Seis letras bastaron a Martí para designar con un nombre de especial significado, el periódico que moldearía las conciencias y aunaría voluntades con vista al supremo objetivo de llevar a buen puerto la Guerra Necesaria en Cuba: Patria.
Fruto de la iniciativa del padre del movimiento revolucionario cubano en Estados Unidos y de un pequeño grupo de sus más cercanos colaboradores, Patria vio la luz el 14 de marzo de 1892 en la ciudad de Nueva York, y se convirtió —pese a las afirmaciones en contrario del propio Martí— en vocero oficial del gran proyecto emancipador que se gestaba.
Aquella criatura de papel esperada a pie de rotativa con amor filial equiparable al de quien espera a un hijo, constaba de cuatro páginas, frecuencia semanal y tirada de unos 1500 ejemplares. En su primer número aparecieron el editorial titulado “Nuestras ideas”, y un artículo de fondo que explicaba los fines de la publicación, redactados ambos por Martí, así como las Bases del Partido Revolucionario Cubano, entre otros trabajos del Apóstol y de sus colaboradores.
En su segunda edición, que emergió del taller el sábado 19 de marzo, Martí respondió con agradecimiento el saludo que le prodigaron el periódico El Porvenir y otras publicaciones, y señaló a su vez que Patria “surge de la voluntad y con los recursos de todos los revolucionarios cubanos y puertorriqueños conocidos en Nueva York”, para expresar lo que está enraizado en todos los patriotas puros.
La presencia del boricua Sotero Figueroa en el Consejo de Redacción y lo enunciado en el manifiesto dirigido en el semanario al pueblo de Puerto Rico por Ramón Emeterio Betances confirmaron la vocación internacionalista de Patria, que lucharía también por la independencia de la vecina isla antillana.
Desde su inicio, el periódico tuvo una entusiasta acogida, tanto entre los clubes de la emigración, que lo hicieron suyo, como en Cuba, donde circuló clandestinamente entre los numerosos compatriotas que se lo disputaban, como un antecedente de lo que ocurriría seis décadas después con el texto mimeografiado del Programa del Moncada, versión fiel del alegato pronunciado por Fidel Castro en el juicio por los sucesos del 26 de julio de 1953 en la antigua provincia de Oriente.
Esa popularidad del nuevo órgano de prensa se tradujo en numerosas colaboraciones que le llegaron a Patria desde distintas partes del exilio y de la isla irredenta.
Periódico orientador y combativo por excelencia, Patria respondió a las críticas de sectores conservadores radicados en el extranjero, pero su batalla principal la libró el rotativo contra los elementos autonomistas, emigrados o no, y contra los anexionistas, desenmascarando la insistente y perniciosa propaganda de ambos grupos y su política opuesta a los genuinos intereses del pueblo de Cuba.
Patria cumplió cabalmente su misión de limar asperezas entre unos y otros sectores del exilio; entre ricos y pobres, entre negros y blancos, entre la emigración y los cubanos de la isla, entre los veteranos de la Guerra Grande y los nuevos combatientes, y contribuyó a desbaratar los tenebrosos planes que, contra los revolucionarios, no cesaban de urdir los colonialistas hispanos y el Gobierno de Washington.
Al estallar la Guerra Necesaria, a la que tanto coadyuvó, Patria enriqueció sus páginas con diversos trabajos acerca de la contienda, hasta que le tocó informar a sus lectores sobre la infausta nueva de la caída del Maestro, quien incluso sumido en los rigores y peligros de la cruenta campaña, no había dejado de enviarle mientras estuvo con vida, sus interesantes e instructivos artículos.
El golpe tremendo que significó la muerte de Martí selló la suerte del Partido Revolucionario Cubano, el cual cayó de a poco bajo el control de políticos conservadores, como el pro yanqui Tomás Estrada Palma, quien acabó por disolverlo al término de la Guerra del 95, tras la ocupación de Cuba por las fuerzas norteamericanas.
Tal proceso influyó negativamente en Patria, cambiándole paulatinamente su perfil político hacia un ablandamiento de sus posiciones, haciéndolo más acorde con los intereses de los adinerados de afuera y de dentro y con los beligerantes de última hora, proclives a Washington.
Patria, como la Revolución independentista fueron entonces traicionados desde dentro, con el auspicio extranjero, limándole el filo de sus letras para complacer al principal y único beneficiario de la guerra, pues fue una lucha que perdió España, pero no ganó el pueblo de Cuba debido a la intervención interesada de los Estados Unidos de América.
A 128 almanaques del nacimiento de Patria, Cuba vive el embate redoblado del imperio prepotente, que entonces fuera potencia emergente, águila rapaz de apetito insaciable por agenciarse territorios, mercados y dominios, a costa de países más débiles, como era esta isla hace siglo y cuarto: desangrada demográfica y económicamente por 30 años de luchas por su emancipación del yugo colonial español.
Si bien ya no hay reformistas y autonomistas, como entonces, sigue habiendo, quizá ahora más que antes, anexionistas más o menos solapados, quienes quisieran retrotraer a Cuba bajo el dominio del águila imperial, para medrar bajo sus alas, como sus mayorales en la patria de Martí y Fidel, y volver a hacer de esta ínsula una peña que sirva de pivote al imperio para caer con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América, que tiene en su mayor parte, a día de hoy, como protectorado.
Afortunadamente, Martí no aró en el mar y el Partido Revolucionario Cubano por él fundado a pocos días del surgimiento de Patria ha tenido su heredero histórico en el Partido Comunista de Cuba, mientras esa criatura de papel y tinta mimada por el Héroe Nacional tiene su continuadora natural en la prensa revolucionaria cubana de nuestros días, inmersa en aguda batalla contra sus enemigos de siempre.
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