Al filo de las cuatro de la madrugada del martes 10 de noviembre alguien dio la voz de alarma; el río Agabama se había “tragado” un tramo de la carretera que une al municipio de Trinidad con la ciudad de Sancti Spíritus en una crecida histórica que a lugareños de la zona recordó la ocurrida en el año 1988, durante la cual perdió la vida una persona.
En su zigzagueante itinerario, la tormenta Eta se alejaba ya del centro de Cuba y en su paso había dejado a un lado a esta localidad sureña, pero su cola rezagada —que los meteorólogos definen como bandas de nublados y lluvias asociadas al sistema tropical— permanecieron sobre el territorio; Trinidad durmió y amaneció bajo aguaceros torrenciales.
Cerca del poblado conocido como La Paloma, la vía desciende y no puede contener al Agabama cuando recibe el aluvión de precipitaciones y las aguas de las presas en la provincia de Villa Clara que, por razones obvias de seguridad, abren sus compuertas. El desbordamiento inundó poblados en toda la zona del Valle de los Ingenios y también Casilda, aislada por unas horas de la ciudad por los impresionantes escurrimientos que “bajan” de la villa.
Los vecinos residentes en poblados como FNTA, Magua y Caracusey, acostumbrados a lidiar con estas crecientes, recogieron a tiempo sus bártulos para ponerlos a buen recaudo, aunque el agua no perdonó y casi “ahogó” las viviendas enclavadas en estas zonas bajas; hoy regresaron a sus hogares con el bien más preciado a salvo: la vida. Bajo esta premisa, el Consejo de Defensa Municipal (CDM) adoptó todas las providencias para proteger en casas de familiares, vecinos y familiares a 1 346 trinitarios.
Durante las horas en las que más arreciaron las lluvias por estos lares se mantuvieron las comunicaciones con los representantes de los consejos de defensa de zona de comunidades que quedaron aisladas, entre ellas Polo Viejo, Seibabo, Méyer, La Pastora y FNTA, donde poco más de 2 800 pobladores campearon el temporal desde lugares seguros.
Lo mismo sucedió con el ganado: más de 1 000 reses se trasladaron a zonas altas, 200 ovinos, cerca de 3 000 aves, 150 cerdos, 30 toneladas de maíz seco y 196 toneladas de carbón vegetal, la mayoría con destino a la exportación. Cuando Eta se convirtió en amenaza para el país también se apuró la cosecha de alrededor de 400 quintales de plátano, yuca, calabaza y boniato para su distribución en las placitas del municipio.
Aunque resultan valoraciones preliminares, la agricultura figura entre los sectores más afectados por las lluvias intensas. Habrá que esperar el escurrimiento de las áreas agrícolas, pero se prevén daños en más de 100 hectáreas de plátano, 5 de boniato, 11 de frijol y 6 de tomate. Y es que las principales zonas productivas en este sureño territorio se encuentran precisamente en las márgenes de los ríos Caracusey y Agabama, que desbordaron sus cauces y anegaron los suelos listos para la campaña de siembra de frío.
En cuanto al café se pronostica un pico de maduración, sobre todo de la variedad arábico que se cosecha en las montañas de Topes de Collantes, por lo que será necesario incrementar la fuerza para la recolección con el apoyo de movilizaciones convocadas por la Central de Trabajadores de Cuba y las organizaciones políticas y de masas.
Las precipitaciones que mojaron a Trinidad como consecuencia de la tormenta tropical Eta afectaron cerca de 30 viviendas con derrumbes parciales de paredes y cubiertas, provocaron interrupciones del servicio eléctrico en asentamientos rurales, urbanos y montañosos restablecidos en pocas horas; no así en Topes de Collantes, donde se reportó una avería en la línea de 33 kV que alimenta la subestación eléctrica del poblado montañoso y demandó la entrega y pericia de los eléctricos para alumbrar esta serranía en el menor tiempo posible.
Trabajadores hidráulicos “diagnosticaron” los daños en la conductora de San Juan de Letrán, una de las fuentes de abasto de la ciudad, para trabajar de inmediato en su recuperación y, aunque el servicio de agua estuvo afectado, el sistema de pozos, además de la distribución en carros cisternas, garantizó el acceso de la población al vital líquido.
Eta nos dejó más de una anécdota para contar y en Trinidad se orean los días en medio de la recuperación; habrá que acopiar lo que pueda ser aprovechado, plantar nuevamente, sudar los planes desde el surco; borrar las huellas de la lluvia y la humedad de las viviendas, embellecer las calles y contagiar a todos del optimismo con el que cada año celebramos el Triunfo de la Revolución y la fundación de nuestra ciudad.
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