6:30 a.m. Suena como de costumbre el reloj despertador. Mas, esta vez, el susto por llegar tarde al trabajo deja de convertirse en la primera preocupación del día. Ahora puede dedicar más tiempo a desayunar en familia, a conversar con la vecina, puede escoger la ropa más cómoda para usar en el día, y hasta dejar la zozobra por los altibajos del transporte.
Todo gracias a la irrupción del trabajo a distancia, esa modalidad de empleo que se extendió en Cuba, primero, tras las limitaciones de combustible que impuso el gobierno norteamericano sobre la isla y, desde hace unos meses, la restricción de movimiento provocada por la aparición de la COVID-19. Ello resulta sin duda una opción flexible que beneficia a los trabajadores, cuyos encargos laborales no requieren su permanencia en las instituciones.
Dicha alternativa, amparada por el Código de Trabajo en su Ley No. 116/2016, establece además tres variantes: el teletrabajo, el trabajo a domicilio y en el terreno. La primera, según la Organización Internacional del Trabajo, constituye una forma de empleo que se realiza en una ubicación alejada de una oficina central, con la ayuda de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que facilitan al mismo tiempo la separación física y el intercambio.
Tales bases también sustentan el trabajo a domicilio, aunque sin la presencia de las TIC. En cambio, el quehacer en el terreno prioriza a aquellos que laboran fuera de las entidades.
Según datos ofrecidos a Escambray por la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social, hasta la fecha alrededor de 20 419 espirituanos se insertan a este tipo de empleo, dentro de los que sobresalen proyectistas, programadores, diseñadores, arquitectos y trabajadores del ámbito comunicacional, entre otros. De ese total, fuentes de este organismo constataron que 194 se acogen al teletrabajo, 9 548 laboran a domicilio y 10 677 en el terreno.
Si bien es cierto que el trabajo a distancia puede aumentar la satisfacción de los empleados y su compromiso con una organización, mejorar su desempeño laboral y reducir el cansancio y el estrés a causa de un tiempo reducido para viajar; por otra parte, desencadena desafíos.
Por ejemplo, para algunas personas, aminora las relaciones interpersonales, limita las oportunidades para compartir información y dificulta separar el tiempo de trabajo del personal. Tanto es así que la falta de separación entre estos dos mundos puede hacer que se impongan obligaciones familiares durante las horas de trabajo o viceversa, que estas interfieran con el espacio para la familia.
De ahí que otros individuos trabajen horas extra para demostrar su competencia, lo que puede provocar agotamiento. Quienes nunca antes han trabajado desde casa también tropiezan con la idea de hallar un ambiente propicio para realizar sus quehaceres y evitar las distracciones, sobre todo, cuando sus hijos son pequeños.
A pesar de tales contratiempos, no hay duda de que el trabajo a distancia resulta igual de ventajoso para los empleadores, pues con su implementación reducen gastos de transporte, electricidad y agua, eliminan el ausentismo, las llegadas tardías y las salidas antes de tiempo.
Sin embargo, esta alternativa tampoco puede invocar el incumplimiento de contratos y, mucho menos, afectar los servicios que se prestan al pueblo. Les corresponde entonces a las administraciones velar por la calidad y los resultados concretos de las personas sumadas a esta variante laboral.
Por tanto, aun cuando esta opción flexibilice los horarios y permita realizar las faenas en el momento del día que se escoja, no se puede perder de vista cómo adaptar las prácticas de trabajo, sin obviar el valor social y económico del empleo.
Y es que adaptarse al trabajo a distancia depende de la personalidad de cada cual. Lo que en un primer momento puede parecer asequible, con el paso de los días puede tornarse insoportable si no se fijan límites. Por ello, crear una rutina, definir el comienzo y el fin de la jornada de trabajo, mantener la comunicación con las administraciones, además de impregnarle paciencia, creatividad y persistencia a esta modalidad, viabilizará el camino para realizar las encomiendas.
A esto se añade la necesidad de que las instituciones continúen reforzando las TIC como estrategia de la creciente informatización de la sociedad y del fomento del trabajo a distancia. En tal sentido, les queda pendiente a los organismos asegurar los medios tecnológicos para quienes desempeñan el ejercicio laboral desde casa.
Y para continuar enalteciendo su valor, busque el mejor espacio para incentivar el ingenio, despójese de las distracciones, fije horarios y cumpla con el encargo socioeconómico de estos tiempos que hacen del hogar su oficina.
Tendrá la calidad necesaria del trabajo para hacer en casa donde hoy hay q hacer colas e inventar el día día
Estará consciente esta persona
Qué grado de exigencia de su jefe inmediato tendra
Quizas muchos no coincidan con mi idea, de ahi que cada cual tenga pensamientos diferentes al mio ….pero….¿Cómo medir su eficiencia?…¿Cobrarán las utilidades igual a los que están por asi decir ¨Al lado del cañón?
Estas dos y más interrogantes están hoy en boca de quienes hemos tenido que ir y venir a nuestros centros de producción y/o servicios sin tener en que movernos porque incluso el transporte local está interrumpido después de que se declaró la provincia en estado de NUEVA NORMALIDAD, o las asignaciones de combustible a las entidades han sido paupérrimas para activar carros de personal o adecuar itinerarios de vehículos, lo cierto es que el trabajo a distancia está, LLEGó PARA QUEDARSE y si se quedará, pero debe tener otros indicadores de pago, otro manejo salarial en sus tasas o normas por gozar de la comodidad de estar en casa y la seguridad del aislamiento.