“Si todos hacemos lo que tenemos que hacer, las cosas van a mejorar”, dice, lacónico, Eduardo González, trabajador de Transportes Escolares que esta mañana salpicada por lluvia acomete, en calidad de ayudante, la fumigación en una zona de la espirituana barriada de Colón.
El hombre que prepara la bazuca es Reinier Reyes, trabajador de la Empresa Cubana del Pan. Ambos componen uno de los dúos que desde mediados de abril realizan lo que las autoridades sanitarias llaman un “intensivo” para erradicar la presencia en buena parte de la ciudad cabecera de provincia de un enemigo ya conocido, pero más indeseable ahora que antes.
“A finales de marzo empezaron a aparecer indicios de la presencia de dengue en el área Sur, mayormente en el Consejo Popular de Jesús María. En abril los niveles del vector se fueron incrementando; entonces comenzamos a arreciar las acciones, en coordinación con el Consejo de Defensa Municipal”, narra el doctor Carlos Jesús Ruiz Santos, subdirector provincial de Vectores del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología.
“Se decidió realizar un intensivo; el 4 de mayo emprendimos la fumigación de un número de viviendas que sobrepasara el 80 por ciento del total existente en las áreas Centro, Norte y Sur del municipio, ya que limitan una con la otra. En el área Norte se han producido algunos casos”, amplía.
La situación de la provincia, según explica, es estable en todos los municipios, excepto en Sancti Spíritus, que integra, junto a Trinidad, Jatibonico y Cabaiguán el grupo definido como de alto riesgo, en atención a su comportamiento a lo largo de años. Hasta el pasado 19 de mayo el acumulado de focos de Aedes aegypti ascendía a 556, y de ellos al municipio cabecera correspondían 403. “Se ha estado garantizando fuerza de trabajo de muchas empresas, y también se ha organizado el apoyo de otros municipios”, detalla la fuente.
RIESGO NO PERCIBIDO0
El domingo 17 de mayo una espirituana con domicilio próximo a la calle Agramonte caminó dos cuadras y se vio, de pronto, envuelta en una bruma. “Era una nube de humo que cubría casi todo; sentí un sobrecogimiento extraño, porque me pareció estar en zona de guerra”, confiesa. Pero no había otra acción hostil como no fueran casi 100 bazucas enfiladas hacia cada rincón, en un esfuerzo por exterminar al mosquito que en esta época del año suele acortar su ciclo biológico y emerger con más fuerza.
“Ese día se fumigaron 4 732 viviendas. Los frutos deben verse la próxima semana, con la disminución de los casos reactivos al dengue. Ya en la semana anterior, gracias a las diferentes acciones, se redujo en más de un 40 por ciento el número de focos existentes”, especifica Ruiz Santos. Agrega que además del tratamiento adulticida se ha arreciado la búsqueda de mosquitos adultos o de larvas en los depósitos, por lo que en comparación con abril hay una mejoría.
Osvaldo Gómez Hernández, jefe del Programa de Control de Aedes aegypti en la provincia, asegura que la fumigación se realiza en universos fijos el mismo día de la semana. “Contamos con fuerza y equipos para garantizar esa labor, pero nos afecta el que la percepción de riesgo entre la población es baja, eso es ya un mal de fondo”, recalca.
Y describe comportamientos que no por sabidos perjudican menos a la ciudadanía: “No se espera el tiempo establecido para abrir las viviendas. Hay casas cerradas, sin que se busque la estrategia para que puedan ser fumigadas en ausencia de sus dueños; así es difícil”.
Existen familias —agrega Escambray, que ha prestado oído a la vox populi—, donde al momento de las pesquisas se cierran las puertas a quienes las realizan. Hasta hace no tanto se hablaba de otras que negaban el acceso a quienes se encargan de la inspección para control de vectores, poniendo al SARS-CoV-2 como pretexto.
