Si no fuera por su impecable bata blanca y la cofia en la cabeza, quien no la conozca diría que es una auténtica deambulante, y no estaría muy desacertado, porque la enfermera María del Carmen Sieiro Valdivia ha convertido la pesquisa en un oficio de espartana, para la cual no tiene horario, ni repara en las barreras de trepar al cuarto o quinto piso, mucho menos zapatear cuanta calle o recoveco existe en su barrio de Olivos II, en Sancti Spíritus.
Hasta no hace mucho el mosquito Aedes aegypti y los casos febriles la tenían siempre de un edificio a otro; luego la amenaza del caracol gigante africano casi la vuelve una especialista en Sanidad Vegetal revisando en cuanto rincón podía refugiarse el peligroso molusco. Ahora, la COVID-19 le rompió todas las rutinas de su oficio y nadie sabe cómo se las arregla para estar lo mismo en el consultorio auxiliando al médico que atiende ese día a las embarazadas que, lista en mano, tocando a la puerta de los apartamentos en busca de algún paciente con síndromes catarrales o respiratorios.
Con auténtica vocación para la enfermería y agudo olfato para el trabajo de terreno, María del Carmen parece hecha para momentos como el actual en que la amenaza sanitaria exige al personal de ese sector mayores dosis de sacrificio y rigor profesional sin perder el trato afable.
“Tenemos dividida la pesquisa en tres etapas y grupos de población, de lunes a miércoles, de manera en que tres días tenemos pesquisados a los 1 130 pacientes atendidos en este Consultorio; participan también el médico y estudiantes de la carrera de Medicina; ya hemos dado tres vueltas de pesquisaje y está orientado seguir por 21 días más”, relató la enfermera.
Una parte importante de la vigilancia está dirigida hacia aquellos viajeros que arribaron al país hasta el día 23 de marzo. “Tengo tres pacientes en pesquisa activa de 14 días, dos que llegaron de Panamá y otro de Estados Unidos. Ellos tienen orientado permanecer en sus casas y todas las mañanas son visitados por el médico de la familia y la enfermera, al menor síntoma serían trasladados al centro de aislamiento”.
Fundadora desde hace 32 años del Programa del Médico y la Enfermera de la Familia en el consultorio 6, perteneciente al Policlínico Centro, María del Carmen sabe en Olivos II “hasta dónde el jején puso el huevo”; permanencia que le ha hecho ganarse el cariño y la estima de los vecinos en la zona.
“Tuve identificados tres contactos de un viajero sospechoso llegado de Tenerife, España, pero ya fue descartado; a pesar de la amplia información que se brinda por varias vías y de la peligrosidad del momento, todavía hay pacientes indisciplinados, ancianos que salen a la calle, parece que no todos comprenden que esta es una de las situaciones sanitarias más críticas y duras de cuantas se les han presentado al país; en lo personal la COVID-19 casi no me deja tiempo para mi familia”, comentó a modo de despedida porque dos menores con catarro acababan de llegar a la puerta del consultorio.
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