La vida apenas alcanza para leer tantos libros extraordinarios, penetrar en sus complejos y suculentos mundos, sean cuales sean sus géneros. El motivo de inspiración de este texto es el libro de narrativaLa vida apenas, del escritor espirituano Pedro de Jesús, quien reside en su natal Fomento, y que aparece bajo el sello editorial Bokeh, de Holanda.
Decía Raymond Carver que “en la narración breve es posible hablar de lugares comunes y de cosas usadas comúnmente con un lenguaje claro, y dotar a esos objetos —una silla, la cortina de una ventana, un tenedor, una piedra, un pendiente de mujer— con los atributos de lo inmenso, con un poder renovado”. La vida apenas fricciona en su conjunto, haciéndole un guiño a la aseveración de Carver, es una lista de 13 cuentos escritos en varias etapas creativas y desde diversas líneas temáticas y de lenguajes en sus también heterogéneas formas de expresión. La obra de Pedro de Jesús ha estado atravesada desde los inicios por la multiplicidad de estilos de escritura y el manejo de estructuras que resultaron —resultan— innovadoras dentro de un paisaje cuentístico nacional (y pienso en “Instrucciones para un hombre solo”), esencialmente el gestado en los 90, aún conservador, “rebelándose” de esos modos tradicionales.
A Pedro de Jesús lo he visto triunfar en las más altas esferas del gremio, ganando cuanto premio se le pone por delante, una verdadera apoteosis; y pudiendo especular en la farándula literaria capitalina, y con la cabeza bien en alto, lo he visto rehuir como a la peste de muchos de esos ambientes multitudinarios frecuentados más por farsantes y pancistas que por artistas genuinos. Lo he visto convertirse, quizá sin proponérselo, en un nombre esencial de la literatura cubana en este siglo, adoptando una filosofía de vida muy particular, entroncado en aquel confín del mítico Escambray pero que es muy suyo, que me hace pensar en la célebre máxima de Gombrowicz: “Soy solo. Por eso soy más”.
Entiéndase que no preciso detenerme aquí a analizar cada uno de los cuentos del libro; corresponde juzgarlo a usted, atento lector, quien penetrará en sus universos con el susto, ese cosquilleo en la panza usual al enfrentarse a lo nuevo, lo desconocido, virgen y desprejuiciado. Como si de una bacanal dionisíaca se tratase, nos iremos adentrando en una especie de festejo lascivo en un arte genuino, misceláneo, donde convergen el lenguaje elegante al tiempo que el obsceno, el comedido al tiempo que el descarado, el hondamente intelectual al tiempo que el popular.
A la altura de los grandes clásicos, el autor pone en relieve la actualidad más encarnada, logra negociar un pacto con su instinto más personal, reformula las imágenes sociales captadas en panorámica por su agudo ojo, las procesa, y nos la muestra con ese atributo de lo inmenso y poder renovado del que habla Carver. La lectura de un tirón, vertiginosa y fresca de La vida apenas no habla precisamente de alguna ligereza conceptual, locución metalingüística o simplemente en los temas que alterna, sino de la exquisita curaduría, la edición y la maquetación realizada por el equipo de Bokeh, quienes hacen que descubramos con naturalidad la convivencia de textos tan contrastantes.
Detecto en este núcleo de textos un tono que establece conexiones precisas entre la crudeza del lenguaje, el realismo sucio, la parodia y el grotesco tanto en la construcción de las biografías de estos personajes-individuos como en el estudio de estos en relación con el contexto espacio-temporal en el que funcionan. La obra primordial de Pedro de Jesús la vertebran, por una parte, lo homoerótico, la marginalidad, la prostitución, la violencia en sus múltiples formas de manifestarse y, por otra, las constantes indagaciones sobre las conductas éticas y morales de estos seres en contraste con (o a favor de) la revelación de los instintos más oscuros del hombre.
Este libro apareció felizmente en la Feria del Libro 2020, esta vez bajo un sello editorial cubano. Sin dudas, un oasis milagroso en un panorama insular en que la mediocridad, lo evidente y la cháchara escritural, en sintonía con el malgasto de tintas de imprenta, se vuelven cada vez más alarmantes. Con el mayor sentido, Pedro de Jesús ha encontrado en su escritura un arma con la cual apuntar a la cabeza de esa serpiente cautelosa y oportunista: metáfora de la burocracia y la ordinariez. Escritura penetrante que sirve de insignia en un campo-contexto de hostilidad al que salimos cada día (como seres cívicos conductuales) con la utópica ilusión de concederle paz a una vida minada de penas.
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