Para el fondo botánico cubano la noticia no podía ser mejor: en la Reserva Florística Manejada (RFM) Lebrije, de la Empresa Provincial para la Flora y la Fauna, viven hoy más de 5 200 ejemplares del Melocactus guittarti, especie en peligro crítico de extinción.
Consultada sobre la novedad, Ismari Compte Pimienta, jefa técnica de Conservación en la mencionada unidad, precisó que hay en la colonia un alto predominio de juveniles, según revelan los estudios y monitoreos anuales protagonizados por especialistas de la Universidad Central de Las Villas y de la entidad.
Las acciones más recientes de esas investigaciones –dijo Compte Pimienta a Escambray – ratificaron que los más de 5 200 individuos contabilizados son la mayor cifra de la cactácea registrada en la RFM Lebrije.
En la entidad existen hoy 11 colonias del Melocactus guittarti, especie que por estar en peligro crítico de extinción, recibe la atención priorizada de especialistas, técnicos y obreros de las áreas donde sobrevive.
Dos veces al año monitoreamos los ecosistemas de suelos cársicos y volcánicos donde vive el melocactus para detectar algún cambio en la colonia y prevenir cualquier anomalía – refiere Mayelín Riviaux Atie, técnica en Educación Ambiental de la entidad – y potenciamos acciones didácticas y participativas con la comunidad que resultan decisivas para la conservación.
“El hecho de que más del 86 por ciento de los melocactus avistados sean juveniles habla de un alto nivel de conservación y desarrollo de la especie aquí, lo que nos obliga a ampliar y perfeccionar la vigilancia del ecosistema y no detener ni la capacitación ni la participación de niños, jóvenes y adultos de la zona en la preservación de esta importante especie botánica”, agregó la educadora ambiental de la Reserva.
En la provincia de Sancti Spíritus la presencia del Melocactus guittarti también se extiende por la zona de Piedra Gorda, en Fomento y Manaquitas, en Cabaiguán.
En la región central del país los primeros reportes de existencia de la cactácea, hoy en peligro crítico de extinción, datan de1934, según consta en el Número VIII de las Memorias de la Sociedad Cubana de Historia Natural de ese año, donde se describe su avistamiento sobre las rocas en Boca Chica en la Sierra de Jatibonico del Sur, en el límite de las antiguas provincia de Santa Clara y Camagüey.
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