán-Contras en los años 80, cuando Washington fomentó el narcotráfico en Centroamérica para recaudar dinero con el cual comprar armas para la contrarrevolución nicaragüense y venderlas en el Medio Oriente durante la guerra Irán-Iraq.
Lo que no puedo entender como aun puede ser presidente, eso demuestra que el presidente de estados unidos es un figura decorativa y este caso sinverguenza que solo le interesa ser presidente para ganar dinero y reputacion, pero¿ que reputacion? la de las grandes transnacionales del dinero y el poder que enajenan al ser huamno y lo hacen ser inmorales y asesinos autorizados en nombre de la falsa libertad y democracia que el imperio defiende dejando atras el valor del ser humano y convirtiendolo en cifras de quien puede vivir y quien debe moriir para salvar la putrefacccion que encarnan como seres humanos los que defienden esa ideologia supremasiista y excluyente que caracteriza a este imperio, pueden ser democratas o republicanos ambos se tapan con la misma colcha y ambos son responsables del genocidio que han provocado ¿y quien los juzga, la providencia divina, dios,? nadie porque se sienten superiores a dios y a todo lo que represente moral y justicia.Hasta cuando la humanidad y en este caso Estados Unidos como pueblo va a soportar a este asesino, pero no nos asombremos si sale reelecto en las elecciones, en este caso el pueblo no lo dira lo dira el Sars cov-2 con su covid-19 como arma mortal y a la vez esperanzadora , pero a que costo, que paradoja, la vida esta llena de paradojas, esta no deberia ser, pero lo es.