La COVID-19 puede conducir a la muerte. Y el dengue —lo advierten expertos en el tema— también puede matar. “Buscamos evitar que se presente simultaneidad en ambas enfermedades, por eso, aunque cumpliendo las normas de rigor que impone la primera, se arrecia la lucha contra la segunda”, sentencia Gómez Hernández.
Los especialistas insisten en que urge asumir la responsabilidad individual, velar por el control autofocal en casas y centros de trabajo. En una coyuntura signada por el distanciamiento social se ha acometido también el saneamiento de áreas y viviendas de riesgo, pero falta el esfuerzo “desde adentro”.
CONCOCER EL PELIGRO PARA EVITARLO
La doctora Clara Díaz Medina, especialista de primer grado en Medicina General Integral, a cargo del Consultorio del Médico de la Familia (CMF) No. 12 perteneciente al Policlínico Sur, coordina con el jefe del equipo de fumigadores la labor del día. A un lado de la Avenida 26 de Julio, cerca de la Industria Pesquera, los equipos se alistan para “disparar” esa mezcla entre el petróleo y un preparado químico que, luego de la combustión, extermina los insectos.
En el radio de acción del CMF reside una paciente ya recuperada de la COVID-19, y se habían producido hasta aquel día tres ingresos por sospecha de dengue, en uno de los cuales se confirmó el padecimiento, en tanto otro permanecía bajo vigilancia.
El joven Samil Saad Amer, técnico en Vigilancia y Lucha Antivectorial, supervisaba el quehacer de los hombres. “Si importante es que se fumigue bien, importante es que el local permanezca cerrado por 45 minutos; abrir antes es botar el producto y seguir igual”, recalca.
Bien lo sabe Gilberto Martínez, un hombre con mucho dominio de lo que hace, porque lleva años en lo mismo. “Fumigamos entre 80 y 90 casas diarias. Ahora la población está cooperando bastante, las casas cerradas son menos que otras veces. Nos protegemos, claro; salvamos vidas, pero tenemos que cuidar de la nuestra”, aduce.
Orelvis Rodríguez, director municipal de Salud en Sancti Spíritus, apunta que el centro de aislamiento para pacientes sospechosos de dengue se ha mantenido siempre, aunque con niveles mínimos. Radica en una parte del Politécnico de la Salud Manuel Fajardo. Sobre las atenciones allí han llegado a Escambray reportes de agradecimiento, por el buen trato y las constantes atenciones.
Pero según dicha fuente y el doctor Yovanis Vázquez, director de la Unidad Municipal de Higiene, muchos de los que deberían permanecer aislados desde el inicio de los síntomas no llegan allí oportunamente, pues al momento de las pesquisas niegan las señales que apuntan a la enfermedad y acuden al médico tardíamente.
No pocos, en una estrategia nociva para quienes les rodean, esperan el quinto día para reportar su malestar, conocedores de que al sexto se realiza el examen que viabiliza el diagnóstico. “Pero en ese tiempo el mosquito sigue infectado; hemos tenido enfermas a familias casi completas”, aseveran.
“El dengue es una enfermedad viral que puede causar hemorragia, interna o externa. Es posible también el síndrome de shock por dengue; ambas complicaciones pueden conducir a la muerte. En estas semanas tuvimos a más de un paciente ingresado en salas de terapia, con una disminución abrupta en el nivel de plaquetas”, subraya la doctora Yailín Trujillo, directora del Policlínico Sur.
No cuesta nada multiplicar los aplausos para que lleguen a quienes batallan por librarnos del dengue. Corresponderles es ayudar, en primera instancia, a que nos salven.
Sigue la indisciplina social,los salideros,las fosas desbordadas, los criaderos de cerdos,en fin nos estamos matando nosotros mismos y a nadie le importa nada,multas señores,sanciones a los irresponsables y salimos de este problema que es la historia de nunca acabar, hasta cuando por favor,un poco de respeto señores.