Nadie vaya a pensar que Laura fue una tormenta mansa o una especie de pasadía para Sancti Spíritus, porque desde el domingo puso en vilo a toda la provincia y, si una lección sembró a su paso por el sur, fue que nunca habrá pronóstico más certero que el de la precaución. Sobradas experiencias existen como para subestimar cualquier tipo de evento meteorológico, pues a pesar de lo alejado que pasó, su embate se sintió en toda la geografía espirituana, dejando daños discretos y aleccionadores.
La tormenta tropical coqueteó con su rumbo, tanto que apenas un par de días antes dibujaba la trayectoria pegada al litoral norte de la isla y, sin embargo, terminó cruzando por el sur; las estimaciones indican que su centro pasó a unos 100 kilómetros de Trinidad, por lo que el territorio quedó lejos del azote principal, pero no libre totalmente de las penetraciones del mar, los vientos y las lluvias.
SIN SUSTO EN EL LITORAL
Tan acostumbrados están a vivir la soberbia del mar y los vientos que los habitantes de Tunas de Zaza y El Médano parecen saber de memoria lo que va a ocurrir; para los que vivimos tierra adentro cuesta trabajo entender esa filosofía de contemplar la penetración marina sentados en los portales. “No hay que temer, periodista, con la presa Zaza vacía no tenemos que salir corriendo, usted verá que en un rato la marejada afloja y empieza el vaciante”; así narró un pescador como sabio vigía de su horizonte.
A media mañana del lunes 24 de agosto, con las olas batiendo directo en las casas del litoral, el mar penetrando y ráfagas de vientos que nadie mide, pero asustan, esos mismos pobladores que tantas veces han salido evacuados para Sancti Spíritus bajo el látigo del oleaje y los vientos no daban señales de sobresalto, salvo alguna que otra familia con estragos en los techos de las viviendas.
Nunca los habitantes de Tunas de Zaza y El Médano estuvieron a merced de esa cruel filosofía de sálvese quien pueda. Justo cuando la penetración se hizo más severa en El Médano, se procedió a la protección de varias decenas de pobladores, principalmente niños, ancianos y otras personas vulnerables.
Pero a punto estuvo de decidirse por la presidencia del Consejo de Defensa Provincial la evacuación total de los dos asentamientos dada la persistencia de la penetración marina; sin embargo, cuando se sopesaban las medidas que se tomarían de continuar agravándose el panorama, los estragos de Laura empezaron a amainar y hasta el mar suavizó la bravura de horas antes.
De portal en portal, Deivy Pérez Martín y Teresita Romero Rodríguez, presidenta y vicepresidenta del Consejo de Defensa Provincial, respectivamente, intercambiaron en El Médano con los pobladores; no faltó la preocupación por proteger sus vidas, pero varios de esos nativos que casi nacen pescadores alertaron: “Lo más malo pasó, después viene el llenante, lo que la penetración ya no será igual que por la mañana”.
Laura no asustó a los tuneros, mucho menos a los pobladores de El Médano; tampoco se sintieron solos y autoridades de varias instancias estuvieron allí; la doctora fue llevada a la vivienda donde reclamaron su presencia, varios ómnibus permanecieron a la espera de cualquier movilidad necesaria y hasta el tren Sancti Spíritus-Tunas de Zaza durmió el domingo en Guasimal, por si acaso.
Justo cuando la penetración marina era más aguda, llegaron las cantinas de leche para asegurar el alimento a los niños; como tantas veces, floreció la solidaridad entre vecinos, quienes se auxiliaron mutuamente para resguardar bienes hogareños y, lo mismo en las casas del litoral que barrio adentro, se impuso la vieja práctica de trepar en alto los efectos electrodomésticos, colchones…
LAURA APAGÓ MEDIA PROVINCIA
La ruta de Laura vino a acuñar una tesis que el meteorólogo Freddy Ruiz no se cansa de repetir: “No se puede mirar solo el centro de la tormenta, hay que prestar atención a toda la estructura del organismo”.
Tanto es así que, aun cuando Laura no fue para el territorio la pesadilla que inicialmente se previó, lanzó ráfagas de vientos a todos los confines de la provincia y quizá su huella más significativa fueron los daños de diversos tipos en más de 60 viviendas y algunas instalaciones estatales, a la vez que dejó sin servicio eléctrico a más de la mitad de los clientes espirituanos, con las mayores interrupciones registradas en los municipios de Trinidad, Yaguajay, Fomento y La Sierpe.
Más allá de los ligeros estragos en la infraestructura habitacional, estatal y en algunos cultivos agrícolas, un desenlace positivo fue que no se registraron las acostumbradas inundaciones en las zonas trinitarias de Caracusey, FNTA y Casilda, a pesar de resultar el municipio con mayor acumulado de precipitaciones en la jornada; mientras en Topes de Collantes ocurrieron las lluvias más significativas con 140 milímetros.
Enhorabuena Laura escogió moverse por el sur y, aunque el experimentado jatiboniquense Nilo Morales asegure que no fue para tanto, la tormenta dejó su humedad en la geografía espirituana; aunque las presas casi ni se enteraron del paso de la tormenta y la Zaza se quedó con la boca abierta.
Si algo no faltó en Sancti Spíritus fue la precaución, al punto de que prácticamente en todos los municipios se protegieron en hogares o instalaciones seguras pobladores de zonas vulnerables, embarazadas, niños menores y ancianos. La garantía de los servicios vitales, el acondicionamiento de los centros de evacuación, el retorno a casa de campistas y turistas nacionales, así como otras medidas dirigidas a proteger la vida de las personas y los recursos de la economía, formaron parte también de la agenda preparatoria y de enfrentamiento a Laura.
Lo mismo en Yaguajay, que en La Sierpe; en Fomento que en Cabaiguán; en Petronila que en Palmarito… se vivieron las tensiones que provoca sentirse bajo el efecto de una frase que nunca quisiéramos escuchar: Alarma ciclónica. Mas prevaleció la serenidad al paso de la tormenta, los espirituanos recibieron protección y lo más probable es que los impactos que trajo la tormenta a Sancti Spíritus poco a poco sean huellas borrosas en el tiempo.
Tal vez los que vivimos tierra adentro nunca nos acostumbremos a ver un mar embravecido, mientras esos nativos de Tunas de Zaza y El Médano que nacen con el agua en los pies parecen vacunados contra el mal tiempo; no es que se desentendieran de los riesgos, ni dejaran de estar atentos; más bien parecían mirar una película que han visto muchas veces. Claro, la Zaza no suponía esta vez un peligro, por eso Laura fue como una cosquilla para los aplatanados residentes del litoral sur espirituano.
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