Tan acostumbrados están a vivir la soberbia del mar y los vientos, que parecen saber de memoria lo que va a ocurrir; para los que vivimos tierra adentro cuesta trabajo entender esa filosofía de contemplar la penetración marina sentados en los portales. “No hay que temer periodista, con la presa Zaza vacía no tenemos que salir corriendo, usted verá que en un rato la marejada afloja y empieza el vaciante”; así comentaron varios vecinos desde la experiencia de la vida.
A media mañana del lunes 24 de agosto, con las olas batiendo directo en las casas del litoral, el agua penetrando y ráfagas de vientos que nadie mide, pero chirriaban; esos mismos pobladores que tantas veces han salido evacuados para Sancti Spíritus bajo el látigo del oleaje y los vientos, no daban señales de sobresalto, salvo alguna que otra familia de lo hondo de El Médano con estragos en los techos de las viviendas.
Tal vez los reporteros y fotógrafos que llegamos temprano al lugar sentimos más susto que esos nativos que parecían mirar un panorama que se saben de memoria. Hasta terminamos agradeciendo aquellos gritos solidarios de: “cuidado…”, cuando en el intento de retratar la penetración en su mismo borde, el oleaje nos llegó al tobillo.
Tampoco los habitantes de Tunas de Zaza y El Médano estaban a merced de esa cruel filosofía de ‘Sálvese el que pueda’. Desde la jornada anterior una avanzada del Consejo de Defensa Municipal, junto al personal de la Zona de Defensa y fuerzas de apoyo de la rama pesquera, activaron medidas de protección y mantuvieron el monitoreo del litoral.
Justo a media mañana del lunes, cuando la inundación se hizo más severa en El Médano, se procedió a la protección de varias decenas de pobladores, principalmente niños, ancianos y otras personas vulnerables y trasladadas hasta las instalaciones de la industria pesquera.
A punto estuvo de decidirse por la presidencia del Consejo de Defensa Provincial la evacuación total de los dos asentamientos dada la persistencia de la penetración marina; sin embargo, cuando se sopesaban las medidas a tomar de continuar agravándose el panorama, los estragos de Laura empezaron a ceder y hasta el mar suavizó la bravura de horas antes.
De portal en portal, Deivy Pérez Martín y Teresita Romero Rodríguez, presidenta y vicepresidenta del Consejo de Defensa Provincial, respectivamente, intercambiaron en El Médano con varios pobladores; no faltó la preocupación por proteger sus vidas y ellos mismos alertaron que ya “lo más malo pasó, después viene el llenante, pero ya no será igual que por la mañana”, sostuvieron.
No obstante, la permanencia de los habitantes en los dos asentamientos costeros, con varias familias desplazados hacia viviendas más alejadas del litoral, quedó en pie la orientación de mantener el constante monitoreo del mar y atender al personal bajo protección; también de revisar, desde que las condiciones del tiempo lo permitieran las redes eléctricas en aras de restablecer el servicio lo antes posible.
Laura no asustó a los tuneros y pobladores de El Médano; tampoco se sintieron solos; autoridades de varias instancias no dejaron de estar allí, la doctora fue llevada a la vivienda donde reclamaron su presencia, varios ómnibus estaban a la espera de cualquier movilidad necesaria y, hasta el tren Sancti Spíritus-Tunas de Zaza durmió el domingo en Guasimal, por si acaso.
Justo cuando la penetración era más aguda, las cantinas de leche aseguraron el alimento a los niños; la solidaridad afloraba entre vecinos que se auxiliaron mutuamente para resguardar bienes hogareños y, hasta en las casas del litoral los propios vecinos llamaron a la prensa para enseñar esa vieja práctica de trepar en alto los efectos electrodomésticos y colchones.
No es que esos pescadores y familiares se hayan desentendido de los riesgos de la tormenta tropical; puede decirse que estaban atentos, como mirando una película que han visto muchas veces; aunque, valga acotar que por momentos había personas en plena calle, una imprudencia que debe evitarse.
Tal vez los que vivimos tierra adentro, nunca nos vamos a acostumbrar a ver un mar embravecido, mientras esos nativos que nacen con el agua en los pies parecen no perder la calma ante un evento como el de Laura. Claro, la Zaza no suponía esta vez un peligro, por eso la tormenta fue como una cosquilla para los aplatanados residentes del litoral sur.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.