Su verbo es pausado, pero cargado de energía y sinceridad. Cada palabra que regala lleva un manantial de enseñanzas.
De ello dan fe los más de 180 asociados de la Cooperativa de Créditos y Servicio (CCS) Ernesto Valdés Muñoz, del municipio de Sancti Spíritus, que Edel Espinosa Martínez dirige desde hace casi dos décadas, una responsabilidad a la que llegó con apenas 24 años de edad.
“La propuesta causó en mi interior un susto enorme, por la responsabilidad que conlleva, pero los deseos que desde niño se aprehendieron de mí de ver parir la tierra me sumaron algo de tranquilidad”, alega este genuino hombre de campo, mientras repasa en su memoria una historia repleta de protagonistas.
Atrás había quedado la Universidad Central de Las Villas donde se graduó de Ingeniero Mecánico Industrial y se adentraba en el ejercicio de la especialidad en la hoy Empresa Agroindustrial de Granos Sur de El Jíbaro.
No olvida el año 1998, cuando en la finca de la familia que atendía su padre, en la zona de La Cuchara, camino a Pojabo y cerca de Banao, se produce un robo enorme que dejó muy mal de salud al viejo – recuerda Edel – quien a partir de ese instante y por decisión de la familia quedó al frente a la tierra.
“De ese momento a ser designado presidente de la CCS fue un suspiro y en estos menesteres voy dejando una vida que me ha hecho crecer desde todos los puntos de vista, aunque desde el primer día me haya divorciado del descanso.
“Y ya voy por casi veinte años dirigiendo la cooperativa y fajado con la producción de la finca, suficiente tiempo para estar convencido de que en este ajetreo podrá escasear mucho de lo material y lo humano, como sucede hoy, pero nunca puede faltar el trabajo”, refiere el dirigente campesino, un eterno insatisfecho.
“Hablamos ahora de muchas limitantes para producir, de problemas muy viejos que persisten pero los guajiros tiene sugerencias, ideas, conocimientos, todos imprescindibles para concretar soluciones, mas no se les escucha lo suficiente y el diálogo con ellos es intermitente. Nosotros sí asumimos el intercambio permanente con los productores, vital para un mejor trabajo, con resultados palpables en los surcos”.
La Cooperativa de Créditos y Servicio (CCS) Ernesto Valdés Muñoz fue creada con el triunfo de la Revolución y produce desde siempre viandas, granos, vegetales, hortalizas, frutales y desarrolla la ganadería mayor y menor y dentro de esta la actividad porcina, con resultados productivos positivos y una economía fortalecida.
“Es el fruto del trabajo de muchos, sobre todo de los hijos y nietos de los fundadores, una herencia fuerte y segura con sangre joven que asumió el incremento de las áreas de producción y todos los programas, sumando las experiencias de los abuelos con los conocimientos y las nuevas maneras de hacer de esta generación”, expone Espinosa Martínez, para quien el ejemplo es la mejor forma de demostrar cuánto es posible lograr.
Nunca les exige a sus guajiros hacer lo imposible y mucho menos si él no ha sido capaz de materializarlo. Estimula todas las variantes para labrar la tierra, siempre que el destino final sea potenciar la producción de comida y defiende el sudor de su gente que a diario abona la tierra con el trabajo.
“Cuando mis campesinos cosechan y venden, la cooperativa les paga al momento, por la fortaleza financiera que tenemos. Después, la junta se encarga de que las empresas paguen y vuelve el dinero a la cuenta de la CCS. Eso suma estabilidad en el trabajo y confianza, vitales hoy”, refiere cuando habla de su base productiva .
Sus campesinos de la Ernesto Valdés Muñoz laboran para que todo el universo de tierra quede sembrado este año, dejando en cero las áreas vacías y en la situación actual del país la respuesta se traduce en sacarle más comida a la tierra para hacerla llegar al pueblo y otros destinos priorizados.
“Aquí el saludo de mis guajiros todos los días es la pregunta de qué hace falta y la respuesta te la dan desde el surco, actitud que dice mucho de estos hombres, en quienes confío plenamente. Con ellos sufro los traspiés y disfruto los logros”, esboza Edel, un presidente de cooperativa que con el respeto a sus guajiros logra una fortaleza en el colectivo para crecer desde todas las aristas.
Defiende la premisa de que el productor es bueno cuando abastece de la mejor comida salida del campo a su familia, la manera elemental para entregar entonces alma y sudor a los compromisos restantes, una de las enseñanzas que abraza desde la cuna.
“Mi padre fue un hombre laborioso de punta a punta. Nos dio con su sudor a mí y a mis seis hermanos lo imprescindible para la vida y nos inculcó la importancia de estudiar como prioridad, por eso me gradué de Ingeniero Mecánico Industrial, profesión que me ha servido de mucho para dirigir y solucionar problemas en la cooperativa”.
Este campesino espirituano heredó de su progenitor el don de ser justo e incansable y la enseñanza permanente de que el sudor de cada día es la sangre vital para la tierra.
Ahora me doy cuenta por que el campo no le interesa a los jovenes. En veinte ? que le ha sacado a la tierra ?
Por la casa que tiene no le ha sacado mucha ganancia a la tierra. Deberian pagarle mas por la cosecha.