Ni porque la mole de hierro que conduce hace más de 27 años está llena de polvo y grasa o la picapica acaricia su rostro cada vez que el viento sopla en contra durante su arribo al centro de limpieza de la caña donde espera para llevar los coches repletos hasta la barriga del central Melanio Hernández en época de zafra; ni tampoco por las noches de insomnio o los días con sol y calor, Yamilé, la única mujer maquinista del ferrocarril en la provincia, siente que escogió el oficio equivocado.
Desde sus recuerdos de infancia, sentada en el portal de la pequeña morada donde nació y aún vive, situada justo frente al taller donde se reparan los vagones ferroviarios, mira en retrospectiva las locomotoras de vapor, que en épocas pasadas movían las cargas en el patio interior del central de Tuinucú y luego a las de diésel, sin imaginar que un día, siendo muy joven, subiría la escalerilla de una de ellas para convertirse, primero en auxiliar y luego de mucho esfuerzo y preparación, en maquinista.
Graduada de técnico de nivel medio en Veterinaria, esta mujer escogió este oficio, sin desestimar el amor que siente por los animales, consciente de que al vivir en un batey cañero resulta imposible ignorar el trasiego de trenes cargados de caña, miel, azúcar, alcoholes, torula o cualquier otro producto.
“Mi padre fue mecánico de calderas en el ingenio y luego, segundo administrador en la Destilería —confiesa Yamilé—, pero a mí nunca me permitían acercarme a los trenes por el temor de que algo me pasara, así transcurrió mi infancia y parte de mi juventud, hasta que un día, estando como operadora de planta de radio y teléfono en el central, me enteré de la convocatoria para un curso de auxiliar de maquinista y, por fin, en 1990 me subí a un tren.
“Fueron años duros, de intensa preparación, éramos un grupo de ocho mujeres de esta zona que comenzamos la capacitación en Jatibonico, siempre vinculadas a la actividad cañero-ferroviaria; después nos llevaron a Santo Domingo, en Villa Clara, para completar el riguroso entrenamiento, con muchas horas de práctica y exámenes escritos hasta que obtuve mi licencia de conducción y en el 93 ya era maquinista”, refiere Yamilé.
La locomotora rusa TGN-4 se desplaza lentamente por los 15 kilómetros de vía que conforman los distintos tramos dentro del patio de operaciones del central, un recorrido que se multiplica decenas de veces durante cada turno de trabajo, no importa que sea de día o de noche, cuando ella se sube a la máquina de hierro, pasa 12 horas continuas, con solo pequeñas paradas para ingerir alimentos.
En la pizarra de la locomotora una flor ya marchita por el calor del día indica que estamos ante una mujer especial, sus manos cubiertas por guantes para no dañar la pintura de las uñas, sus labios con el color del creyón que la maquilló en las primeras horas del día y la forma en que toca cada parte de la estructura metálica demuestran que para Yamilé no hay imposibles.
“Estuve fuera del trabajo tres años —explica— para cuidar a mi mamá hasta que falleció, después me incorporé a otro puesto dentro del propio central, pero siempre con la añoranza de volver a mi oficio. Durante ese tiempo escuchaba el sonido del motor de mi locomotora y decía, por ahí viene la 38, que son los dos últimos dígitos de la numeración de la máquina y así la identificaba”.
Hoy su vida está atada por completo al ferrocarril. De un lado, su locomotora; del otro, el esposo, que es también maquinista, y la hija que se desempeña como operadora en la Estación de Sancti Spíritus. Tal vez por eso cuando le preguntas sobre el porqué de este oficio siempre te responde. “Es algo que también las mujeres podemos realizar, pero que quede claro, cuando te entra por la sangre la limalla de los trenes, difícilmente te la puedas sacar”.
Muchas felicidades a tan corajuda mujer, estirpe y ejemplo de persona
ZETIMY
Hace pocos dias el 22 saliò a través de mi cuenta en Instagram esta foto y comentaba en ella de la dignidad que ha logrado la mujer cubana con el triunfo del 1 de enero de 1959, y posteriormente con la excelente creación por nuestra eterna Presidenta Vilma Espín Guillois y nuestro eterno comandante Fidel Castro Ruz de la agrupación femenina conocida por Federación de Mujeres de Cuba màs valiosa del mundo, porque a decir de nuestro comandante constituimos una revolución dentro de la revolución, pero a mi modesto punto de vista, la revolución en la marcha que se palpa es la conquista contundente de que este sistema social socialista es innegablemente superior a cualquier otro, nos dignificó pero ademas ha creado un hombre digno para una mujer digna.
Felicidades a Yamilet. Excelente federada y trabajadora. Extensiva las Felicitaciones a todas las Mujeres.
La mujer cubana, presente en todos los frentes, demostrando dedicación y empeño en cualquier tarea..
La mujer es una fuente inagotable de inteligencia y altruismo.Gracias a nuestro comandante Fidel, precursor del papel preponderante que hoy ocupa la mujer en nuestra sociedad, las féminas cubanas han ido escalando con sacrificio y orgullo cada peldaño del desempeño y hoy ocupa un lugar destacado y hasta imprescindible en el desarrollo de nuestra sociedad.Un ejemplo de ello es esta compañera, que arrasó con tabúes y mitos para demostrar que cuando se quiere , se puede y ser mujer no constituye un obstáculo, incluso si el análisis es más profundo creo que nos caracteriza la entrega, minuciosidad , excelencia y calidad en todo lo que una mujer pone la mano.
Para la mujer no hay nada imposible, cuando se proponen algo lo lograr y muchas veces lo realizan mejor que los hombres. Para Yamile muchas felicitaciones como federada por su día
La mujer capaz de hacer todo mostrando dir.pre su capacidad y entrega
Las mujeres son protegidas y reconocidas en el sector laboral y en la sociedad cubana. Esta mujer es ejemplo de ello. Gracias a los programas de la revolución y la FMC. Felicidades por su Aniversarios de creada esta organización.
Como diría nuestro apóstol. ¨La mujer, de instinto, divisa la verdad, y la precede» Felicidades a esa maravillosa mujer
Yamile demostrando con su esfuerzo y dedicación que si se puede y que para las mujeres no hay nada imposible.
La mujer cubana demuestra que puede realizar cualquier oficio, lo importante es tener amor por la labor que desempeña.