Cuando el cronómetro le marcó 17:37, ni el mismísimo Serguey Torres Madrigal se lo creía. Habían pasado varios meses de entrenamiento por su cuenta y, por supuesto, alejado de los escenarios competitivos.
Hace unos días, dice, realizó el segundo y, aunque el aire no le ayudó, el reloj también le anunció buenos tiempos y una victoria personal con sus compañeros de entrenamiento. Ahí supo que había valido el esfuerzo en el camino hacia la aventura de Tokio 2021, para la que tiene garantizado, hace rato, el pasaje directo.
“Me siento muy bien, no porque haya ganado los controles, sino porque fueron tras el regreso de un largo tiempo fuera de nuestro centro nacional. Los tiempos están bastante buenos, aquí tenemos unas escalas de evaluación creadas para cada distancia en relación con los tiempos que se deben realizar y el récord nacional es mío, logrado hace como dos años, así que en esta preparación que estamos haciendo, que aún es general, me evalué de excelente en los dos controles, con 93 y 95 puntos”.
Y es que durante la pandemia, que lo llevó a tres cuarentenas, en México y Cuba, Serguey no perdió un minuto. “De alguna manera me he mantenido activo, al igual que Fernando Dayan Jorge, mi compañero del C-2, y eso favoreció que no haya perdido los índices de trabajo que teníamos de años anteriores y poder mantener una buena forma física”.
Me consta que aquí en su tierra natal lo vi correr con nasobuco, hasta pasadas las ocho de la noche por la Circunvalante y la Avenida de los Mártires e ir de madrugada hasta el río Tuinucú.
Serguey vio los cielos abiertos cuando a finales de octubre pudieron retornar a su centro nacional La Coronela, ubicado en las afueras de La Habana, que le proporciona un aislamiento “natural” en tiempos de pandemia. Ahora la proa enfila hacia el 2021, que marca la ruta crítica hacia Japón.
“Ese año tenemos las Copas del Mundo que serán en Alemania y Rusia y está planificado otro evento que no tiene fecha, además de los campeonatos nacionales y el match de retadores. La idea es estar en todas las competencias que se pueda, ya que por la pandemia hubo que parar la preparación de forma muy prematura, sin ni siquiera llegar a la forma deportiva. Por eso estamos previendo dónde vamos a hacer bases de entrenamiento, estamos pensando en ir para el Hanabanilla en enero, siempre nos íbamos a México a hacer bases, pero, debido a la situación de la COVID-19, hay que pensar en otro lugar, que puede ser Colombia”.
Desde proa cubana, Serguey y sus compañeros se han mantenido atentos a lo que hacen sus contrincantes olímpicos: “Ningún país dejó de entrenar, incluso Italia, con todos los problemas de la pandemia, se las arregló para mantener a sus atletas en centros de aislamiento, pero sin dejar de entrenar y hace poco ya se hizo una Copa del Mundo y tuvieron muy buenos resultados; Cuba no participó, pero otros sí, como Rusia, Alemania, Rumania, Polonia, países que son potencia en este deporte”.
Cuando Tokio era incertidumbre, Serguey lo creyó certeza, por eso no ha dejado de soñar con la que, de darse como ha anunciado Japón, sería su última incursión olímpica. “Nunca he dejado de soñar con la medalla, ha sido una pi constante en mi cabeza”.
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